lunes, 6 de diciembre de 2010

indefensa




no pensé que iba a caer de esta manera. es decir, le tenía miedo al invierno pero creí que lo peor ya había pasado. pero no. unas cosas raras me empezaron a doler en el cuello. y yo se lo achaqué a las contracturas (cuando no? siempre son las contracturas). resulta que tengo algo que se llama ganglios que se pueden hinchar como para formar una especie de papada maciza y duelen. con mi ignorancia, ya que desconocía esto de la inflamación de ganglios en carne propia, no me preocupé por el tema. hasta que no sé por qué preciosa coordinación de los astros mi cuerpo se dejó vencer. y esta especie de infección lo atacó por todos lados. oídos, nariz, garganta, boca, lengua, cara. todo tomado por no sé qué maldita cosa enfermiza. mis defensas abandonaron sus armas y salieron corriendo a esconderse. desertoras. eso es traición!


la fiebre, los mocos, las llagas. dolor de cabeza. garganta que se me parte en dos. abrigo que nunca es suficiente, o siempre es demasiado. extremos. calor. pero mucho mucho frío. manos eternamente heladas. remedios varios, recetados por un doctor muy gordo. tan gordo que le cerré la puerta encima de alguna parte de su cuerpo, porque era como que nunca terminaba de pasar... ungüentos, polvos, pastillas, cremas, geles, caramelos. un antibiótico de tres pastillas en tres días. debe ser como la bomba atómica de los antibióticos. un termómetro chulo, electrónico y que suena como un despertador. una noche que no terminaba nunca. incomodidad. transpiración. estado de sitio en mi cuerpo. y las defensas, amenazadas de muerte, de a poco fueron recuperando sus puestos de combate. no luchan demasiado, pero por lo menos aguantan. lo necesario para que el ejército de mercenarios que son los medicamentos vengan a ayudar a resistir. van llegando. pero el resto del fin de semana larguísimo está arruinado. será una espera en piyamas, con mucha sopa de por medio, vitamina C y gárgaras. y unos libros que esperan para ser estudiados... pobrecitos. dudo que alguien les preste atención. es que con esto de la descarga de series, la convalescencia se hace bastante llevadera.

no sé qué esperar del resto del invierno. en realidad el invierno ni siquiera empezó y ya casi me muero dos veces en un mes y medio. maldita garganta débil y amígdalas podridas. mi organismo no entiende nada. para él tendría que haber calorcito y sol todos los días. más humedad, más flores, más pajaritos. manga corta y sandalias. pero no, resulta que los guantes son imprescindibles y aún así, mis dedos siempre están fríos. a veces quiero hacer como mis defensas. tirar las armas a la mierda y huir. extraño el sol y el verde.

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