sábado, 24 de agosto de 2013

martes, 20 de agosto de 2013

Lejos

Lo lindo de la distancia puede que sea descubrir que extrañás a alguien con  fuerza.

sábado, 17 de agosto de 2013

De Efe

Cansancio y dolor de cabeza. Una espera larga para que nos dieran las habitaciones. Piso 28 y el Parque de Chapultepec a nuestros pies. Y kilómetros de esta ciudad monstruo. Después compartimos alambres y otros platos mexicanos, probamos picante y ultrapicante, pudimos a medias con los frijoles y recorrimos un shopping que bien podría haber estado en cualquier lugar de Madrid, porque todo Inditex estaba ahí adentro. Y bastante más barato. Tomamos algo en el bar del hotel (yo comí skittles). Y eso. Llegamos,  que ya es bstante.

viernes, 16 de agosto de 2013

A la chingada

Me fui.
No sé si te escribiré.
Capaz que sí, capaz que no.
Como todo.

jueves, 15 de agosto de 2013

miércoles, 14 de agosto de 2013

México

A dos días de despegar, no sé muy bien lo que espero pero creo que México tiene potencial de hechizo. Me lo imagino grande y distinto y colorido y alegre, pero a la vez, con un ritmo propio, de gente que no se impacienta. No sé qué es lo que más ganas tengo de ver. Quizás esas escenas cotidianas y costumbristas, esos pueblos típicos, ese acento particular, esa comida suculenta y efusiva. O las playas y el descanso y las olas. O las pirámides y su rareza. O los cuadros de Frida. O la enormidad del DF que me va a hacer sentir una hormiga. O el paisaje que se ve desde la ventana del auto camino a Guanajuato. O los sarapes multicolor, el rito del tequila, las calaveras, los mariachis, las flores y todo eso que lo hace ser México, así, con equis, exótico y exaltado, reverberante, contrastante, mágico y misterioso. 

lunes, 12 de agosto de 2013

Hoy lloré

Capaz que fue la fiebre o la impotencia o el afloje, pero hoy lloré. Lloré en el sofá de casa apenas llegué, porque no sentía las manos ni los pies del frío, y temblaba sin parar. Lloré porque no podía moverme sin doler, porque no quería sacarme el abrigo, porque eran las nueve y media de la noche y no había nadie en casa aún. Lloré porque estaba profunda y totalmente cansada, del día y de la semana pasada y del año y de lo que significa no parar de hacer las mismas cosas en ciclos similares de rutina que se repiten y perpetúan por mucho tiempo. Lloré porque a veces no puedo con todo lo que quiero ser capaz de hacer. Lloré porque mi agotamiento es bueno pero es mucho y porque faltan cuatro días para irme de vacaciones, pero no logré terminarlos entera. Lloré porque me duele la garganta y tengo 39 de fiebre y esas cosas me asustan porque nunca tengo tanta fiebre. Lloré porque fui a la emergencia y ni siquiera me tomaron la temperatura ni me tomaron en serio y pasé las últimas tres horas previas al llanto creyendo que estaba loca e hipocondríaca y exagerada. Lloré porque la médica me trató feo y no pude ni discutirle por el cansancio, porque la jornada fue eterna y sin pausa, porque alguien lloró a mi lado hoy más temprano, y ella tenía lágrimas para medio mundo. Lloré porque no pude terminar la sopa de arroz que me hizo mi madre. Lloré por cosas pequeñas y mundanas, torpes cosas afortunadas, bendiciones con cara de responsabilidad y desbordes de cariño. Lloré porque me siento querida y quiero devolverlo con creces. Lloré porque a veces colapso y somatizo y me enfermo y lloro, y porque hoy me dejé morir en el sofá de mi casa, llorando, capaz por la fiebre o la impotencia o el afloje. 

domingo, 11 de agosto de 2013

Y bueno

Y bueno. 

Escribo poco y salteado y feo y cíclico. Pero estoy viviendo intenso y lindo y nuevo y mucho. 

Lo siente el blog y lo sienten las ganas de dormir que me acosan permanentemente. Es una pena que a veces prefiera dormir que escribir. Hago lo que puedo y a veces no puedo más que esto que hago. Que no se reduce sólo a postear delirios, por suerte.  

miércoles, 7 de agosto de 2013

Creatividez

A veces no sé qué diantres hago haciendo lo que hago o lo que estoy haciendo en el preciso momento en que me lo cuestiono. Todo es presión y duda y escapismo y cansancio. Hasta doler. Entonces de repente emerge una minúscula creación casi potable, levemente factible de ser apreciada por otro ser humano, torpemente originada para gustar, para envolver, para atrapar. La cazo de la punta pero sigue cubierta por la capa grasienta que forman el estrés y el universo, trato de removerla, de arrancarla, y no, me quedo con una punta, con un fragmento insuficiente, como la cola de una lagartija. La idea vuelve a hundirse y adiós. Y todo es presión  y duda y escapismo y cansancio al tratar de hacer de un trozo muerto una obra. Y me pregunto qué hago, y a veces justamente eso que hago, eso que estoy haciendo en el preciso momento en que me lo cuestiono, es dolerme por ser un cementerio de pedazos de ideas. 

martes, 6 de agosto de 2013

Papas fritas

Por un instante pensé que vine a este mundo nada más que a compartir papas fritas contigo.

domingo, 4 de agosto de 2013

Balance

Empecé a ver una serie. Volví a los rollers. Probé comida tailandesa. Averigüé mi índice de masa corporal y podría haber sido peor. Pagué una deuda. Hablé con un extraño. Me desperté sin alarma. Ordené el cuarto. Me pinté las uñas de negro sin hacer mucho enchastre. Logré comer sólo dos masitas. Dejé dormir a mi gato resistiéndome a su ternura. Aprendí a descargar torrents. Dormí la siesta. Llamé a una amiga. Me hicieron mimos en la panza. 

Creo que está todo en orden.

Oh saturday saturday

El sábado se fue y dejó todo desordenado. Tenía otra fiesta en alguna parte y dejó al domingo para que nos ayudara a limpiar. Y bueno, acá estamos, barriendo lentamente las serpentinas del suelo y poniendo los almohadones en su lugar. Los vasos los dejamos en la pileta porque dijo el lunes que él se encargaba, y bueno, le tomamos la palabra. Al sábado nadie va a reclamarle nada, obvio. Siempre es más divertido cuando está él, aunque después nos abandone con la resaca y la mugre. Se lo perdonamos, porque por algo es quien es y lo seguimos invitando al evento de la vida cada semana.

jueves, 1 de agosto de 2013

Falsa alarma

Me preparé para un huracán. Me equipé para cosas terribles, me imaginé el pronóstico más desolador, me mentalicé para un destrozo. Con todo eso, salí a enfrentarlo. A la intemperie, donde más fuerte azotaba. Donde lo miré a la cara y lo saludé con cortesía. Y ni siquiera me despeinó. Mi ropa no quedó hecha trizas y mi corazón, menos.