domingo, 23 de marzo de 2014

Yo no escribo

No sé qué es, pero de alguna manera los días pasan y yo no escribo. En parte tengo miedo de querer decir cosas demasiado grandes. O no quiero que me lean. A veces me salteo este encuentro con el teclado porque no estoy segura de lo que quiero contarle. O falta tiempo. O falta vida. O sobran desbordes y prefiero desahogarlos en otras cosas. Puede que me alcance con que me abrace un buzo de lana o puede que no, generalmente no. Estoy totalmente alerta y en modo búsqueda. Y no sé qué encontrar. La música no me llena, todo me da hambre, todo me da apatía, todo me agota. El cerebro estalla cada dos días. Lo que me entusiasma no debería entusiasmarme. Lo demás es un páramo. Pienso en el pasado como algo ajeno. El presente también es de otros. El futuro es una carretera rota. Me involucro relativamente en las cosas. Me aferro a modos de reír, a esas pocas personas que me hacen sentir liviana y fascinante. Me aburro más de lo que es recomendable. Me dicen que soy fosforescente. Me siento ocre. De a ratos, en un atisbo de ilusión, me descubro reviviéndome en los ojos de alguien, como si no fuera la silueta mediocre de una malabarista torpe. Como si hacer equilibrio fuera divertido y una pudiera llenar mil posteos sobre el mismo tema. Hasta que me repito para siempre y no, no quiero eso. No quiero ser un solo texto eterno. Entonces callo y el blog se va vistiendo de telarañas. 

2 comentarios:

  1. me gusta todo lo que escribis poqrue siento que eres tan sincera, y eso es muy bueno para el lector, pero no quiero comentar porque se que tal vez los comentarios te hace sentir presionada por lo que vas a poner, por eso a veces siento que leer calladamente es mejor para disfrutar estas lecturas, gracias por escribir y sigue como siempre, sinceramente es lo importante

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