miércoles, 22 de febrero de 2012

out of the office

No sé si viste alguna vez un blog que estuviera de vacaciones. Se ponen haraganes, flojos, les da igual que pasen los días. Creo que el mío está en esa ondita. Se rebeló, y bueno, es lógico después de estar incansablemente al pie del cañón (y fumándose cada plomo) durante casi dos años.

Le voy a dar un tiempito, a ver si vuelve a su cauce por marzo. Mientras tanto creo que me voy a Florianópolis.


sábado, 18 de febrero de 2012

adioses y bienvenidas

¿Te acordás de todas esas cosas que hacían de vos y yo justamente vos y yo?
Nunca se van a ir. Aunque ya no podamos serlo.




jueves, 16 de febrero de 2012

mi escritorio

De izquierda a derecha, empezando desde el fondo.

Un gato chino que dejó de saludar cuando su pila también china dijo basta.

Un cubo holandés mágico que despliega cuadros de Van Gogh en todas sus caras visibles e invisibles.

Una jarrita pintada por mi abuela llena de resaltadores.

Una jarrita que vino de España llena de tarjetas de visita.

Una jarrita con muchos gatos de colores llena de drypens de colores.

Una jarrita con flores verdes llena de todo lo demás que no llena las otras jarritas.

 Un portarretrato de lata en el que se sujeta con imanes una foto de mí sobre un camello. Uno de los imanes es una flor.

Un portarretrato de lata en el que se sujeta con imanes una foto de mí con mis hermanas y mi madrina y un montón de señoras turcas que vendían muñecas. Uno de los imanes es un lingote de oro.

Una lámpara de bronce o símil.

Una bolsa que contiene una tejuela rota de la casa del campo, esperando que le encuentre un reemplazo.

Un sobre con información sobre un vehículo que tengo a la venta.

Una agenda roja de 2010.

Una agenda verde de 2012.

Un estuche de lentes de sol, con ellos dentro.

Una laptop Toshiba Satellite.

Y mis manos sobre su teclado.



martes, 14 de febrero de 2012

cupido escupido

Todo esto del día de los enamorados es una payasada para vender flores, cajas de bombones y horas de motel. No me simpatiza. Hoy no. Lo mejor es que fue un martes entonces el día pasó como un martes equis, y como la mayor parte estuve encerrada en casa trabajando (oh yeah), tampoco me afectó demasiado la subida del azúcar mundial.

Quizás sea que estoy cada vez más segura de que el amor en sí es otra de las payasadas que se venden. Por lo pronto creo que el amor es un producto exclusivo, que no muchos consiguen, y que tiene fecha de caducidad. Claro que algunos compran marca blanca y se creen tortolitos, pero el propio sentimiento rosado de que vuelan pajaritos adentro de tu panza no se vende en cualquier kiosko. O sí, en casos excepcionales, como esas remeras de la feria de las que sacás una buena por cada cien que se te descosen toditas.

Yo alguna vez compré amor. Me lo creí, digamos. Como buena pelotuda adolescente (y no tan adolescente también). De hecho me queda un poco de producto todavía, pero el vencimiento está cerca. No del amor en sí, pero del uso que se le puede dar. Digamos que está un poco descosida, aunque siga siendo mi remera favorita.Ya no me queda tan linda, pero es comodísima. El tiempo le sacó hilachas y destiñó el color.

Supe tener esos bombones y esas flores y ese motel. Supe envolverme en la gronchada de sentir los pajaritos por todos lados. Pero hoy no. Hoy me sumergí en otras cosas, y apenas me mojé los pies en los recuerdos. Pero con la camiseta puesta, por algunos días más. No es muy fácil despedir a la magia. De hecho, creo que todavía hay un pajarito encerrado en alguna parte. Me gustaría quedármelo. En una de esas canta lindo, aunque viva solo en una jaula hecha de nostalgia.

lunes, 13 de febrero de 2012

lunes

It's complicated.

Nada más cierto.

Lo que muchos no entienden es que la complicación tiene su faceta hermosa.


 

miércoles, 8 de febrero de 2012

punto de vista



Hay una mancha en la lente de mi cámara.

Más bien, no creo que sea una mancha. Creo que es un golpe, uno de los tantos golpes que ha tenido desde que la desenvolví de ese plástico con burbujitas hace ya un año y medio.

Todo está sucio ahora. Marcado. Tiene un regusto a pérdida que no entiendo. 

Porque cuando miro lo veo bien, pero cuando lo quiero conservar eternamente en un mundo de píxeles, descubro que ya no es tan perfecto.

Y no quiero que el retrato que te haga quede con sabor a pérdida.

martes, 7 de febrero de 2012

pain

Me duele todo. Pero todo. Si me hubiera atropellado un bondi capaz me sentía más o menos parecido.
De todas formas es un dolor sano y grato. Lo que vine a hacer está casi hecho.

lunes, 6 de febrero de 2012

gaucha

Muy bonito lo de galopar entre los montes y las cañadas crecidas. Después de hacerlo durante nueve horas, como que el cuerpo pide otras cosas. Principalmente una ducha y una cama.

Era de noche y ya estábamos en pie. Ensillamos, me tocó una gateadita que debe hacer más de una década que trabaja en la estancia. Baqueanasa la doña, chicuela pero rendidora.

Salimos rumbo al ocho de abajo; éramos seis para sacar algo así como veinte novillos del potrero, que habían quedado de cuando sacaron los otros ciento y pico. No es porque los peones se hayan olvidado de ellos. Creo que sacar a esos bichos de ahí es la tarea rural más difícil que tuve que hacer desde que tengo noción.

Los muy hdps se meten entre los árboles (casi todas las 250 hectáreas del potrero están forestadas), y encima los árboles no son de una altura que te permita caminar entre ellos con cierta visibilidad. No. Los árboles son pura rama desde la copa hasta el suelo, y ya miden varios metros. Los novillos se meten en el monte, y es casi imposible encontrarlos. Aparte se quedan quietitos, como para joderte, y vos das mil vueltas por todos los senderos entre los árboles (perdiendo totalmente el norte), sin verlos.

Y cuando los ves, son tan ariscos que salen despavoridos, y te tenés que sumergir en el ramaje (menos mal que fui de sombrero, que me sirvió como escudo para conservar los ojos) y no ves nada y los bichos se van literalmente a la mierda. Y vuelta a empezar a buscarlos entre la espesura. Además del agregado de que los árboles estaban bañados por la lluvia de ayer, así que quedé ensopada durante varias horas.

Pero bueno, fue emocionante porque me encontré con los novillos varias veces, y para que alguien te ayudara tenías que gritar, o si andabas perdido, escuchar los gritos de los demás para saber si alguien había encontrado algún vacuno. Y en la segunda ronda de inspección, después de encontrar nada más que a trece, fui yo la que descubrió cinco reos más y los hice salir del monte y cruzar una cañada que más que agua es barro que te absorbe, hasta el punto que los caballos se niegan a atravesarlo. Mi pobre yeguita una vez lo cruzó a todo galope porque sabía que si frenaba se le hundían las patas hasta la rodilla en el bufadal.

Lo único malo fue que después de tres rondas de búsqueda (como cinco horas), nos quedaron cuatro metidos en algún lado del monte. Volvimos con los caballos cansados derecho a almorzar y descansar un rato.

Al trotecito de mañana no se sentía tanto el calor, pero la tarde fue absolutamente demoledora. No sé si hacían cuarenta grados, pero lo parecían. Mientras papá vacunaba en el tubo, yo manejaba el cepo y dejaba salir a los que iban quedando prontos. Los demás metían a los bichos en el tubo.

Después de un rato de abrir y cerrar el cepo, sentía que me iba a desmayar si no me metía abajo de un chorro de agua fría. Pedí time out y me fui a la casa a tomar como dos litros de agua, y volví. No corría una gota de aire. Lo único frío era la conservadora para las vacunas. Y yo tenía bosta y barro salpicado por todos lados. Y la camiseta ensopada. Y chorreaba. Y la presión por el suelo. Y estaba agotada pero contentísima.

Lo último fue juntar otro potrero más, divertido porque trajimos al ganado entre la soja. Pero qué cansado quedó mi caballo, y qué ducha que me dí apenas llegué. Ahora cena de milanesas y bombones que tiene papá escondidos de postre. Y mañana a las seis, tocan los terneros que se refugian en los montes del nueve. No es changa.

domingo, 5 de febrero de 2012

sapo cancionero

Todo huele a charco y suena a ranas. Hoy llovieron 116 milímetros. El campo está feliz, y yo también por estar acá.

Mañana vamos a galopar entre los montes y las cañadas crecidas, arreando vacas y novillos, así que no puedo pedir más.

sábado, 4 de febrero de 2012

un pañuelo

Yo sé que mi ciudad es pequeña, no tanto en el sentido geográfico, sino en el sentido más social de la palabra, porque cada doscientos metros que camines (en ciertos barrios) te cruzás con alguien que conocés, o por lo menos ubicás de cara.

Para muestra basta un botón.

Hoy fui a cenar con un amigo a una parrillada. Llegamos ahí después de vagar un poco por la zona, y nos sentamos. Justo detrás de mí estaba sentada, el respaldo de su silla contra el mío, mi madre. Claro que no me di cuenta hasta que papá exclamó mi nombre, porque los amigos con los que estaban -que nos vieron llegar de frente- me reconocieron.

No sólo Montevideo es pequeño sino que estoy frecuentando el mismo tipo de lugares que frecuenta la generación de mis padres. Todo esto me resulta altamente inquietante.


viernes, 3 de febrero de 2012

dress hunting


Se vienen casamientos. Oh. My. God.

Para empezar,está todo el lío de la despedida de soltera. Por un lado me divierte y por el otro me da como una mega gigantesca pereza china. Pero ta. En grupo no es tan terrible, y confieso que como no tengo ni las más básicas de qué juegos son divertidos y qué se le regala a la novia, voy con la marea y no estoy ocupándome demasiado. Por un lado me parece medio choto eso de regalar manoplas de cocina o cepillos para el wáter. Por otra parte, lo de regalar lencería me parece todavía más raro, porque en quien menos quiere pensar una en esos momentos íntimos es en las amigas que te obsequiaron la tanga. Como aparte de eso no sé qué regalaría (en sí me parece un poco superfluo lo de regalar para la despedida, ya te estás gastando millonadas en pelotudeces como disfraces, silbatitos con forma de pene, alcohol y fotos tamaño real del novio para “ponerle la cola al burro”, es decir plantarle un pepino en el área genital, y encima después le tenés que regalar algo en serio para el casamiento), voy con la corriente y que se encarguen las demás de decidir las cosas. Pero si yo me casara, regálenme una buena celebración y chau. Parece que el único objetivo de estas uniones es fundir a los invitados, y por lo general los novios también se gastan sus buenos morlacos. Al fin y al cabo la comercialización de la Navidad es un poroto al lado de las bodas. 

Después está el tema de la fiesta en sí, y toda la cholulez pedorra de la ropa, los zapatos, el tipo de soutien (me morí cuando me dijeron “sí, encima tenés que comprarte soutien y medias”, o sea, ¿qué? ¿no vale uno medio potable aunque tenga cierta antigüedad?), el sol pleno (¡¿¿??!), peluquería, maquillaje y demás imbecilidades que se les ocurren a las mujeres para “estar diosas” en un evento social donde vaya uno a saber si no encuentra al “chico de familia” con el que protagonizar en el futuro un evento similar. Las comillas son reales, lamentablemente. Tengo amigas que piensan esas cosas y me obligaron a ir a comprarme un vestido porque “es el primer casamiento de una amiga” al que voy a ir. Iría con uno de los vestidos normalitos que tengo si no fuera porque veo la superproducción que están llevando a cabo algunas, y todo bien pero mi autoestima no está para aguantar sentirme un pato feo al lado de tantos pavos reales (o reales pavas…). Así que no seré un pato si puedo evitarlo y capaz que subo a la categoría de ornitorrico. 

Entonces bueno, asumiendo que algo tengo que hacer para no ser un esperpento, me zambullí en la búsqueda de “el vestido para mí”, que evidentemente no existe. Creo que fui a diez o doce lugares donde venden ese tipo de indumentaria, y entre la cortitud de las faldas, el brillo inusitado de las telas, los brillantes falsos inmundos que les ponen a las cosas, o la abundancia de las confecciones estilo patchwork en las que una se convierte en una colcha incandescente, no encontré prácticamente nada que me pareciera adecuado, mucho menos que me quedara bien. No digo que sea todo culpa de los vestidos. Evidentemente que hay un gran porcentaje de la culpa en mis no adecuadas formas y gustos. Allá yo. Tendré que recurrir a una modista para que fabrique lo que no existe.

De momento no sé qué voy a hacer conmigo. Lo que está claro es que sigo siendo un pato. 

   


miércoles, 1 de febrero de 2012

grande pa

No me acuerdo de cuándo te conocí. Pero desde que tengo memoria tu presencia marca mi vida, ya sea como un refuerzo y un apoyo, o como una serie de ideas y nociones ante las cuales debo rebelarme. Las dos formas de estar me sirven, aunque una me cuesta más lágrimas que la otra.

Una de las cosas que más me gustan de haber vuelto es poder compartir pavadas diarias contigo, desde comer martín fierro y chocolate, hasta dar vueltas en cuatriciclo por la Ballena, o casi empantanarnos en el arroz, o mirar Big Bang Theory y escucharte reír, o chusmear de todo y de todos mientras contemplamos la noche en Floripa.

Aunque a veces gruñís, o te empecinás con juicios equivocados, o me pinchás hasta que de a ratos te odio, creo que no podría haber tenido más suerte con el padre que me tocó. Ojalá que estés por acá unas cuántas décadas más para poder seguir aprendiendo de ti.

Feliz cumple Pa.