jueves, 28 de septiembre de 2023

Para que yo pudiera amarte

Ejercicio a partir de "Historia de un amor" de Cristina Peri Rossi.


Para que yo pudiera amarte
tuvimos que amar a otros antes.
Tuvimos que amar distinto,
doler, llorar,
sanar a medias.
Tuvimos que rompernos 10 veces,
perder pelo, olvidar un poco.
Tuvimos que aprender cosas,
decidir lo que no, envejecer.
Para que yo pudiera amarte
tuvimos que saber vivir sin amarnos,
en el desorden
primero. 

Para que yo pudiera besarte
Tuvimos que besar mucho, con hambre, con curiosidad.
Encontrar ritmos satisfactorios
en esa caterva de lenguas que nos precedió.
Dejarnos hurgar por bocas rabiosas, morder, oler, 
chupar a conciencia labios de todo tipo,
para que nuestros besos sean estos que rajan la tierra,
para ser libres besando
para proponer sin miedo
con los ojos cerrados
con el tacto intacto
mientras construimos un diálogo húmedo 
con la historia de todos los besos que nos trajeron hasta acá,
incluso los que no pudimos dar. 

Para que yo pudiera tenerte
tuvimos que entender de libertad.
Tuvimos que conversar, oír, esperar, 
descifrar lo que significa estar juntos
sin pretender pertenecernos
sin asumir nada
preguntando todo como si fuera la primera vez
o como debieran ser las primeras veces.
Tuvimos que dejar de exigir
y pedir con claridad,
acordar límites, hablar fuerte y firme.
Escribimos,
confiamos,
establecimos los que es importante en nuestra línea de tiempo,
en nuestro organigrama de deseos,
en nuestra agenda de momentos. 

Para que yo pudiera encontrarte
tuve que disfrutar de que no estuvieras.
Tuve que armar mi casa sin nadie más,
dejar de escapar de mis ratos a solas, 
decidir mi futuro mío,
mis próximos pasos. 
Para que luego llegaras y me vieras segura,
entera, concentrada.
Para que amaras mi libertad tanto como la tuya
y recorrieras mi casa sintiéndote
no dueño,
sino bienvenido.
Para que pudiéramos decidir qué construir,
a prueba de catástrofes,
a prueba de despojos,
porque sabemos que vamos a sobrevivir a pesar de todo.

El desorden no nos asusta
pero el amor
tampoco. 


martes, 14 de febrero de 2023

Las cosas que atesoro

Tu risa en un audio, fresca y alegre. Tu boca en mi boca. El abrazo insospechado mientras lavo los platos. Vos, acostado ya con los ojos cerrados, pero diciéndome que todavía no apague la luz. Tu manera de encontrar el momento para decir las cosas. Tus ojos cansados que quiero besar. Tu cuerpo buscándome en dos metros de cama y tus brazos fuertes, tus abrazos fuertes. La manera en que Roque se acurruca contra tus piernas. La piel despierta muy tarde y muy temprano. Un salvajismo contenido, una ternura desaforada. Tu forma de acabar y que todo empiece de nuevo. Mis ganas de verte, reviviendo apenas te vas. Tu aparatosidad en la escalera mecánica versus tu desenvoltura en la cocina. Que la conversación surge sin frenos, con interés, con curiosidad. Las flores ahora son enredaderas acariciando a la máquina. Tu pelo que te tapa la oreja y yo me obstino en domar. Tu espalda firme, tu impulso y tu iniciativa. El tetris nuestro en la silla, en la puerta, en el sofá. El contenedor que parece un lugar seguro. Los textos al otro día como para decir presente en el archivo de nuestra breve memoria juntos. La franqueza y la naturalidad que tenés para decir las cosas. La forma de abrir el libro de tu vida, con sus páginas duras, con tu luminosidad. Las palabras que elegís para contarme de tus hijos. Tu entusiasmo que me sigue enamorando. Las ganas que me dan de callarte la boca de las maneras más diversas. Tu lado ingeniero y mi lado blando, chocando en un universo interesante. Lo que pienso al escucharte hablar. La reciprocidad que me llega y me llena, ese entendernos por ser bastante parecidos pero haber vivido diferente. Los libros que leés. El flan que cambió mi opinión de los flanes. Tu mochila en el comedor. Tu patio con suculentas, tu casa vivida y tu costumbre de cuidar el tiempo. Y algunas cosas más. El respeto cuando no coincidimos. La sorpresa de haberte encontrado. Eso que siento que no me cabe en el pecho cuando estamos en paz. El descubrimiento de cada día y las ganas de más.

martes, 28 de junio de 2022

Pensé que ya no

Pensé que ya no

y que el control era mío.

Pensé que el camino era recto

y los árboles

iban a verme envejecer.

Pensé que la vida era simple

y un poco solitaria

pero ordenada, rica, plena. 

No habría sobresaltos

ni miedo.

La calma de mi casa,

el gato durmiendo,

las plantas en cada habitación,

y algún un abrazo medido,

exacto,

para sortear el frío. 

Pero mi pensamiento

fue desarmado

pregunta a pregunta.

Ya no es tan simple. 

La calma es otra. 

Lo exacto se desbordó.Los árboles miran -sonriendo- 

desde el frío

y el gato 

duerme junto a tus pies. 

Las cosas han llegado a este punto. 

El plan falló.

Quizás la próxima pregunta

deshaga el nudo.

Y ahora

¿qué? 

Y ahora 

todo. 

viernes, 17 de junio de 2022

Match

Primero pasaron horas. Pero fueron buenas horas. Quizás sí hubo análisis, diagnóstico, inspección. El vino amortiguó los filtros, pero la conversación los deshizo. Me caíste mejor que por chat. O fue que te hiciste real, no sé. Me pareciste lo suficientemente estructurado como para sentirme cómoda y lo suficientemente suelto como para considerarme desafiada. 

Llevarte a tu casa era una apuesta. Funcionó, aunque nos hicimos esperar. Tu casa fue reveladora. El fuego de la estufa era eterno y tu gata era más cariñosa que vos. Un vaso que cae, un trajo añejo, un rato más. Hasta que por fin, un beso. Un beso que fueron muchos o que fue muy largo, y que nos desenroscó las vueltas para envolvernos en una rosca de manos y cuerpos y espaldas y ropa. 

Me resultó fácil. Mejor que eso. Me resultó natural. Necesario, hambriento, inesperado y no. Nos tenía fe, pero me gustó más comprobarlo. Un lindo hallazgo al final del sábado. El principio de un descubrimiento. No sé quien tuvo más el control. No importaba, creo. Tu cama era el centro del mundo y tu sonrisa me hacía reír. Quedó todo pendiente y a la vez, nada. 

Quiero verte mejor. Quiero tener más tiempo. Quiero sentirte adentro y alrededor. Acariciarte fuerte, morderte lento y ver hacia dónde podemos ir sin ir a ninguna parte. Sin presas ni flechas, con ternura y rabia. Dialogando sin hablar o hablando todo, durmiendo de a ratos, encendidos. Que no sepamos donde termina cada cuerpo ni qué horas son. 

Lamento no tener tantas versiones de esta historia en mi cabeza. Tengo flashes, rastros de piel, un par de ideas. Tengo intriga y ganas. También tengo paciencia. Después, lo demás, está todo por hacerse. 

viernes, 10 de junio de 2022

Sueños diferidos

Una vez que abrís los ojos, no podés cerrarlos.
Una vez que corre la tinta, ya quedaste expuesta.

Entonces no queda otra que seguir escribiendo.
Dejar salir lo que todas queremos decir, pero quizás no sabíamos.
Dejar de estar cómoda para ser útil.
Dejar de estar ciega para ser libre.

Y escribir como meta, como conjuro.
Para doler juntas. Para doler menos. Para cambiar todo.
O para tocar algo, aunque sea pequeño.