miércoles, 30 de noviembre de 2011

la noche es de colores

Hoy cumplo 10 meses en esta casa, en esta habitación. Ya la estoy desmontando. Las paredes vuelven a estar vacías, y los objetos personales van guardándose en las cuatro valijas de todos los tamaños que se esconden abajo de la cama. Me da mucha pena. Se me había convertido en hogar.

Afuera, Madrid avanza hacia la Navidad, con las mismas decoraciones que el año pasado. Ya las conozco, pero me dan igual sensación de norte que en 2010. Son como símbolos de la Navidad fría, nevada, primermundista, que por ahora voy a seguir sin conocer. Me gustan. Hacen que recorrer la ciudad sea grato y lleno de paisajes.

Me siento un poco como la ciudad. Estoy a la expectativa, aunque disfruto de cada uno de estos últimos días. Lo que no sé es si me adornan los mismos chirimbolos que el año pasado, si cambiaron los colores de las luces, si los diseños son otros. Espero, reuniendo nostalgias, asumiendo la intriga, recorriéndolo todo una y otra vez, inhalándolo, viéndolo, compartiéndolo con los que están. O sea que en realidad no espero.

















martes, 29 de noviembre de 2011

insecurities



Leo los diarios uruguayos. Hay noticias que, aunque estés lejos, sabés que causan mucho más impacto. Sabés porque conocés de qué barrio viene, entre otras cosas. Sabés que tus amigos lo van a estar hablando entre ellos, discutiendo, momentáneamente impactados. Sabés que tus padres lo van a comentar con gente de su entorno. Sabés que algunas zonas de la ciudad van a verse especialmente alarmadas, o más bien, especialmente identificadas. Cuando las cosas muy malas les pasan a los ricos, generalmente causan más revuelo. Y que un padre mate a su hija porque pensó que un ladrón había entrado en su casa, lamentablemente causa más revuelo si la casa es en Carrasco que en La Teja. Pero es igual de triste. Sólo que cuando sucede en Carrasco, la sociedad toma especial nota de ello. Porque se da cuenta de que la situación es extrema. Porque si pasa en Carrasco, básicamente pasa en todos lados. O es la idea subyacente que nos queda.

No tengo nada contra Carrasco. Es un el barrio caro y de gente regia por excelencia, y por tradición, en Montevideo. Eso es un hecho. Punto. Quizás lo que preocupa más de esta noticia es que mucha gente que conozco, y me incluyo, podría haber sido ese padre consternado o esa hija muerta. Eso es lo que conmociona a la mayoría de los conmocionados. No sé si toda la sociedad uruguaya está shockeada por este hecho. No es la primera vez que ocurre. Hay gente que lamentablemente lo vive mucho más de cerca. Hay gente que convive con bocas de pasta base en su misma cuadra, o que sabe que no puede ni colgar la ropa a secar, porque se la roban. Hay gente que pasa días y días sin teléfono porque alguien se llevó los cables de cobre. Hay gente que escucha tiros de noche, y procura dormirse de todas formas, porque es casi normal. Hay gente que desconfía de sus propios hijos drogadictos, y encadena los electrodomésticos para que no se los vendan. Eso no es nuevo. Lo que es "nuevo" es que ocurran cosas del estilo en Carrasco. Y hace rato que algunos sucesos perdieron novedad.

Pero no importa quién esté shockeado o no. Todos deberíamos estarlo, pase donde pase. Muchos critican al padre, que tenía un arma, y disparó sin saber exactamente lo que hacía, matando en el acto a su hija de 24 años. A mí el padre me da una pena infinita. Porque hace menos de un mes que habían entrado tres tipos a su casa, a la fuerza, encañonando a su hijo para que les abriera la puerta. La madre se hizo la dormida, y la dejaron en paz. Pero al padre y al hijo los maniataron y se llevaron todo lo que pudieron.

No dudo que desde entonces ningún miembro de esa familia podía dormir tranquilo. Ese día perdieron mucho más que unas cuantas cosas materiales. Ese día desapareció la seguridad, y los invadió el miedo. Porque descubrieron que ni una casa en uno de los barrios más fortificados de la ciudad, ni unas rejas, ni una alarma, ni un perro, ni cualquier ayuda de la policía los podía mantener a salvo. Entendieron que de improviso puede aparecer alguien que apenas con un revólver vulnere absolutamente todo lo que puede considerarse un refugio. Yo también tendría un arma en casa, y estaría dispuesta a empuñarla para proteger a mi familia. Yo también me sobresaltaría al menor ruido. Y acaso con mi afán de salvar a los que más quiero, los podría llegar a poner en peligro por mis propios nervios, por mi indignación, por mi terror.

Nadie está a salvo. Creo que eso es lo que más nos asusta de todo. Nos damos cuenta de que el miedo vive en cada uno de nuestros actos, y de que todo empeora. No podemos bajar la guardia. Pero parece que tampoco podemos extremarla, porque suceden cosas así. Accidentes, evitables sí, quizás, pero a un costo extraño. Si ese padre no hubiera tenido una pistola, el tiro capaz que se lo daba otro.

El hijo, ese al que le apuntaron entre tres cuando volvía a su casa, había organizado una marcha para pedir más seguridad. Ese mismo que anoche perdió una hermana, había reunido a sus amigos y publicado un evento abierto en Facebook para movilizar gente en una demostración pacífica de lo mucho que hace falta algún tipo de stop a la inseguridad crónica. Hoy tiene más de dos mil personas adheridas a la marcha, la mayoría después de lo que pasó anoche. Hay un montón de mensajes de condolencias, de apoyo y solidaridad. Claro que él no debe estar viéndolos, porque está llorando la muerte de su hermana.

lunes, 28 de noviembre de 2011

inyecciones que no duelen

Como sólo me quedan dos semanas en Madrid (freaky, ¿no?), estoy aprovechando para ver muchas cosas antes de irme, porque si bien Montevideo es muy linda, digamos que ahí la oferta cultural es de otro nivel y otra cuantía. Así que en estos días me estoy inyectado paseos, visitas, museos y programas de ocio y cultura que después voy a extrañar, o no voy a tener oportunidad de ver. Ayer fue teatro flamenco y hoy fue una exposición que quería ver desde que me enteré que estaba. Es sobre Mario Vargas Llosa, y tiene lugar en la Sala El Águila, que es un edificio de ladrillos antiguo, muy refaccionado e invitador, en la zona de Delicias. Hasta ahí me fui en la línea de metro amarilla, y una amable señora de un kiosco me indicó la calle Ramírez de Prado (las señoras de kiosco no suelen ser amables).

Casi toda la muestra es biográfica. Maravillosamente biográfica. Con una línea de tiempo de cuatro paredes, fotos familiares, diplomas, cartas y hasta el carné de notas de primero de escuela, la vida de Mario queda expuesta, pero invitando a hacer descubrimientos, porque no todo está dicho. Algunas cosas se adivinan, se suponen, como los comentarios en las últimas páginas de los libros que leyó y un número (¿un puntaje?). O las cartas con Barral, Fuentes o Cortázar. Me encantó una cosa que le escribió Carmen Balcells, algo así como una orden de que deje de dar clases y se dedique a escribir por completo, que ella le iba a pagar lo que ganaba como profesor. Y que se mudara a Barcelona, que era más barato que vivir en Londres...

Habiendo leído algo así como el 80% de sus libros, esta exposición me fascinó de principio a fin. Porque fue la primera vez que sentí que entendía cabalmente lo que me estaban mostrando. Y como Mario es mi prócer literario, mi modelo a seguir en lo que a pluma se refiere, además del dueño de muchas de mis horas de entretenimiento entre sus páginas, había un factor emocional fuerte, intenso, a la hora de enfrentarme a sus primeros manuscritos, o los objetos que pueblan su escritorio (entre ellos muchos pequeños hipopótamos), o sus primeras cartas a Papá Noel.

Supongo que a todo el mundo le pasa, en algún momento, eso de descubrir en la obra de alguien una identificación muy fuerte, o algo a lo que aspirar. Encontrar una canción que te define, o un cuadro que expresa lo que tú querés decir. Para mí, leer las novelas de este señor fueron una revelación. No fue la única vez en la vida que me ocurrió algo así, ni con el único autor. Pero sí fue con el que más.

Creo que todo empezó con "La Fiesta del Chivo". Cerré ese libro pensando que necesitaba leer más cosas suyas, porque estaba empezando a descubrir cómo quería escribir. A quién quería parecerme. De quién tenía que aprender. La "Tía Julia y El Escribidor" fue mi identificación máxima, y el punto más alto en mi admiración de su obra. Quizás el momento en que leemos un libro tiene mucho que ver, y no es lo mismo enfrentarse a algo en la adolescencia que más tarde, o libros que me aburren en la adolescencia reciben una segunda oportunidad después, y por suerte, porque me hubiera perdido de leer genialidades. Pero esos dos libros de Mario torcieron mi imaginación para siempre, y me marcaron un cielo muy alto. Después vino "Pantaleón y las visitadoras", casi en seguida, porque tenía un hambre de sus libros que me hacía leer todo lo suyo que llegaba a mis manos. Y otra cosa imponente fue "La Guerra del Fin del Mundo". También, por supuesto, "Conversación en La Catedral". Y no puedo dejar de contar lo mucho que me afectó "La Ciudad y los Perros", por la crudeza de ese mundo de varones. También leí algunos más, pero los indispensables fueron esos.

Y hoy estaban todos ahí. Mirándome desde portadas en muchos idiomas. Explicándome el contexto de cada uno, sus personajes, sus procesos creativos. Y en algún rincón, una vitrina con el premio Cervantes. Otra vitrina con la carta de comunicación de que le otorgaron el Nóbel. Una máquina de escribir. Libretas, fotos, videos, libros. Lo que hace a un escritor de su talla, expuesto, examinado, explicado. Y yo deseando algún día poder acumular tantas palabras. Acariciarlas así, escupirlas así. Adueñármelas hasta el punto de que alguien se quede igual de transfigurado que yo hoy frente a un texto de mi autoría.






domingo, 27 de noviembre de 2011

a tres semanas

Pienso en una extensión de verde gigante ante los pies de mi yegua y, a su lado, un pequeño ser que corretea sin entender muy bien el rumbo. Pienso en agua en la que me zambullo, fría, como un golpe que corta la respiración, metálico, con sabor a cloro y olor a protector solar. Agua clara como los días de verano, como flotar en la colchoneta sin pensar en nada, como olvidarme de quién soy metida en un libro, en la hora de la siesta. Como las noches de bailar sobre esa arena que cubre el suelo de los boliches. Acunarse. Encontrar un beso por ahí. O dos. Y escapar hacia la ruta, conmigo y algún cd de los viejos, o con alguien con quien ver la puesta del sol desde el puente de Santa Lucía y reirme y tomar un café en Young o en alguna Ancap por el camino. Pensar en que no hay que pensar y en que lo único que hay por delante es el sol y ver el amanecer llegando a casa con los pies sucios, bailados, cansados, y ganas de desayunar tarta de puerros de Tienda Inglesa, o milanesas, o helado Conaprole de limón, o ciruelas, lo que sea que haya en la heladera anárquica de los veranos en la playa. Pero sobre todo compartir, que todo se tiña de naranja y colores de bikinis alegres, y puro sol, nada más que sol, o la sensación incomparable de tener que ponerse un saquito un día un poco más nublado. Quedarse en la playa desafiando la tormenta, limpiar la arena de las reposeras, planear las noches que resultan mejor sin planes, preparar daiquiris o shots, reír sin parar y escuchar una y otra vez las mismas canciones. Y sobre todo, el color de la piel, que se vuelve bronce por fuera y por dentro creo que también. Pieles que brillan y rebotan, que se oscurecen y te piden que las toques, espaldas, piernas, cuellos. Despertar y no saber ni qué día es, y que ni siquiera importe saberlo. Que el tiempo se interrumpa y a la vez se vuelva eterno. Que encuentre una paz y a la vez una inquietud perpetua por no dejar de vivirlo todo. Que me enamore de las posibilidades. Y de hacerlas reales.

sábado, 26 de noviembre de 2011

carmen

El señor Bizet creó la ópera Carmen basándose en una novela de un francés (Prosper Mérimée) que probablemente se basó a su vez en el poema "Los gitanos" que escribió un ruso (Aleksander Pushkin). El pobre Bizet se murió a los pocos meses del estreno en la Ópera-Comique de París, así que nunca se enteró de lo bien que le fue a la obra post-mórtem, porque en esa primera temporada de 1875 regalaban entradas para que no quedara vacío el teatro.

Es curioso que teniendo orígenes franceses y rusos, la ópera se ambiente en la Sevilla de 1820. Carmen es una gitana con carácter, liberal en sus amores y bastante vanguardista en sus costumbres, además de muy activa políticamente, porque apoya todo tipo de revuelta reivindicativa de los derechos de las mujeres andaluzas. Tiene unas amigotas cigarreras y unos amigotes militares. Uno de ellos, Don José Lizarrabengoa, un "navarrito", se enamora de Carmen, y durante un rato también Carmen de él. Pero el tipo es un celoso, mata a otro militar que bailotea con Carmen y va preso. Cuando sale de la cárcel, Carmen lo estuvo esperando, y reanudan su relación. Pero ella se enamora de un picador famoso, y José la mata.

No es fácil contar todas esas idas y venidas en una hora y media de espectáculo. Pero si te leíste antes la introducción vas a andar bien. Porque la "Carmen" de Salvador Távora es puro baile, y la historia es sólo la excusa para los cambios de ritmo y entusiasmo. Me gusta muchísimo el flamenco, y es la segunda versión flamenca que veo de esta ópera (creo que nunca la voy a ver en ópera normal). Me pareció hermosa. No sé, por cursi que suene esa palabra, es la que me describió el show de hoy. Ni me aburrí en ningún momento, ni quise que terminara, ni me preocupó no entender perfectamente la trama. Simplemente me senté a ver, y lo que vi me llegó. Y me dieron ganas de ser gitana y saber taconear de esa manera.

Quizás estuve todo el rato esperando el momento más sublime, porque ya sabía que venía. Pero no le quitó sublimidad. De repente a todos se nos fue el aliento cuando, bajo el arco enorme de campanas, apareció el "picador", montado en un tordillo impoluto, que lo único que parecía hacerlo real, y no de cuento de hadas, era la espuma que le salía de la boca. Así como si nada se puso a levantar las patas al ritmo de la música (como en este video, por el minuto 11 aproximadamente). La que por poco se pone a salpicar baba fui yo (y casi todo el teatro me parece). Carmen le bailaba alrededor, o el caballo alrededor de Carmen, y giraban a pasitos de galope, ella agarrándole un pedazo de crin, y el animal como si hubiera nacido artista, no perdía un compás, y cuando se quedaba quieto era una estampa tan tranquila, tan manso, tan bien educado, que me surgió una necesidad vital de dedicarme a aprender alta escuela ecuestre.

No puedo describirlo con justicia. Lo de hoy sí que me llegó al alma. Me hubiera gustado contárselo a Bizet, o verlo ahí, saludando al público, al lado del tordillo enorme, mágico, que ni se inmutaba con la ovación.



viernes, 25 de noviembre de 2011

hit me baby one more time

Hoy es 25 de noviembre y por ende se celebra internacionalmente el Día de la No Violencia de Género, o Día de la No Violencia Contra la Mujer, o Día de la Violencia de Género (en positivo, sí), o el Día Internacional para Eliminar la Violencia Contra la Mujer, como lo llama Michelle Bachelet en una columna de El País (de España). Más allá del desacuerdo de denominaciones, queda claro que lo que se pretende machacar en la cabeza de la gente es que hoy hay que, no sólo no pegarle a ningún sujeto femenino, sino además recordar a todas las mujeres que murieron víctimas del maltrato, de la violencia machista, de la violencia de género o como sea que se decida llamarle al trato abusivo de un hombre hacia una mujer.

Lo que yo no sabía era que la idea de hacer de hoy una jornada de reflexión sobre este tema viene de una propuesta de la República Domincana a la ONU, a raíz de que un 25 de noviembre, pero de 1960, fueron asesinadas las hermanas Mirabal por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Patria, Minerva y María Teresa fueron molidas a palos cuando iban a ver a sus maridos, que estaban presos por conspirar contra el régimen. Un poco injusto para los maridos, que no tuvieron nada que ver con sus muertes, que se recuerde hoy como el día de las mujeres golpeadas.

La historia de las Mirabal la leí por primera vez esbozada en "La Fiesta del Chivo", de Mario Vargas Llosa, y la profundicé en "En el tiempo de las mariposas", de Julia Álvarez. Más allá de que tenga muy poco que ver con la violencia doméstica, y mucho con la injusticia política y la crudeza de la dictadura, además de con la personalidad estrafalaria y maligna de Trujillo, recomiendo con fuerza la lectura de cualquiera de esas dos novelas, además de cualquier otra lectura histórico verídica sobre el tema.

Volviendo al día no violento, que deberían ser todos, me detengo un segundo para analizar cómo se habló de ello hoy en España, que aparentemente sufre terriblemente de "violencia machista", y van 54 mujeres muertas por esta razón en 2011. De esas 54 que fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas, se reflejó el hecho de que sólo el 26% había hecho una denuncia. Los informativos estaban muy preocupados en resaltar la importancia de denunciar, supongo que como factor preventivo. Hay unas campañas poco innovadoras en la calle y en la tele que pretenden hacer que las mujeres golpeadas llamen al 016.

En lo que me quedé pensando fue en las pobres 14 minas que sí hicieron la denuncia, y nada impidió que terminaran en un cajón bajo tierra. ¿Qué asegura entonces hacer una llamada? ¿Qué garantías ofrece la policía, o una orden de alejamiento, o cualquier recurso que interponga un abogado o un juez? Bastan dos minutos para que el tipo encolerizado se acerque con un revólver.

Claro que hay que denunciar, y calculo que será útil y la mayoría de las veces es una actitud sensata de parte de la misma mujer, como una forma de decir basta. Pero no sé si en la práctica tiene algún tipo de repercusión positiva cuando el asesino está de remate. Por lo menos este año, para 14 mujeres no sirvió de mucho.

El otro día hablé de machismo intrínseco. Sigo viéndolo por ahí, en los detalles más tontos, como en una serie de televisión en la que los hombres son los intrépidos exploradores, y ni se plantea la posibilidad de que las mujeres participen de la excursión, porque "puede ser peligrosa". Aunque sean estupideces de este calibre, son lo que siembra la idea general, subcutánea, de que está bien pensar así como sociedad. De que las mujeres son frágiles y tontas, y a la vez merecen ser reventadas a golpes si los hombres de sus vidas se sienten amenazados o desilusionados por algo que ellas hayan hecho, o que por lo menos sospechen que ellas han hecho, o para desanimarlas de hacer cualquier cosa, simplemente por las dudas. Esa idea pedorra de que las mujeres golpeadas "algo habrán hecho" parece arcaica, un vestigio increíble de hace siglos, pero hay muchos por ahí que todavía se rigen por ella, y lo peor es que no son sólo hombres.

Así que hoy me dedico a meditar sobre la violencia a secas, que generalmente es injusta e innecesaria, y siempre extrema. Venga de hombres o de mujeres, y esté dirigida hacia hombres, mujeres, niños, animales, ecosistemas, me parece un recurso que casi nunca va a estar justificado, y digo el casi porque no estoy segura de nada. Ojalá tenga pocos encuentros con la violencia, y ojalá, sobre todo, la encuentre cada vez menos dentro de mí misma.

jueves, 24 de noviembre de 2011

boa gente



Hoy me pasé la mañana laboral armando cajas de plástico para unas botellas de agua super glam que van a costar como 6 euros el medio litro. Lo mejor fue la terapia conversacional adjunta a esa actividad. Me sentí bienvenida en la empresa en la que ya hacen casi cinco meses que trabajo. Me alegro de haber tenido la chance de empezar ahí. Ya veremos qué aparece mañana, pero hoy se me hizo liviana la jornada. De algunos lados me va a dar pena irme.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

rain check



iba a escribir sobre el tedio de la fama.

pero me pareció muy tedioso, y mi libro actual está mucho más entretenido.

mejor me voy a aprender de john irving y "una mujer difícil".

martes, 22 de noviembre de 2011

no es normal

No es normal, no. Pero es agradable. No me termino de creer que es amistad. Ninguno va a desembuchar nada. No hoy. Pero es agradable. Tierno. Saber que alguien está ahí, de la manera que sea que esté, no deja de ser un alivio. Me río. Me noto sonreír. No quiero prometer cosas, excepto que voy a intentar no destruir nada. Ni siquiera esta cosa frágil disfrazada de amistad. Ni siquiera las posibilidades de que nunca vuelva a ser más que esa cosa, que es más que la nada, siempre. Por lo menos para mí. Creo que hay personas indispensables. A pesar de todo, a pesar de la historia y la memoria, del tiempo y de cientos de miles de kilómetros, recorridos o intransitados, nunca va a dejar de ser una de ellas.

lunes, 21 de noviembre de 2011

etapas, tapas, y papas



Entregué el proyecto final del máster. Pero no sentí el orgullo que sentí cuando entregué la tesis, porque en estas 57 páginas no puse ni un décimo del trabajo y la pasión que puse en la cosa más monstruosa que hecho hasta ahora. Sin embargo, ahí está, esperando que alguien no lo lea y lo califique, porque aparentemente es como funciona el trámite acá.

Después nos fuimos a la cafetería, a tomar tintos de verano, aunque ya el calor que servía de contexto a esa bebida mitad vino y mitad fanta de limón ya hace un tiempo que desapareció. Pero bueno, nos pusieron papitas chip, charlamos un rato, nos mudamos al bar de al lado, el famoso Dublín, donde nos pusieron de todo un poco con los otros tintos que nos tomamos, y charlamos un rato más. Básicamente, más patatas fritas, patatas bravas, patatas con champignones, patatas con alioli, y cosas que no eran papas algunas también, aunque no demasiadas.

Y me entra como una nostalgia y a la vez, una especie de sentimiento de que necesito que todo se termine ya. Porque la época del máster pasó y hace bastante que ya no es lo mismo, y ya me dí cuenta, lamentablemente, que la mayoría de la gente estaba de paso. Probablemente yo también, y por eso me brote esa urgencia de no prolongar cosas que probablemente en la vida no se vayan a extender más de esta mesa compartida en el bar de hoy.

Y me entró un cansancio enorme, no sé si por el vino, o por haber madrugado para imprimir el trabajo en la oficina y ahorrarme cien impresiones a color, o por las circunstancias en general, o por los recuerdos. Por el simple hecho de visualizar quién era yo y dónde estaba hace un año, cuando probablemente veníamos por primera vez a este mismo bar y en ese entonces yo tomaba coca cola y no tenía muy claro quién me caía simpático. Agotamiento de todo lo que ha transcurrido, de este camino, a veces genial, a veces duro, últimamente un poco solitario, o más bien un poco resignado a ser solitario hasta la vuelta.

Me gustó mucho conocer a las personas que conocí, y sé que todos valen la pena de alguna forma. Lo que no sé es qué pena valgo yo para ellos. Pero creo que ya no me importa tanto lo que piensen la mayoría. Ya está. El camino madrileño se interrumpe por acá nomás, y se verá quiénes siguen apareciendo en los nuevos recorridos.

Una parte de mí está triste. Una parte de mí está satisfecha. Y otra parte no sabe ni qué le pasa, porque está fundida. Ahora sólo quiero dormir.

sábado, 19 de noviembre de 2011

esas princesas tontas

No sé si ya lo he tratado, el tema del machismo. Pero el machismo intrínseco, que viene de fábrica. Ese que casi ni nos cuestionamos, que se asume como normal, que hasta las mujeres ven como correcto y esperado y hasta deseado.

Me refiero a algunas actitudes que he visto que ocurren ahora igual que hace cien años. Por ejemplo, algunas de mis amigas se han casado o planean hacerlo en el futuro próximo con hombres que se dedican a trabajar en el campo o en otra ciudad que no es Montevideo. Y sin dudarlo, se van tras ellos. Se amoldan. Se mudan y se buscan trabajos en el rincón donde al marido se le ocurre instalarse. No se lo cuestionan, es lo obvio. No piensan siquiera en la posibilidad de poner sus voluntades y sueños personales antes que las de ellos. Claro que están enamoradas o lo que sea, y su sueño y vocación puede ser cocinarle a sus maridos. Pero no me lo creo. En cierta forma se me caen ídolos. Porque son chicas preparadas, que estudiaron carreras, que antes de conocer a sus cónyuges tenían expectativas individuales, y que de repente los conocen y deciden olvidarse un poco de todo eso, y conformarse con algo inferior laboralmente, con tal de estar cerca de ellos.

No creo que esté mal renunciar un poco a tus objetivos para coordinar la existencia dual, con una persona a la que querés y a la que le deseás toda la felicidad del mundo, porque esa felicidad está inevitablemente anudada a la tuya. Lo que creo que está mal es que siempre sean las mujeres las que renuncian un poco, y los hombres los que persiguen sus sueños hasta donde se les da la gana.

¿Por qué siempre las protagonistas de las películas de Disney aspiran a nada más que casarse con un príncipe? ¿Qué es vivir felices para siempre? ¿Cocinarle al príncipe y ponerse lindos vestidos para agradarle? Desde que nacimos ya se nos inculca eso, aunque se diga que ha cambiado. Algo sí ha cambiado. Ahora las mujeres pueden trabajar y votar y bla bla bla. Pero cuando tienen hijos, lo que la sociedad espera es que dejen todo un poco de lado para dedicarse a ser madres. Sino se las mira mal, no son buenas madres. Y a los padres que nunca están en la casa porque trabajan todo el día no se les dice nada. Al contrario, "se están sacrificando" por su familia.

No entiendo. Me revienta. Me cansa. Me pude el tema de la "mujer objeto". A veces parece que el único objetivo que tenemos que tener es "cazar" a un buen partido, cazarlo y casarlo, y después dedicarnos a parir críos y cocinar guisos. Y ponernos lindos vestidos para que ellos nos vean guapas cuando lleguen de sacrificarse todos los días. Y parecer unas santas frente al mundo, pero ser de lo más gauchitas en la oscuridad de la cama matrimonial. Porque sino el sacrificado marido se va con la secretaria de veinte.

Todo mal con las princesas de Disney. Sentaron pésimos ejemplos y atrasan varias generaciones el advenimiento real de la mujer posmoderna.




viernes, 18 de noviembre de 2011

las conclusiones



Es lo más tedioso de escribir. Pero es lo único que me falta.

Las conclusiones. Página 55 del trabajo. Pretendo que ocupen solamente esa página, porque en la 56 ya está la bibliografía. Todo lo demás está escrito. Terminado. Ordenado, con formato. Casi correcto. Hasta el índice está listo. Sólo me queda eso, las conclusiones. Y después, la paz. O ese sentimiento inexplicable de no volver a tener que entregar otro mamotreto de proyecto final o tesis nunca más. Pero quién sabe lo que me espera, así que por ahora me voy a conformar con paz y liberación.

Un poco igual que mi vida.

No sé qué concluyo. No sé si todavía quiero escribir esa página. Ya es 19 de noviembre, y empieza la cuenta regresiva de un mes. En treinta días voy a estar diciéndole chau a Madrid y al universo este raro que he tenido acá. No quiero concluir. Por lo menos, no en el sentido final y sin retorno. Quiero empezar cosas nuevas y volver a cosas viejas. Pero no quiero cerrar las puertas del mundo por abrir las de mi casa.

Qué concluyo, entonces... Que soy resistente. Que tengo una fuerza y una independencia a veces dañinas. Que tolero bien y pésimo algunos tipos de soledad. Que puedo estar cómoda con quien soy. Lo bueno de este lugar es que no le interesás mucho a nadie. Lo malo de este lugar también es eso. Pero esa extraña forma de no ser nadie hace que sea aún más yo. Que pierda el miedo. Concluyo también que me gusta el cambio, y que cambiar es sano. Adoro los desafíos. Aunque cuesten y queden pedazos de mí por el camino. Al final, los pedazos de mí que todavía se sostienen son los que van a perdurar. Los demás, quizás sobraban. O no, y asimilar su pérdida es parte del crecimiento.

Algún día, cuando tome distancia, física y temporal, de Madrid y la vida acá, supongo que voy a entender mejor qué soy a raíz de todo esto. Qué aprendí. Qué nunca voy a aprender. Qué tipo de felicidad encontré acá.

Estoy segura de que descubrí muchas cosas, pero hoy todavía es muy pronto para escribir la página 55 de esta etapa.

jueves, 17 de noviembre de 2011

suenan en mi mente



No tengo nada que decir hoy. Nada vital, nada serio, nada contundente. Nada pensado.

Sólo quiero pararme al borde de un precipicio y cantar a grito pelado:

"we could have had it aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaall
rolling in the deeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeep"

No sé porqué pero tengo esa canción pegada. Un temón, sí, de loca despechada.
Se ve que a Adele la patearon un par de veces (o una vez que dolió mucho) y escribió esa y esta otra, que también la tengo pegada todo el día. Magistral esta mujer, su voz y sus letras.

"Never mind, i'll find someone like youuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu"

Sí. Despechada y loca. Y un poquito optimista. Y ridícula. Y deseando que empiecen cosas nuevas y poder cometer errores otra vez y sentir que el mundo es color de rosa y absurdo y tener catorce años a mis veinticuántos y que alguien cuide de mí. Porque no siempre tengo ganas de cantar sola al borde de los abismos. A veces prefiero contemplarlos en silencio, con mi mano en otra mano y las dos adentro de un bolsillo.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

cyclops



he descubierto que haciendo merluza al microondas soy una chef tres estrellas michelín. quizás sea un poco tarde en la etapa de exilio para haberlo descubierto, pero todo conocimiento nuevo es bienvenido siempre, y de paso como sano (con cebolla y salsa de tomate, y hasta un chorrito de aceite de oliva si me quiero hacer la gourmet). y otra cosa que increíblemente no había hecho nunca era arroz. le tenía un poco de miedo, por un cuento que mi abuelo hace de que quiso calcular la cantidad y puso una taza para cada uno y después el arroz se había elevando a la n, creando masas indominables de arroz que atravesaban la cocina desbocadas. el arroz que yo comía hasta ahora era arroz con sabores (setas o parmesano), que ya viene pre-calculado y sólo hay que revolverlo un poco y esperar que se evapore toda el agua. a mí lo que me complica son cantidades y tiempos. si viene pre-definido todo bien. las cosas las como frías o quemadas, y en demasía (o guardo un tupper eterno que nunca se acaba), o en escasez. pero bueno, ahora con estas nuevas habilidades puedo unirme a los x men.

claro que las nuevas destrezas no necesariamente implican dieta. ni que me dé menos pereza ir al gimnasio. pero ahí ando, intentando no mirar para adentro en las tiendas que venden golosinas, y empezando a saborear mentalmente todo el dulce de leche que voy a tener que ingerir para compensar un año de abstinencia. y caminando por todo madrid, repasando las calles, haciendo compras necesarias o no tanto, y pensando en esas tres valijas que van a explotarme la cabeza si no explotan ellas antes de todo lo que les voy a intentar meter. en sí, muy bien. hoy contenta.




PD: Perdón, juro que mi intención unos posts atrás fue empezar a usar la puntuación como se debe. ¡Pero arranco a escribir como quien larga una carrera y me olvido!

lunes, 14 de noviembre de 2011

morir

La Parca estuvo cerca
Y me dijo, muy bajito:
"esperame un tiempo más, ya estoy con vos"
Si bien pide presas viejas,
Hasta a Ella la bandeja,
a veces, la sorprende con horror...


Vivimos con la idea de que tenemos años por delante, ¿no? De que nos quedan unas décadas todavía, tiempo para hacer cosas, para formarnos una vida, para tener éxito y familia. Tenemos esa confianza intrínseca, ese conocimiento subyacente de que somos un poco inmortales aún. Hasta que no lo somos más.

Escuchar de personas que se mueren de cáncer se ha vuelto cada vez más común. O de un accidente de tráfico o de un ataque al corazón. Pero sobre todo de cáncer. Y todo bien con enterarte de que se murió alguien de más de sesenta años. Todo mal igual, pero se entiende un poco. No del todo, pero un poco.

El tema es cuando te enterás de que la persona a la que le dijeron que le quedan seis meses de vida tiene treinta años y un bebé de meses. Cuando sabés que ha hecho todo lo que ha podido, tratamientos drásticos, invasivos, quimioterapias durísimas que la alejaban de amamantar a su hijo y la postraban en los momentos en que una madre debería estar descansando menos que nunca. A esa chica la habré visto cuatro veces en mi vida, pero se me parte el alma.

¿Qué hacés cuando te dicen que te quedan unos meses, y después, te vas a morir sin remedio? ¿Qué tipo de actitud se puede adoptar ante una situación así, en la que encima sabés que esos meses los vas a sufrir, porque agonizar de cáncer duele? ¿Qué tipo de despedida le das a tu bebé, que tiene toda una vida por delante sin madre? ¿Y cuántas cosas van a quedar interrumpidas, truncas, rotas, para todos los que se quedan?

Yo me quedo helada. Me puse a pensar qué pasaría si mañana me lo dijeran a mí. Es tan difícil concebirlo. Quizás prefiera morirme en un accidente de golpe y sin aviso, que de una enfermedad así, sabiéndolo todo el tiempo. Pensando todo el día que en unas semanas ya no voy a estar. ¿Cómo se vive así, aunque sea por poco tiempo? ¿Cómo se llevan a cabo los trámites de la muerte, cuando todo en tí grita: "quiero quedarme"?

No lo puedo pensar, no lo puedo entender. La ley de la vida y todo eso, una mierda. Sólo puedo traducir la enormidad de morir así en muchas muchas lágrimas. Y no alcanza el océano.

domingo, 13 de noviembre de 2011

muchas más que 101



Encontré una lista de 101 cosas para hacer en madrid antes de morir. Me sorprendió las muchas que tengo tildadas. Hasta la ida al mítico chino subterráneo y el plato de cocido madrileño. No sé, me quedé contenta. Capaz que es porque ahora me puedo (mor)ir en paz. Igual me quedan algo así como 10 que quiero hacer en estos días.

En eso estoy. Por lo pronto hoy volví al Mercado de San Miguel y a ver las fachadas del Palacio Real, la Plaza Mayor empezando a estar vestida de Navidad, Sol para variar con manifestantes y la gente domingueando por la calle Arenal, mirando a los tipos que se visten de water o de gladiador o de mariachis, o se ponen una pollera fucsia de tul y bailan frente a un cuarteto de cuerdas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

ahí abajo

Es como que está ahí, pero no sale. No se anima, cobarde, hijo de puta, a salir. Se aguanta las ganas de todo con tal de quedarse adentro, de acorazarse ahí, en su rincón oscuro de mierda, en su antro húmedo, chiquero sin luz ni pintura en las paredes. El muy maldito se agazapa en alguna parte de lo negro, pero no veo dónde. Sólo lo escucho respirar, medio jadeante, asqueroso. Como si anhelara algo. Salir, tal vez. Aunque su miedo o sus restricciones autoimpuestas lo atan como los grilletes de una celda. Fanfarrón, loco. Lo escucho respirar nada más, y a veces gime, escupe, se babea, se ovilla y retuerce contra el suelo frío cubierto de mugre. Me da náuseas oírlo. Tanto me repele que a veces me tapo los oídos, pero sus maullidos raros atraviesan los tímpanos, aunque son susurrados y roncos, estériles, unos sonidos muertos que nadie más oye. El muy cretino, perro siniestro. Estafador. Se me revuelven los órganos internos. No entiendo dónde está y por qué no sale, por qué no se muestra a la luz mortecina de bajo consumo que hay en el zaguán, por qué no se arrastra hacia afuera, de rodillas, lamiendo el suelo con su lengua triste llena de tajos, levantando apenas los ojos para que le vea las lagañas podridas, las narinas llenas de pelos y esa mirada imbécil, de bicho asustado, de rata, de ladrón de sueños. No sé qué hace encerrado, será que se divierte en esa ruina que llama cucha, en ese hueco gélido de espanto donde yace entre sus bolsas y pedazos de diario, tapándose la vergüenza con un trapo lleno de manchas y agujeros. Lo odio al miseria ese, al inmundo que vive ahí, en el sótano. Lo odio y a la vez quiero que salga, que lo vean todos, que se sienta expuesto y débil, engendro impertinente, ciego, depravado. Que lo señalen y acusen, que se rían de él con estrepitosa saña, que lo pateen, que lo hieran. Lo quiero vivo y a la vez muerto, pero a la luz. Visible, frágil y humano. Lo quiero en la plaza pública, azotado. Llorando, como un niño feísimo, a los gritos. Que le tiren cosas, que lo lastimen, que sangre. Que se deshaga hasta hundirse, que se rompa todo, que se lo coman. Que no quede nada de él. Que muera y no haya nada para enterrar. Así puedo bajar de una vez y empezar a limpiar el sótano.

viernes, 11 de noviembre de 2011

once once once



hola día apocalíptico. ya estás terminando. como de paso sos viernes, mis energías son pocas para escribir. así que te guardo en el silencio. en otras calles recorridas, en la conversación de ayer reanudada, en un dunkin donuts sin rosquillas, en la mañana laboral semi útil, en la tienda de la national geographic, en la nochecita viendo atrapa un millón y atrapándolo casi, y ahora, en una ducha descansada y plena, antes de meterme entre las mantas con uno de los dos libros que estoy leyendo, que milagrosamente son buenos ambos.

y eso. no se acabó el mundo, simplemente transcurrió otro día en madrid, pero no cualquier día, porque ahora los cuento y valoro, ya que me van quedando cada vez menos. goodnight.

jueves, 10 de noviembre de 2011

cooltura

hoy fui a ver a delacroix. estaba en el caixaforum, que es ese museo que tiene un jardín vertical en la entrada. es decir, una pared forrada de plantas. el loco este de eugene había tomado la primera planta, en una exposición bastante grande, con un poco de todo. lo que más me gustó fueron sus cuadros con caballos, pero ya sabía que me iban a gustar. tiene mucha cosa de influencia árabe, muchas pinturas de paisajes y personas situados en tánger, marruecos, argel... también pintaba animales, desnudos, figuras religiosas, ilustraciones de libros (las de fausto están muy bien también, algo totalmente distinto a los demás cuadros). en sí, un tipo completito, y no del todo feo según sus autorretratos. su cuadro más famoso no está, claro, porque es un emblema de francia y lo guardan en el louvre. es el de esa mujer con medio pecho al aire que se titula "la libertad guiando al pueblo".

después tocó ver el piso de arriba, que era de yapa, digamos. "teotihuacuán, ciudad de los dioses". literalmente, teotihuacán quiere decir eso. alguien me dijo que es curioso como "teo" quiere decir dios en casi todas las culturas. estuve todo el recorrido intentando averiguar si eran mayas los pibes que vivían ahí. aparentemente eran de "diversos orígenes étnicos", según mi amiga wikipedia. o sea que no se sabe muy bien. pero no eran mayas ni aztecas, sino una especie de precursores de todos ellos. la ciudad empezó a concentrar habitantes en el año 100, y se disolvió un poco misteriosamente alrededor del año 800. la gente esta adoraba a quetzalcóatl, que era una serpiente emplumada, y a tláloc, que era el dios de la lluvia y la fertilidad. en la exposición había algo así como tapas de ollas hechas con una artesanía imponente, fechadas de alrededor del año 500. y yo pensaba en los pobres charrúas, que apenas dejaron puntas de flecha y alguna boleadora como recuerdo de su existencia. estos pibes teotihuacanos dejaron pirámides enormes y toda una civilización misteriosa de colores vivos, con muñecos, vasijas, cuchillos curvos dentados espectaculares de obsidiana y todo tipo de adornos y collares. no sé, me dieron un poco de pena los charrúas, unos neandertales al lado de los del norte (siempre los del norte son más pro, por alguna extraña ley natural).

y de ahí a madrid, después de haber pasado por el magreb y méxico. al paseo del prado y la gran vía y el barrio de chueca y un helado de dulce de leche muy aceptable en fuencarral, y después, una charla en un banco de una plaza ya a oscuras, una charla que había empezado (o continuado) de camino al museo, y que espero que nunca se termine. discusiones, vueltas, argumentos, desilusiones y formas de resolver, si no ya el mundo, al menos el pedacito de cada una. en fin. una tarde cultural dialogada de esas que vuelven a abrir el corazón un poquito lastimado, a sacarlo de la coraza, a pasearlo al filo del fresco ya invernal de la nochecita, a zarandearlo un poco, despertarlo, y dejarlo en casa más lleno y más vivo, frustrado y contento y enojado y terco y alegre, acelerado o cansino, abrigado, sereno y chupando frío. En fin, latiendo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

los lutos de cada uno

la puerta está cerrada pero se oyen las carcajadas de los dos a través de la madera.
qué bien. les hace falta reír.

martes, 8 de noviembre de 2011

fairytales

él se iba a casar pero la conoció a ella. decidió que no quería casarse, y se lo dijo a su futura mujer. le dijo que no la quería y que no se quería casar, pero a la mujer le preocupaba más que el casamiento ya estaba pago y la gente invitada, y le dijo que se casaran, que después le daba el divorcio. él aceptó, y se casó y se fue de luna de miel, y ella adelgazó diez kilos mientras él estaba de viaje con su mujer. además, él era 12 años mayor, entonces no sabía ni siquiera si de verdad iba a dejar a su mujer para estar con ella, o si sólo estaba pasándolo bien con una chica de 22 años como despedida de la soltería. pero resultó que sí la quería, y antes de que cumplieran un mes de casados ya estaba pedido el divorcio. la luna de miel fue la menos mielera de las lunas, y volvió directo a los brazos de ella. se divorció de la otra, y estuvieron siete u ocho años de novios. y hace poco se casaron, y se fueron de luna de miel en moto por el norte de españa.

es una historia de amor extraña que escuché el otro día. una historia extraña porque es de amor, y de amor de esos que parecen de verdad y que duran. una de esas historias que te hacen pensar que de verdad existen esas cosas, y que no son sólo cuentos de hadas.

lunes, 7 de noviembre de 2011

política española

no os asustéis, queridos míos, el título es sólo una broma de mal gusto.

acabo de comerme el debate casi entero, y no tengo muchas conclusiones al respecto, así que el post será brevísimo. rajoy y rubalcaba son como dos niños chicos y, al final, importa más dejar en claro qué hizo mal el otro (partido) que resolver la agudísima situación del país. la historia de siempre.

¿no entienden que todos hicieron mal un montón de cosas?

en fin. pobre españa, por suerte me las pelo poco después de meter mi voto en la urna. que gane el menos malo y suerte en pila.

domingo, 6 de noviembre de 2011

what friends are for

has estado en todo este tiempo, y ahora que estás aún más, te dedicás a salvarme la vida.
me había olvidado un poco lo que era reír, y por suerte me lo recordás cada vez. me movilizás y hacés pensar diferente. te interesás por mí. me acompañás sin cuestionar, aunque te canses. me entretenés con tus historias. sos generoso. alegre. indispensable.
gracias amigo incondicional.

sábado, 5 de noviembre de 2011

nude

cuánto toma darse cuenta de que estás triste? de que estás apática en general, y hace mucho tiempo? de que cuando estás con la gente sacás una máscara extrovertida y algo loca, como desbordada, pero eso es para compensar lo otro, la amargura pasiva que se va apropiando de todo lo que sos en soledad? cuánto tiempo hace falta que pase, cuántas fotos de una misma hay que ver, con cuántos espejos enfrentarse para descubrir, en esa desnudez atroz, lo incómoda que estoy con las dimensiones de mi cuerpo, con mi propia sonrisa y mis manos torpes? cuántos ratos compartidos con nadie hacen falta para evidenciar que echás todo de menos, y que tenés que cambiar ya, para no hundirte? cuántas voces amigas necesitás para que tu ánimo no se destartale? cuántas noches tienen que transcurrir para que percibas que la confianza se te escapó hacia alguna pesadilla, y para que deseés, con desgarro, que alguien venga a decirte que te quiere? cuántas horas de angustia extrañándote a tí misma, a un pasado que se sintió mejor, a una seguridad que hoy es impostada? cuánta contención y disciplina tengo que desarrollar para no caerme aún cuando a veces el abismo parece lo más fácil? cuántos días faltan, cuánto esfuerzo, cuánto sol, para volver a quererme?

viernes, 4 de noviembre de 2011

ópera



acabo de volver de ver "pelléas y melisande", una ópera de debussy, en el teatro real de madrid. no voy a hacer una larga crítica porque es la primera ópera que veo en mi vida, y probablemente también una de las últimas. lamentablemente es la conclusión que saco después de algo así como tres horas de canto lírico en francés, escenografía despojadísima y una narración y actores que no me conmovieron. es un tipo de representación con la que no conecto, o por lo menos hoy, no me llegó al alma, y eso es lo triste, porque la esencia de todo esto es que el espectador haga su catarsis. lo más catártico fue la coca cola light a la salida.

claro que hay cosas para admirar, eso es innegable. pero raras veces un espectáculo me provoca tan poco. fue como que lo vi de lejos, aunque procuré entender cada tramo de la historia, y cantaban muy bonito y los instrumentos geniales, pero no hubo feeling entre la ópera y yo. no sé, me tratarán de inculta y dirán que no aprecio el arte o lo que sea, pero la verdad es que no me pareció gran cosa. y creo que mucha de la gente que estaba ahí se pudrió como una ostra la mayoría del rato. hasta los músicos parecían aburridos (la de la segunda arpa daba pena, con suerte tocaba dos cuerdas cada cuarenta minutos).

y eso que fui con la mente más abierta del mundo, porque la verdad es que estoy bastante abierta y tolerante con la cultura en general. en el último par de meses he ido a varios museos de toda clase, tres o cuatro palacios, algo así de iglesias, un concierto de metal under, un musical londinense, un restaurante de dos estrellas michelín, una ópera y varias sesiones de arte callejero de la índole más variopinta. y encima he leído libros aburridísimos sólo porque son considerados obras maestras, y novelitas baratas que me mantienen despierta hasta la madrugada. no me creo una sabelotodo (cuanto más sabemos, más cuenta nos damos de lo mucho que nos queda sin saber). sólo creo que estoy pasando por uno de los momentos más esponja de mi vida. y que voy descubriendo el mundo de una forma bastante desprejuiciada (claro que una vez que he conocido algo me considero apta para decidir si me gusta o no).

y bueno, eso. fui a la ópera con la cabeza lo más aireada de preconceptos que pude (no era que esperara una gorda disfrazada de vikinga, pero bueno, siempre alguna noción previa hay). y hasta deseé que me gustara. pero no. no hubo magia para mí hoy. de todas formas, todo suma, y ahora me sé la historia de la boba de melisande (una cretina importante) y tengo una idea muy cabal de lo que es un escenario minimalista, de lo que se puede hacer con luces y de lo magnífica que suena una orquesta con más de sesenta músicos (que igual me supo a poco, porque no los vi en ningún momento a todos tocando a la vez).

me voy a dormir en paz con mi consciencia. tres horas de ópera soportadas con heroico estoicismo son un peldaño más en la autocultura. no sé si hacia arriba o hacia abajo, pero puedo vivir sin que me guste la ópera. (por un lado, la rebelde que hay en mí creo que prefiere eso, porque no he hablado de este aspecto antes, pero el ambiente de la ópera es un tanto pesado, en el sentido más distinguido y regio de la palabra. encorsetarse en ropa fifí para estar tres horas en una butaca incómoda en la oscuridad no me parece el mejor de los programas).

así que me voy a dormir sabiendo que la ópera no me seduce, igual que cuando probé los caracoles o los callos a la madrileña. hay que probar para poder decir "no me gusta".

jueves, 3 de noviembre de 2011

googler

"inmersión, inmersión, bajar y bajar hacia las alturas"

lo que tiene de bueno mi trabajo (o mi curiosidad, porque en general se desborda del horario laboral) es que aprendo un montón sobre los temas más remotamente variados.

hoy me tropecé, en un foro sobre el día de los muertos, con un poema de alfonsina storni, y a partir de ahí leí su biografía, y entendí que la canción se refiere a ella. me dio mucha pena esa mujer poeta, madre soltera en una época jorobada, que salía con quiroga y le dedicó unos versos que ya apuntaban al final que también elegiría para ella misma: "morir como tú, horacio, en tus cabales / y así como en tus cuentos, no está mal / un rayo a tiempo y se acabó la feria... / allá dirán / más pudre el miedo, horacio, que la muerte / que a las espaldas va / bebiste bien, que luego sonreías... / allá dirán." la pobre alfonsina vivió siempre con la idea de morir, y encima tuvo depresión y cáncer de mama, así que terminó escribiéndole, reventada por el dolor, un poema al diario la nación como despedida y unas cartas a su hijo, antes de matarse en el mar. destaco que su entry de wikipedia es de las más completas que he visto. me quedé con ganas de leer más de su biografía, y seguir indagando en sus poemas.

también en mis inmersiones googleográficas llegué, a través de un inusitado tránsito entre distintos temas (empezando en mónica naranjo), a las frases atribuídas a mae west, otra tipa admirable y que me provoca una simpatía empática, o una empatía simpática, o ambas. admiro incondicionalmente a esas mujeres que nacieron a fines del siglo xix pero vivieron como si estuvieran en el xxi, y con ello causaron la abominación estupefacta de sus contemporáneos. lo mejor es que encima tenía un humor y un dominio tremendo del doble sentido, un "wit" que esquivó la censura o más bien supo utilizarla para hacerse rica. se murió a los 87 años, y en ese entonces seguía de novia con un ex mr california, 30 años más joven que ella, que la acompañó desde los 61. me quedo con una de sus mejores quotes, de la película "i'm no angel": "when I'm good, I'm very good. when I'm bad, I'm better.", y también me quedo con las ganas de leer su autobigrafía ("goodness has nothing to do with it").

en fin. eso no es de lo único que aprendo, pero hoy fue de lo que más me movilizó. eso y mis padres hablándome de potrillitos.