martes, 31 de julio de 2012

Con A de Amor

Estuve leyendo sobre el placer. Sentir placer es una forma de felicidad, según algunas corrientes filosóficas. Es una sensación o sentimiento positivo, agradable o eufórico. Es la satisfacción de un deseo de una forma más sublime. Es la liberación de dopamina, serotonina, endorfinas y oxitocina. El placer puede venir en forma de relajación, de alegría o de pasión. Placer es alivio. Belleza. Gozo puro.

Las palabras siempre me dieron eso. Placer. Y tengo la suerte de poder jugar con ellas todos los días. Ese es mi trabajo. Es mi rutina: encontrarme con textos, palabras, frases. Tener que construir cosas. Leer. Armar, ensamblar, probar. Hacer combinaciones. Corregir, enmendar, tachar. Apreciar la magia. Gozar.

Tengo una suerte infinita de estar haciendo esto.


lunes, 30 de julio de 2012

El romo punzante

Yo quería que actuaras con naturalidad. Buscaba una realidad virtual. Una luz que lo oscureciera todo. Sentirte como un hielo abrasador. Una paz armada, un disparate coherente. Una jaula donde ser libre. Un niño adulto. Un ciego que me viera por completo. Me faltaban esos placeres horribles, esa suave fuerza del misterio revelador. Necesitaba un vacío que me llenara. Una triste gloria que durara un instante eterno.   

Me di cuenta repentinamente tarde. Yo reclamaba un oxímoron.

domingo, 29 de julio de 2012

Re percusión


Decir "Hola". Y que te lo responda un eco.
Y resulta que no es un eco. 


One of those little wonders of tweeting. 

sábado, 28 de julio de 2012

Who am i kidding?

Sé que mejor no. Pero igual sí.
Caigo. Recaigo. Me levanto. Me desplomo.
Me consumo. Me asumo. Me engaño.
Mentiras a mí misma. Verdades a ciegas.
Inquietud que no se va. Paz que no llega.
Pérdidas. De fe y de ilusión. De tiempo.
Reencuentros. Dudas. Magia y mugre.
Cristales que cortan con acierto.
Tranquilidad efímera de pocas horas.
Arenas movedizas.
Esperas, confusión y demoras.
Paréntesis que se hacen puntos suspensivos.
Miedo que se va. Frustración que queda.
Promesas que no cumplo.
Derrotas. Silencios. Pena.
Falta de consuelo.
Con aviso, pero falta.
Paralización y desvelos.
Puentes que tiendo hacia abismos.
El orgullo muerto, el dolor vivo.
La sonrisa condenada al ostracismo.
                                                                Pozos. Zanjas. Cornisas.
                                                                Me reviento contra el fondo.
                                                                Y me hago trizas.


viernes, 27 de julio de 2012

La guerra mundial un poroto

Yo tenía una alcancía llena de billetes de veinte y diez pesos, y monedas. En esa época los billetes de diez eran esos que tenían muchos escudos de los departamentos, y comprabas pila de cosas con ellos, así que capaz que mi edad rondaba los seis o siete años. Hacía frío y estaba la estufa prendida. Papá escuchaba la radio y mamá leía o tejía. Dejé toda mi fortuna arriba de la mesa y me fui a bañar. Volví, y sólo estaban las monedas. Recuerdo mi llanto al ver los restos de billetes chamuscándose en el fuego. Era tarde. Mi hermana había incinerado todo lo que no era metal de mis ahorros. Fue un momento desolador, y nadie me resarció por las pérdidas. Me dijeron que ella "era muy chiquita". Como si eso fuera un justificativo para la quema brutal de tantas remesas del Ratón Pérez.

La vida da revanchas, por suerte. Más cuando se trata de hermanos. Así que otra vez la mordí en la cara, de una forma que mis dientes le quedaron marcados por unos días. Y le corté el pelo a sus barbies. Pero ella me echó cascola en mi equipo de música y mi despertador. Y me robó la cédula subrepticiamente, sin importarle que hasta fui a hacer la denuncia porque pensé que la había perdido.

Y así sucesivamente, en un ir y venir de agresiones y treguas. Hasta que un día la tregua se hizo alianza y quedó más firme, quizás ante circunstancias adversas del afuera, o del interior mismo de la familia. Unirnos era más sano, y nos hacía más fuertes. Y seguimos así. Con las diferencias de siempre. Pero aliadas.

Así que, ex enemiga mortal, feliz cumpleaños. Que tengamos muchos años más de tirarnos de los pelos, pero cariñosamente, porque en el fondo te quiero mucho.


jueves, 26 de julio de 2012

La Cama

Tengo cama nueva, toda robusta ella, toda maderosa oscura y con sus seis cajones para seis pares de zapatos cada uno, toda imposición en el medio de mi cuarto, que recién ahora parece del tamaño adecuado.
Tengo cama nueva, con respaldo tapizado con arabescos raros y maciza y que huele a eucalipto o a lustre o a algo rico que evoca importancia, y me invita a desplomarme encima y a envolverme toda en su suave solidez.
Tengo cama nueva, con colchón casi nuevo y sábanas casi nuevas puestas por mi mamá y el acolchado chico de antes hasta que me compre uno todo inflado y de plumas o símil, y una almohada gorda y una serie de cosas que me griten que tengo que sumergirme en su esponjosidad. 
Tengo cama nueva pero los sueños son los mismos viejos sueños de siempre y sigo teniendo ganas de que haya alguien de quien abrazarme antes de cerrar los ojos. 


miércoles, 25 de julio de 2012

#dailyfails

-No le digas a Fulano eso que te conté.
-Ya le dije.

-Hoy estás linda.
-...

-Hola, sí, ¿fábrica de pastas?
-No, es la casa del rulemán.

-Te quiero.
-Gracias.

-Yo a vos te conozco de algún lado?
-Creo que fui alumna tuya...

-Hiciste eso que te pedí?
-Sí, sí, claro, mañana te lo paso...


-Te dormiste?
-...sdglksñalsdkgsñamñmnooo.


-Quién inventó la radio?
-Marie Curie.

martes, 24 de julio de 2012

Spotlight

Hoy fui a un casting para un programa de preguntas y respuestas. Fui con un amigo de esos de la infancia con humor afín, por ende, de las mejores compañías que podía haber elegido. Nos hicieron llenar un formulario, y después nos contaron la mecánica por si quedamos seleccionados. Se juega de a duplas, se graba en Buenos Aires, y es por un millón de pesos. A continuación nos dieron un cuestionario de 20 preguntas, de las cuales creo que sabíamos el 90% (las otras dos, una resultó que la adivinamos bien y la otra no nos acordamos nunca del nombre del inventor de la radio, así que pusimos Marie Curie como guiño personal). Y al final pasamos frente a una cámara, nos presentaron, nos preguntaron sobre nosotros (qué haríamos con la plata, por ejemplo, aunque ninguno de los dos juega por la plata), y nos hicieron un simulacro de lo que sería el programa, con una pregunta sola y cuatro opciones posibles como respuesta. Y respondimos bien. Y nos reímos como locos. Desde que le dije para que me acompañe al juego que nos estamos riendo. No sé si nos van a llamar, pero sólo por esas carcajadas ya valió la pena la experiencia. 

lunes, 23 de julio de 2012

Vivir para no contarlo

Cada tanto me concentro en ver y experimentar lo que sucede a mi alrededor, y no en postearlo. Por eso mis publicaciones se limitan a dos líneas insulsas, pero en el fondo esconden significados enormes, aunque sólo los entienda yo. Son marcadores de página de mi diario íntimo, ese que es sólo mío y no quiero hacerlo legible para los demás. Por eso es críptico. Por eso son pocas palabras. Por eso pueden adivinar, pero no entender del todo. Quedan partes del círculo que no cierran, y está bien. Es mi círculo. Es mi historia. 

Pero mi blog da lástima cuando se junta una semana entera de porquerías en dos oraciones. Y no es que me debo a mi público, pero me gustó algún eco que tuvo el post dedicado al amable voyeur, y no quiero defraudarlo(s). Entonces bueno, voy a hablar de las cosas de las que no hablé. Que son los mismos temas de siempre. Las mismas preocupaciones. La misma óptica subjetiva. No importa. Porque es mi círculo. Es mi historia. Y es mi reiteración perpetua. 

La semana pasada fue una mierda. Entre otras cosas, porque estaba alterada por un desbalance en el entorno social. Cuando digo entorno social digo amigos y cuando digo amigos digo uno en concreto. Y cuando digo amistad no me refiero necesariamente a amistad. Y sé que con esto invito a leer entre líneas y a (mal)interpretar, pero es parte del juego. Juguemos. 

Y aparte de ser una semana laboralmente árida y desequilibrada emocionalmente, también está el detallecito de no estar moviendo ni un poco las piernas. Mentira. Las muevo mucho, demasiado, en cualquier posición en la que esté sentada. Piecito que va y viene, va y viene constantemente, limitado al metro cúbico que le corresponde abajo de la mesa. Inquietud. Permanente. Interminable. Excesiva. Siento que el organismo me pide que lo lleve a correr. Pero el frío me abochorna, y cualquier intento tendría que tener lugar muy temprano o muy tarde. Por ende, sedentarismo. Desazón. Y mucha, demasiada, comida. Mi cabeza está contenta de tener trabajo pero mi cuerpo extraña y necesita sus ratos de ejercicio. 

Y cuando vuelvo a hockey, hay factores pesados de desmotivación. Me siento inútil. Torpe. Burra. Siento que sobro, que no estoy a la altura del equipo. Me hundo. Y eso se nota en la cancha. Y duele. Estoy buscando el punto de retorno, de no hundirme más. Hoy volvemos a tener práctica después de dos semanas, tres para mí por el viaje. Vamos a ver. 

De a poco se rearma la estructura de la rutina. Vuelve el equilibrio de no tener asuntos pendientes. Me pongo al día con la aridez del trabajo atrasado. Retomo contactos. Intento vínculos. Reanudo lazos que me confortan. Vuelvo a moverme, aunque sean sólo dos o tres veces por semana. 

Y ahora pienso en el futuro como una carretera casi sin mojones. Hace mucho tiempo que no me pasaba esto. Siempre había algo, un viaje, un regreso, una visita, que interrumpía, aunque fuera algo bueno. Ahora no. Pista libre, y hacia adelante. Pero recién ahora. Me tomó una semana y pico despejar los obstáculos. Ahora sí es el momento de largada. 


domingo, 22 de julio de 2012

Humo blanco

Hablar, llorar, firmar un pacto solemne, estricto y confidencial, y sellarlo con besos.
Volver a estar en paz.

sábado, 21 de julio de 2012

De pelos

Estuve en el infierno, me corté el pelo, y volví.
Estoy viva, así que voy a brindar por eso.

jueves, 19 de julio de 2012

Sin apsis

Desde que dejé de hacer ejercicio a diario tengo problemitas. Como una inquietud constante, se me agarrotan las piernas, me duelen las rodillas. Ahora mismo estoy meditando si salir a caminar por el barrio o no. La última vez que salí me amenazaron con apuñalarme, pero hoy hay sol y nenes patinando en la rambla así que capaz que tengo suerte.

Con permiso, voy a caminar con las manos en los bolsillos durante 28 minutos. Y que el sol debilucho este me rebote en la cara y me despierte una serie de ideas geniales para la segunda parte del día de hoy, que se adivina cansada e infructífera.

miércoles, 18 de julio de 2012

martes, 17 de julio de 2012

Desangustia

Algo que estaba no está más.
Mentira. Siguen estando muchas cosas. Pero falta lo que les daba consistencia. Una voz. Un beso. Una mano sobre mi rodilla.
Mi enojo dura poco. Por momentos medio que lo arrasa todo, lo suelto, me desinflo. Y después queda sólo la pena.
Es inevitable echar en falta cosas. Aunque no necesite de ellas para seguir viva. Estaban ahí, y eran lindas. Y eran lindas porque estaban ahí.
Quedan cosas. Revueltas, pero quedan. Cansadas, pero quedan. Y algunas ganas también, bajo una manta de preguntas.



lunes, 16 de julio de 2012

Sensación térmica

Anoche dormí mal. Muy mal. Por primera vez me falló el colchón, me falló la densidad 30, me fallaron las dos almohadas, me fallaron las cuatro mantas y el pantalón de piyama por adentro de las medias. Me falló la paz mental, me falló el cansancio. Faltaron sin aviso, y me dejaron dando vueltas y mirando el reloj entre paréntesis de pesadillas. Porque en el medio de la noche me di cuenta de una cosa que me arruinó toda una teoría de lo que es la felicidad. La tranquilidad. El paraíso. 

Resulta que esta semana mi familia sufrió un par de eventos desagradables. El viernes, mientras las señoras que la cuidan levantaban y llevaban a mi abuela al baño, alguien entró por la ventana -es un primer piso- y revolvió todo el cuarto. Se llevó su anillo de casada y 600 pesos, y dejó a las señoras en vilo. Creo que de ahora en más van a vivir con las persianas cerradas. 

Después, también el viernes, nos enteramos de que se robaron 19 vacas gordas del campo. Supuestamente fue entre el domingo y el lunes. Eligieron las mejores, las arrearon de noche, las subieron a un camión y desaparecieron. Puede sonar a poco pero 19 vacas llenan un camión mediano y son 12 mil dólares. Así que imaginen el feliz día del padre que tuvo mi señor progenitor, volviendo de Artigas, después de hacer denuncias en Paso Farías y llamar a todos los vecinos para alertarlos. Aparte de que hay que darlo todo por perdido. Sólo suponer el grado de eficiencia de la comisaría de Paso Farías es tragicómico.

Y como no podía ser de otra manera, anoche soñé. Estábamos en el campo de siempre, una noche de verano. Todos dormían menos yo, que no sé porqué estaba mirando por la ventana en la cocina. Estaba inquieta. Era noche cerrada, y no esperábamos a nadie. Pero vi una luz en el camino. Una moto. Una moto que entró por el mataburro nuestro, y se acercó a la casa cruzando el parque. Y mi único afán era poder cerrar las puertas con llave. Cerré la de la cocina y una de las del living antes de que estuvieran demasiado cerca, pero no pude cerrar las dos que faltaban. Mi deseo máximo en el sueño era que ya hubieran estado trancadas, porque son las que menos usamos. 

En las sombras de la casa, yo escuchaba a la moto dar vueltas. Se movía con el motor en silencio. En ella iban dos, pero uno se bajó y dejé de verlo. Seguí al otro, desde adentro, vigilándolo desde la oscuridad, con miedo a que me viera por las ventanas, como yo lo veía a él. Iba muy despacio, y tenía un arma. Yo llegué al cuarto de mis padres, y desperté a papá. El hombre ya estaba frente a nosotros, por la ventana abierta, aunque no se veía lo que pasaba adentro del cuarto. Fue descansarme en que papá se había despertado y me desperté yo. Como si la responsabilidad de proteger a mi familia ya no recayera en mí. 

Entre esos sueños, y la incomodidad que me aplastó toda la noche, saqué una cosa en claro. Se me quedó bien nítida entre otras ideas somnolientas. Nunca más vamos a poder dormir con las puertas abiertas. Ni en casa de Montevideo, ni en lo de mi abuela, ni en el campo, que era el último bastión de la seguridad. Era el lugar protegido por su lejanía, donde las puertas no se cerraban hasta el día que nos íbamos. Donde estabas siempre a salvo de los peligros de la gente. 

Pero no. Y una tristeza negra se me instaló en el pecho. 



sábado, 14 de julio de 2012

viernes, 13 de julio de 2012

Hola voyeur

Cuando te volcás en un espacio, y más si es virtual, libre y compartible, como éste, corrés riesgos. Cuanto más publicás, más peligroso se vuelve. Y más lindo. Es un cuaderno gordo lleno de vos y tus creaciones. Pero cualquiera puede agarrar ese cuaderno. Leerlo. Discutirlo. Escupirlo. Acariciarlo. Dejar su firma en él. 

Hasta ahora no me han maltratado cibernéticamente. Todo lo contrario. Nada más grato que un comentario o un mail aludiendo a algo que leyeron de mí. Aunque sea en forma de discordia. El debate es bello. El desacuerdo es sano. Todo construye este blog y me construye a mí. Una recomendación. Una sugerencia. Una opinión. Incluso a veces se vuelve más valiosa si es de un desconocido. Alguien que aterrizó por acá y se quedó leyendo. Me exploró. Me conoció. Y se animó a contármelo.

Lo que tiene esto es que yo pongo mis cartas sobre la mesa, pero no sé quién las ve. Puedo saber desde dónde las ven, cuántos las ven, y qué sistema operativo utilizan. Pero no quiénes son. Es como darle luz verde al stalkeo. Hay un montón de material, estoy acá, expuesta. Más desnuda que cuando estoy sin ropa. Y sin embargo me siento cómoda. 

No sería quien soy sin esta desnudez. Este blog no sería valioso para mí si no dijera las cosas que dice. Las cosas que digo. Si no revelara tantas cosas de mi personalidad, de mis ideas. Soy una loca que hace públicas sus tormentas internas y sus delirios. ¿Y qué? Por eso mismo me leés. La exhibición es parte del juego. La autocensura es tarea cotidiana. No soy SÓLO esto ni TODO esto. Soy más. Y también soy menos. 

El riesgo es cuando creen todo. Cuando la interpretación empieza a descarrilar. Cuando toman esto como una expresión de mí que no hace necesarias otras comunicaciones, las normales, las cotidianas. Como la charla y la pregunta. Cuando me quedo sin feedback, porque el mensaje se vuelve unilateral, mis balas mágicas salen pero no regresan, no hay respuesta, desaparece la conversación. Porque hay quienes me leen pero yo no los leo. Y si me conocen, y tenemos un grado de socialización importante entre nosotros, resulta que yo me quedo sin su historia. Ése es el peligro más triste. La soledad. 

Creo que hay que ser un poco valiente y un poco inconsciente para tener una vida posteada acá. También un poco estúpida. Y egocentrada. Y tenaz. No sé, vos ves. Pero cada tanto comentame algo, que me hace feliz. Y acordate de que existo fuera de este blog, y a veces hasta soy simpática.  

   


jueves, 12 de julio de 2012

Little dreams


Tengo una cama nueva, en realidad no, por ahora tengo sólo un colchón nuevo, hasta que me traigan la cama. El colchón es de dos plazas (un permiso milagroso de las autoridades paterno-maternas), duro, densidad 30. Verdaderamente me hacía falta. Así que hace cuatro noches que me descubro durmiendo en diagonal unas 10 horas seguidas, porque a eso de las 22 estoy ya en piyama y bajo las cuatro mantas y acolchados que me aíslan del aire polar que reina en mi cuarto. 

Y sueño. Como no podía ser de otra manera. Cada noche sueño cosas que después no recuerdo bien. Sé que el lunes amanecí con la clara idea de que un capo de la mafia me había asesinado reiteradas veces. Y ayer fue otro tipo de sueño. De esos con más angustia, porque de alguna manera son más reales. Era un hotel en la playa, y en un momento subía la marea de tal forma que se llevaba todos mis objetos, todas las cosas nuevas que me compré en España, mis recuerdos, mis pequeñas tonterías. Y quedábamos sólo las personas. Entre ellas, él. Con su irreverencia permanente, tan real, que me hacía odiarlo y quererlo a la vez. Conseguía trabajo en el hotel. Se me aparecía. Era él, riéndose de las mismas cosas. Y era yo, enamorada de todo eso que ya conozco, que no soporto, que extraño y a la vez quiero lejos.

Era la misma yo que soy ahora y que busca algo parecido, algo así de mágico, algo tan grande y tan hondo como eso que empezó un día de golpe y sigue repercutiendo hasta hoy, hasta en mis sueños. 

miércoles, 11 de julio de 2012

martes, 10 de julio de 2012

Caminos inexplicables

A veces las respuestas que obtenemos no son las que queríamos.
A veces, son justo eso. Y es lo que da más miedo. 

lunes, 9 de julio de 2012

Lo que te hubiera dicho si hubiéramos hablado

Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no hubiéramos sido tú y yo.

Hola. ¿Cómo estás?

Yo estoy muy bien, por suerte. Creo que valoro muchas cosas que antes no apreciaba tanto. Ahora tengo trabajo en Montevideo. Y me encanta que mi familia esté físicamente presente en mi vida. Los necesitaba. También a mis amigos. No me siento sola. No me faltan los abrazos. Sin embargo, extraño un poco España.

Pero en diciembre dejé muchas cosas en Madrid. No me traje la añoranza, aunque cada tanto me visita y me pregunto en qué andarás. No me traje esa búsqueda permanente, de tu cara, de tu auto, de tu calle. Las dejé ahí, en algunos rincones de Madrid, y tampoco quise revisitarlas esta vez. Me dediqué a mi Madrid, no al tuyo.

Y viene la vida y nos cruza cada tanto, ¿no? Y resulta que te veo de lejos y acompañado y aparentemente bien y feliz. Me alegro en serio. También me da una cosa rara adentro, pero no sé qué es. Por ahí es una especie de tristeza. Y me provocás curiosidad. Pero no tanta como para acercarme a preguntarte. Tampoco se perfilaban así las circunstancias el viernes. Así que te reencontré de lejos, y apenas. Y probablemente haya sido lo mejor.

Hiciste bien. Elegiste bien. Se te adivina estable. Ella siempre me cayó simpática. Alguna vez pienso en el inconducente "¿qué hubiera pasado si?". En el fondo lo sé. Hubiera pasado lo mismo que pasó. Alguien hubiera salido lastimado. Probablemente tú. Otra vez. O quizás yo. Otra vez. Mejor así. Al final, estoy en paz con todo. Con lo que pasó y con lo que no. Con verte de lejos, contento. Con saber que estás bien.

Te quedaste en Madrid, con las dudas y las culpas. Sólo me traje los recuerdos. Te quiero mucho, siempre. Si es verdad que todavía me leés, ya debés saberlo.

domingo, 8 de julio de 2012

Such a lucky gal


Camino sobre pétalos. Y no es un sueño. Es la vida, que se me florece toda.

Hay tanto que agradecer.

jueves, 5 de julio de 2012

Shopping spree

Nunca había hecho compras de esta manera. Ni creo que vaya a hacerlo nunca más. Primero porque fueron como seis meses de ahorros. Y segundo porque los gasté en poco más de un día.

A ver, estoy en Madrid, la ciudad de las compras (junto con Miami), y sede del reinado de Inditex y de similares macro marcas de ropa linda y accesible. Tenía plata que venía saboreando cómo gastarla desde hace muchas semanas. Y la guardé para este momento, para hoy. Para este jueves en Madrid, dedicado en su mayor parte a recorrer Gran Vía, Preciados, Fuencarral y algo de Chueca, cargando cada vez más bolsas y más kilos de compras. Fue tremendamente satisfactorio y físicamente extenuante. Y ahora estoy llena de cosas lindas. También compré regalos, ojo. Pero tengo muchas muchas cosas nuevas, baratas y lindas. Caí en las rebajas a punto caramelo. Y les saqué el jugo.

Pero es algo de una vez en la vida. Porque soy consciente de la generosidad de quienes me hicieron posible este viaje y de que esta suerte es algo único que tengo que valorar. No voy a poder dedicar un día entero de mi vida a hacer compras, ni tanto dinero, ni voy a volver a callejear Madrid hasta agotar su stock de blusitas, carteras y jeans.

Con moderación es mejor, es cierto. Hoy sentí que abusé de muchas cosas. Pero es una excepción. La vida no es así, no es como hoy. Los jueves de compras en Madrid son la rareza que hace que los demás días de ir de shopping palidezcan en comparación, pero a la vez se revaloricen. Y es lindo poder gastar lo ahorrado con mi trabajo.

Hoy fue excepcional. Y me quedo con eso. A veces la vida superficial también llena. Más si te acompaña tu hermana en la excursión consumista.