jueves, 30 de enero de 2014

Mil

Creo que cada vez tengo menos idea de la vida y de eso se trata todo. En este descampado desde donde miro pasar las cosas no hay grandes certezas. Me asusta la vorágine violenta y, a la vez, me excita. Reclamo independencia y también añoro afecto, supervisión, lazos. Es difícil. Estoy buscando entusiasmo con un hambre feroz que languidece cada mañana entre los almohadones de la rutina. Quiero besos seguros y abrazos vulnerables. No me alcanzan los relojes de la noche. Necesito no parar de trabajar pero también son esenciales miles de minutos de nada. O de leer. O de mirar cómo se desenreda una historia afilada en una pantalla. Ya no importa en qué pantalla. Me quiero desenvolver así, como un personaje entrañable pero lleno de rica oscuridad en una serie cautivadora de trece episodios que elevan la adrenalina, interrumpen el pulso y pueblan la ficción de suspiros y gritos de euforia. Quiero que alguien me deje boquiabierta y muda. Como si estas mil cosas publicadas de golpe desaparecieran, yo fuera un territorio nuevo que explorar, y el pasado se perdiera en papeles arrancados y tirados al vacío, o quemados. Mejor quemados: efusivas bolitas de fuego que no dejan más que ceniza y olor a memoria trunca. Y aparecer en un páramo chamuscado toda envuelta en humo, como quien sobrevive.

lunes, 27 de enero de 2014

Whatever

Dejate ir, boluda. Dejate ir con las rueditas por la rambla y los pelos desatados y los brazos abiertos como una hipster que quiere absorber el aire con la piel, o algo así. Las baldosas te traicionan, las viejas te miran raro, una gorda se asusta porque casi te le caés encima y un niño no sabe para dónde llevar su bicicleta. Es eso, es estar revolviéndose entre la gente y esquivar las palmeras. No es nada más que eso y dejarte ir, que sólo importe acelerar y enganchar bien una pierna atrás de la otra, vaivén, ritmo, estabilidad. Que alguien te grite un piropo o una guasada, que se enojen por los finitos, que haya atardecido hace rato, que los faroles no anden y que el mar, cadencioso, acompañe con un murmullo de agua el rugido de tu deslizar. Es eso. Es dejarte ir, así, como un bólido danzante por la vereda. 

sábado, 25 de enero de 2014

jueves, 23 de enero de 2014

Huellas de duda

Por más que observo, que leo, que junto en puñados gruesos la data del entorno, del más allá, del acá inmediato, del núcleo y la órbita y el ruido, también interpreto -frecuentando el error, acariciando el prejuicio-, imagino, trazo, escucho dejándome las orejas en el trámite, rescato pistas, destellitos de personalidad, misterios ínfimos, y en un momento de ingenua confianza creo que voy amasando unas estructuras unos cimientos unas construcciones personales de lo que es la realidad, o de cómo es alguien, o de qué prefiere tal tipo de alma, hasta que surge en el diálogo una referencia que yo entendí que aludía a algo pero no, no era, entonces quedo sumida otra vez en mi incomprensión, mi deriva estúpida, sedienta como nadie de captar las formas de un concepto que se me escapa, que nunca va a venir a mí, que nadie va a querer explicarme, y me pierdo de un pedazo de cosmos tan grande como el silencio. Porque al final ando así, con hambre de comprensión del mundo y de la vida y de la gente y toda vacua, verde, viciada, vulnerable. Dejando huellas de duda en cada cosa que toco. 

miércoles, 15 de enero de 2014

Pep talks

Qué curioso cómo a veces no podés hablar sin llorar o pensar sin agobiarte. Qué estúpido cómo también te cuesta abrazar o expresar entusiasmo o hasta sentirlo. Qué raro y tonto es el miedo a perder, si no ganaste nada todavía. Qué imbéciles las dudas, pero a la vez indispensables. Qué increíble es el poder de una conversación, cuando te aseguran confianza y quedás sedada, en paz, por lo menos momentáneamente. Qué tranquilizadora es una inyección de sabiduría ajena, y qué útil. Cómo descarga el peso de la espalda un consejo cariñoso, un estoy acá. Qué lindo que es saber que hay donde caer porque unos brazos te atajan. Qué gratificante es contar con los mejores maestros. Qué bueno es poner en movimiento la máquina creativa después de limpiarla a fondo. Qué sencillo es olvidarse de todo esto cada tanto y volver a hundirse en las olas de la angustia. Qué calma proporciona entender que no es necesario. 

domingo, 12 de enero de 2014

Fugaz

La veía pasar todos los días. Le gustaba mucho su forma de hablar y de moverse, sobre todo cuando usaba esa pollera larga roja. Tenía un aire etéreo pero a la vez palpable, insoportablemente físico, que le alborotaba el pecho. La miraba atravesar la puerta como quien pide un deseo al ver una estrella fugaz, archivándose el momento en lo más abismal de los anhelos. Hasta que se cansó de verla pasar y un día la siguió hasta el parking. Su idea era invitarla a salir, nada más, pero de alguna forma se encontró acorralándola cuando ella le dijo que no muchas gracias. La estaba apuñalando antes de poder detenerse. La miró fijo mientras se iba quedando inmóvil y se le manchaba el cuerpo de sangre. Le acarició ligeramente el pelo y sonrió al comprobar, una vez más, que el rojo siempre le quedaba bien.

sábado, 11 de enero de 2014

Lacking

Está bueno tener aspiraciones y ambición y obsesión y tenacidad.

Lo que estaría mejor sería tener también ideas.

miércoles, 8 de enero de 2014

El oso de peluche rosado

Hoy decidí regalar el oso. No porque el oso sea feo, aunque tampoco es tan lindo. Simplemente porque perdió su significado. Porque su mirada ya no me da una punzada de melancolía. Creo que como elemento simbólico recordatorio cumplió su ciclo. A veces el problema no es con lo que fue sino con lo que no pudo ser. La historia es extraña y torpe, trunca y estéril. La retiene una neblina difusa. Un poco de rencor. Hilachas de rabia. Pero el oleaje del tiempo va tapando la grieta.

Hoy decidí regalar el oso porque hace rato que no es mío. Lo que no sé es si alguna vez lo fue. Trituraría al peluche, pero el pobre no tuvo nada que ver con que lo comprara un cobarde para regalárselo a una pelotuda. Así que más vale que lo abrace un niño o algo así. Que otro romántico se lo ofrezca a otra ingenua con más suerte o con mejor discernimiento. Capaz con lo segundo alcanza. Y allá ellos.

martes, 7 de enero de 2014

lunes, 6 de enero de 2014

Bellos ellos

Si no son lo mejor que hay en el universo, al menos son lo más lindo.










domingo, 5 de enero de 2014

Molinos

El viernes de nochecita, en un silencioso tramo de la ruta, me encontré con los molinos de viento a contraluz de los restos del día, estáticos, y arriba la luna como un gajo de uña. Pensé en parar y sacar la foto, pero la distancia era mucha y el cansancio era largo. Así que seguí, quedándome sin atrapar la magia pero sabiendo que yo la vi existir a un costado del camino.

miércoles, 1 de enero de 2014