jueves, 28 de junio de 2012

Y todo aquello

Choques. Incomprensión. Muros. A veces siento eso y a veces siento ganas de decir te quiero. Me desmoronás y me hacés construir. Me cansás y me das fuerzas. El asma y el inhalador. El desacuerdo constante y la sorpresa que reconforta cuando surge una coincidencia. La incógnita de lo que pasa en tu cerebro. Los brazos míos alrededor de la espalda tuya que apaciguan temporalmente las dudas. Y después, otra vez lo incierto. Hasta que aparece alguna señal de humo. Y así y así. Y después vernos y la pared y esos gestos que en mi idioma son una cosa y en el tuyo otra. Choques, incomprensión, muros. Y se cansan los brazos míos de buscar la espalda tuya. Porque lo que buscan no se toca. Se oye, se siente, se percibe. Se huele. Se inhala. Se ve. Pero no se puede agarrar con una mano. No se puede sobrevivir sólo con cariño táctil y ternura materializada en dedos que se enredan y labios que se tocan. Necesito las palabras cálidas, los oídos tuyos, la paciencia. Me falta el diálogo sereno y la bandera blanca ondeando sobre los dos. Me falta la cosecha de las respuestas, la seguridad para avanzar, la desaparición de los miedos. Me faltan, sobre todo, las risas sinceras. El respeto latente. Los planes. La ambición común. No me faltan todo el tiempo, pero cuando se ausentan, me duele. Me asusta el motor apagado de tus sueños. El silencio. La intolerancia. El derrotismo constante. El no querer cambiar nada, o no poder. No puedo con tus no puedos. No puedo con el ya se va a solucionar. No puedo con el hola tristón de tu saludo. Puedo con muchas cosas, quizás incluso con todo eso. Pero no lo quiero. Aún a costa de perder el cariño táctil. Despidiéndome de tu espalda. Desmoronando lo que no era amistad. Rompiéndolo todo. Desarraigándolo para que no crezca. Que se quede en eso. Amistad. Y que no nos esforcemos más. Tú y yo somos tú y yo y no nosotros. Es entenderlo, aceptarlo, y todo aquello.   

miércoles, 27 de junio de 2012

A toda máquina

El listado de tareas es tan grande que quisiera que los días tuvieran 72 horas de duración. El viernes viajo a Buenos Aires, de ahí a Madrid. El domingo vuelo a París. El miércoles de vuelta a Madrid, el viernes a Segovia, el sábado a Madrid y el sábado de noche, avión a Montevideo. No tengo claro qué voy a llevar en la valija. Sólo sé que no puede faltar el vestido para el casamiento, chancletas y ropa de mucho calor para España, y ropa de media estación para Francia. Y regalos para los que voy a ver. Y los boarding passes de los aviones ya impresos. Y depilarme. Y antigripales. Y protector solar. Y euros. Y el pasaporte recién renovado. Y el chip del celular español. Y todas las emociones de volver a donde viví más de un año. Más todo lo que tengo que hacer antes de irme, en estas 48 horas de acá, que me quedan chicas.

El tiempo viene como un tren a toda máquina. Tengo miedo de no aprovechar cada minuto. Es momento de no pensar, y de correr, porque voy a estar de vuelta en un suspiro. Pausar lo justo para absorber la nostalgia, y correr para que no me atropelle el tren. 

martes, 26 de junio de 2012

Haya paz

En el cielo de Montevideo no se ven muchas estrellas.
Yo cada tanto necesito ubicarme, saber dónde estoy, qué tipo de suelo piso.
No siempre me doy cuenta sola. Me faltan indicios. Me sobran dudas.
Aunque esté en calma, tengo que mirar al cielo y entender.
No veo tantas estrellas. Pero por hoy me alcanzan.

lunes, 25 de junio de 2012

Brain dead

Sobrevivir.
Hasta que no.
Me ganó una olla de sopa. Mutó, abarcó la cocina. Se diseminó sobre las hornallas. Ensució todo.


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Muerte cerebral.
Cansancio extremo.
Hoy apenas puedo limpiar mis desastres.

domingo, 24 de junio de 2012

Inflexiones


A veces no pasa nada. Y a veces pasa todo junto. Ahora mismo pasa todo junto.

No hay recreos. No hay pausas. El recreo y la pausa son la vida sucediendo en formato vértigo, pero con más sonrisas. Así que todo es recreo, todo es pausa, todo es vida y el ritmo es desaforado, tanto que se sienten algunos ámbitos, por supuesto. Se resienten.

No todo es fácil ni todo es lindo, se agregan hechos circunstanciales al combo, factores adrenalínicos inesperados, tiempo extra de juego, insomnios, reveses. La perspectiva de un viaje achica el calendario y vuelve arena el tiempo, se escurre todo sin que me dé cuenta por dónde, se eterniza la lista de tareas, se desproporciona la ansiedad, se ausenta el equilibrio.

No sé si me quiero quejar. Era esto lo que quería. Sólo desearía que los días tuvieran diez horas más y no sentir culpa por dormir la siesta un domingo.

viernes, 22 de junio de 2012

Frío de después de comer

Tiemblo. Temblequeo. Tirito. Mi piel se trunca, se trastoca, se torna trémula y trepidante. Se deja trazar por el frío tristón, tenue, trágico de ese alto alterador que es el almuerzo. Me estremezco, me tropiezo, me tergiverso. Me refugio en mi rincón. Me rindo subrepticiamente al ratito de recreo. Me vuelvo vértice, vorágine de vacío y vaga velocidad. Me abstraigo. Aturdida, adormézcome entre algoritmos de azul y la abstracción del alma me aliviana. Murmullo, modorreo, medito. Promuevo mi pensamiento hacia paisajes prístinos, prados y playas y picos de imponente porte. Te evoco y eternizo experiencias en ese espacio evasor nuestro, limbo lánguido de locuras lentas, latentes, lascivas. También tiernas. Me mezco con música mística, internalizo intríngulis, reflexiono sobre existencias y axiomas. Cuelgo mi cabeza del cosmos, camino, caliento mi cuerpo, como caramelos. Cabeceo. Corrijo. Concibo. Comienzo a crear.

jueves, 21 de junio de 2012

Incoherencia que sale por los porros

Hola. Me doy cuenta de que vivo en un país que no sabe para dónde va, qué quiere ni qué cosas son importantes en la vida. Y como un país es la gente que vive en un territorio determinado, estoy diciendo que la gente que vive en este cacho de tierra del sur de América ha perdido el rumbo y la cordura. Y no sólo eso, estoy diciendo también que la gente que esta gente que somos y vivimos acá elegimos para gobernarnos está mal de la capucha. Y que lo que veo en televisión y leo en los medios y escucho en mis entornos  y recorridos vitales es como un gran delirio colectivo, como una mirada agónica y desenfocada de la realidad, de lo que importa, de cuáles son los auténticos problemas.

Por cadena nacional, el señor que tenemos por presidente dijo que debemos tomarnos un mes para reflexionar sobre la inseguridad que aqueja a los uruguayos. Como si durante un mes las cosas fueran a paralizarse para que todos vayamos al rincón en penitencia a pensar sobre lo que hicimos. Cuestión que para variar no dijo mucha cosa concreta, pero después Subrayado va y dice que una fuente del Poder Ejecutivo le reveló que se prevé legalizar la marihuana como una de las acciones del plan que pensaron los gobernantes geniales para resolver la violencia social que nos fagocita.

Claro. De paso legalicemos el aborto, subsidiemos la producción de canicas y construyamos un parque de agua en Shangrilá. Como si el porro tuviera ALGO que ver con la inseguridad. Como si la gente que fuma porro fuera la que anda increpando jovencitas por la zona del Parque Rodó con amenazas de apuñalamiento a cambio de tres billetes de cien. Yo misma fumé dos pitadas de porro el sábado pasado, por primera vez en mi vida uruguaya. No robé a nadie, pero tampoco fui más feliz. Me cayó mal y me fui a dormir a mi casa.

Como si la pasta base se curara con más droga. Y encima el planteo gubernamental es registrar a los porristas, y controlar la producción y la venta. Mi duda es si mi padre va a tener que dejar de plantar arroz para cultivar cannabis. Capaz que es más rentable y todo. Le decretan esencialidad. Andá a saber. Tanto delirio, ya nada es imposible.

Yo ahora estoy re tranquila porque los dos pastabaseros que me quisieron afanar el martes van a quedar contentos con sus 40 porros mensuales y van a dejar de hacer bobadas en la vía pública. Las personas de bien, que no fuman porro ni se inyectan cosas ni inhalan pegamento, van a caminar en paz por las calles de la ciudad, porque todo quedará resuelto con la legalización de la marihuana. No sólo legalización, ojo. Papá Estado va a distribuirla cariñosamente, procurando que sus 300.000 consumidores queden pipones. Los campos uruguayos dejarán de alojar vaquillonas para ser espesas alfombras de chalas, y nuestra industria turística florecerá como una orquídea, al atraer millones de viajeros ávidos de fumanchar, lo cual sin duda es turismo de calidad premium.

No sé ni qué pensar porque todo esto me provoca una confusión y un escepticismo tremendos. Me salta la ironía como mecanismo de defensa, pero la verdad es que me deprimo. No entiendo dónde vivo ni qué corno de país estamos construyendo. Se emiten anuncios sin fundamentos, sin estudiar con cuidado las consecuencias, se tergiversa la opinión pública porque se fabrica una agenda desnorteada, alelada con temas nimios como la legalización de la marihuana, por lo que prima lo polémico por sobre lo necesario, lo vanguardista por sobre lo real, lo abierto por sobre lo urgente.

Me chupa un huevo si se legaliza o no la marihuana. Dudo que el rumbo social cambie en algo para mejor, y le sospecho mil inconvenientes a la hora de implementar la logística que se atisba en las declaraciones de los señores del Poder Ejecutivo. Pero bueno, hagan lo que quieran.

Lo que no me chupa un huevo, es decir, me importa, es que no entiendo qué tiene que ver la marihuana con que dos pendejos de miércoles me hagan tener que agredirlos con pepper spray. Me importa no caminar por la calle agarrando un pomito en el bolsillo para tenerlo listo para dispararlo a la vuelta de una esquina peligrosa. Porque ahora todas las esquinas son peligrosas si te roban un martes a mediodía en Emilio Frugoni y Piera.

Me importa, también, que todos nos enrosquemos hablando de esta pavada del porro, que será respetable discutirlo en algún momento de la historia de la nación, pero no es prioritario, de hecho le ganan bastantes debates en la carrera hacia la elaboración de una ley (por ejemplo el matrimonio homosexual). Me importa que el foco se haya desviado tanto que lleguemos a plantearnos si legalizar la marihuana va a hacer que cosas como las del empleado de La Pasiva no ocurran más. Claro que van a seguir ocurriendo, si no se aplican medidas serias y drásticas que tengan como objetivo resolver ese problema crónico de inseguridad, en vez de distraerse con trivialidades en forma de psicotropo.

Me importa que esté yo misma hablando de lo inútil que es hablar de esto ahora. Me asusta. Me molesta. Me desilusiona.

Mierda.

martes, 19 de junio de 2012

Magda vs. Inseguridad (Level 1)

Acabo de tener una experiencia de lo más emocionante.

Resulta que habiendo sol por primera vez en 400 días más o menos, decidí comer mi manzana de postre dando una caminata de 10 minutos alrededor de la agencia (zona Parque Rodó). Así que subí por una calle hermosamente soleada y a la media cuadra veo venir dos infantojuveniles de aproximadamente 15 años, uno flacucho de campera amarilla que llevaba una botella de pilsen chica en la mano derecha y tenía cara de ido, y otro más robustito de campera roja. El de rojo le venía diciendo al de amarillo, al momento de cruzarse conmigo, algo así como "Dejámela a mí".

Cuestión que nos cruzamos y medio me increpan. Bah, medio, no. Me increpan. "Tranquilita y dame toda la plata bo, sacá la plata y lo que tengas, te vamo a apuñalar, sacá la plata". Y así en un loop que proseguía repitiéndose eternamente mientras yo le digo "Pará bo, pará" y empiezo a revolver mi cartera y a mirar en todas direcciones. El de amarillo balbuceaba cosas que no entendí muy bien, calculo que estaba demasiado pastabaseado. Pero era el que al parecer tenía un arma (la botellita). El de rojo no me acuerdo de verle las manos, creo que las tenía en los bolsillos, pero era el patotero, el mandón. Todo esto habrá sido en aproximadamente 20 segundos. Yo miraba a una vieja en la vereda de en frente, que estaba paseando a un perro. Ella me miraba insegura. Yo le hacía como señas y los pibes me decían "Qué mirás, bo, no mirés a nadie, sacá la plata". Por suerte pretendían que abriera la cartera, abriera la billetera y les depositara en mano los 250 pesos que poseo, o algo así. Por eso medio que me tomé mi tiempo para rebuscar en la cartera.

Resulta que hace un mes, más o menos, a mi hermana se le ocurrió que papá nos tenía que comprar gas pimienta para llevar en el bolso. Y me compraron uno. El cosito es un poco más grande que un lápiz de labio, está camuflado como tal, y había rojo y rosa pálido. Yo elegí el rojo. Lo tuve dos semanas envasado arriba de mi escritorio, y hará un par de semanas lo metí en la cartera, en el típico bolsillo lateral interno que tienen para guardar el celular, pensando en que nunca iba a precisarlo. Y ahí quedó, variando a veces de cartera, hasta hoy. Cuando mis dedos lo buscaron, lo encontraron, lo destaparon, y le buscaron el lugar donde debía salir el spray, mientras los dos pibes chorros me prepoteaban y amenazaban con apuñalarme.

Mi cerebro iba a mil, no sabía si iba a salirme con la mía, pero los tipos no habían sacado ningún arma, y la mini botella de cerveza no me daba mucho miedo. Ayudaba el hecho de que me llegaban a la altura del hombro (una de las únicas veces en que ser más alta que un hombre fue factor de seguridad y no lo contrario). Y bueno. Disparé. Saqué la mano derecha armada de la cartera, y le apunté al de rojo. Una pena que no le dí de lleno en los ojos. Salieron corriendo en dirección rambla, y yo caminando a ritmo rápido hacia el lado opuesto. Inhalé un poco de la nubecita de spray que todavía flotaba en el aire, pero espero que el matoncito haya inhalado más. Caminé hacia la vieja que miraba en frente y le expliqué que papá me había comprado un gas pimienta, y ella se fue a alertarle a los vecinos.

Tuve que dar un rodeo para volver a la agencia, y tenía miedo de cruzármelos de nuevo (creo que si me los encuentro ahora sí me van a apuñalar). Y le conté a papá que estrené el gas. Y no me robaron nada. Y todo sigue normal. Y me siento algo valiente. Pero es triste. Impotente, patética y totalmente triste.



lunes, 18 de junio de 2012

Needy

No sé qué va a pasar pero por ahora estoy bien con no saberlo. Lo que sí sé es que necesito cosas y las encuentro. Quizás no como lo pensaba, o cuando lo requería, pero aparecen. Están. Y es lo que importa.

domingo, 17 de junio de 2012

Síntesis

Fue uno de esos fines de semana en los que algunas piezas encajaron en el puzzle.

viernes, 15 de junio de 2012

La felicidad viene en envase micro

Tantas cosas.

Tendría que sentarme a escribir un post largo, profundo, revelador, pero pasé de que me sobrara el tiempo en forma escandalosa, a que me faltara igual de escandalosamente. Hace cinco días que estoy así, desde que el lunes me dijeron que me daban una oportunidad laboral, y que empezaba el martes.

Así que de golpe la vida se me llenó de cosas, de miedos, de dudas y de muchas semillitas de emoción con potencial germinador. Y me sentaron ante una mac en una sala con mucha gente que se ríe y pone música, y me sacaron de estar 24 horas en mi casa, y volví a andar en ómnibus, y tuve que pensar en qué poner en el tupper cada día, y llego a casa cuando ya es de noche y ahí recién empiezan el resto de actividades, deportes, paseos y trabajos.

Cuestión que lo que menos he hecho ha sido dormir y lo que más ha sido no entender nada. Pero de a poco voy sumergiéndome en esta rutina nueva que va a regir mis días hasta el 21 de setiembre, y ojalá mucho más. Es lo que quería y todavía no me creo del todo haberlo conseguido. Es fácil querer algo. Es más complicado cuando rompés el papel de regalo de la vida y aparece lo que habías pedido durante tanto tiempo, y tenés que hacerte cargo de usarlo bien.

Y claro, más allá de esas nueve horas que paso entre las paredes transparentes de esta agencia, están las restantes quince que tengo que dividir entre mi otro trabajo, el hockey, el quality time familiar, las charlas con amigos, la absorción de cultura e información básica y permanente, el aseo personal, las salidas de a dos, los viajes entre puntos A y B, las cuatro o veintiséis comidas diarias y también cinco o seis horas de sueño, para alcanzar a sobrevivir al día siguiente y extender la cadena de cansancio un día más sin morir en el proceso.

En realidad las quince horas casi no existen, y probablemente lo más relegado debe ser el aseo personal.  Pero hoy es viernes y espero que en las próximas horas de fin de semana me pueda poner al día con muchas cosas. Cierto festejo de cumpleaños, por ejemplo.

Tantas cosas. Pero estoy ocupada y microfeliz.

martes, 12 de junio de 2012

Golpes

Tengo un moretón hinchado en la pierna, pero el bochazo es lo que menos me duele. Hoy fue un día de muchas cosas y creo que me terminó ganando la desolación. Por suerte hay un lugar donde estacionar el auto y descansar la cabeza sobre un hombro aliado, y así juntar fuerzas para el siguiente desafío. Y al final, siempre quedan la almohada y la oscuridad para secar las lágrimas que no quiero que el mundo vea, aunque mamá las adivine. Las rosas que me regaló mi hermana me miran compasivas desde el escritorio.

lunes, 11 de junio de 2012

panic-stricken

Bello pavor.
El cariño de los que hinchan por mí.
Una puerta roja que se abre.
Ganas locas.
Agradecimiento pleno.
Y un tupper con milanesa.

Ahí voy.

sábado, 9 de junio de 2012

La hoja en blanco no existe

"Si la creación es proceso, la hoja en blanco no existe." 
Diego Lev, publicitario, en una charla de #PlayaValley

Iba a no escribir nada hoy, a dejar que ganara la hoja en blanco. Pero después vi un video de esa charla de ese publicitario y pensé que no, que es imposible que me gane porque no existe. Probablemente estaba escrita desde antes esta hoja, porque lo que pasa en mí viene desde el momento cero, el momento en que nací o el momento en que mis células de feto empezaron a multiplicarse adentro de mi madre, cuando mis papás me crearon en un rapto de -espero- amor. O sea que tengo temas para escribir desde siempre, tengo ideas desde siempre y mis ideas son únicas y distintas porque yo soy así, única y distinta de todos los demás seres humanos, que también son únicos y distintos entre sí.

Ponele.

Pero después encuentro que es sábado de noche, recién madrugada del domingo, y hace como tres horas que amanecí de la siesta, y la vida está transcurriendo ahí afuera aunque hagan cuatro grados celsius, y me quiero cortar las venas con la cucharita con la que engulli un bol gigante de helado porque no estoy pasando frío como le corresponde a cualquier uruguayo que se precie de joven. Porque mis amigos no parecen sentir los mismos impulsos aunque tengan la misma edad, y porque de verdad no sé qué les pasa o quiénes son o dónde están o qué pretenden de un sábado de noche, y todo se me acumula en tristezas y frustraciones. 

"Vivir con intensidad es una condicionante para la creatividad", dijo Diego Lev en el video. Y me muero de ganas de vivir con intensidad, como hoy de mañana corriendo atrás de una bocha y festejando el 5 a 1 con un combo en el mall de Arocena, o como frente a un calefactor el jueves de noche en intenso simposio de amigas. Pero fuera del hockey y de ciertas tardes de Rambla o de mesas familiares, la vida perdió intensidad y no puedo revivirla. Ahora en nada se viene un viaje y unos reencuentros, pero después de eso espero que aparezca un trabajo de muchas horas, porque sino sigo cayéndome en espiral hacia un tedio horroroso. 

Actitud, dicen. Sí, pero a veces no tengo tantas energías como para arrastrar a la gente a la noche. A veces me gustaría que me llamaran a mí y me arrastraran a mí. Que tuvieran ganas de que yo participara, y no viceversa. Que idearan cosas para sacarme de mi letargo, y no al revés. Que quisieran tener veinticinco años y no cien, que me motivaran a brindar, que me agitaran para salir a bailar, que me presentaran amigos divertidos. No sé. Algo así de utópico y espontáneo y divertido. 

Me voy a servir más helado y leer. Que la noche está en pañales, lamentablemente. 

jueves, 7 de junio de 2012

Horizonte


Parece que nunca hay skyline sin grúa. Ni jueves sin banquete y chismes. Ni esperanzas sin inseguridad.

miércoles, 6 de junio de 2012

Ice(berg)

Frío que obnubila, que frustra. Que abate, deshace, encoge. Frío que aplasta, que empalidece, que corroe, que apuñala. Cegador, hiriente. Reverberante frío. Destructivo, estéril, ignoto. Caleidoscópico en su insistencia. Mortal. Sin risas. Vacío.

Así también es el silencio.

martes, 5 de junio de 2012

Urge

No es fácil escribir de algo nuevo cada día, con la vida actual que llevo. La mayor parte del tiempo la paso en mi casa, un mundo calentito donde hay pocas novedades. Salgo sí, una vez por día más o menos, a encontrarme con la rambla o el supermercado o la familia extendida o los amigos o una cancha de hockey. A veces ahí tampoco encuentro muchas novedades. Pero hay más que en casa, porque hay más gente que en casa. Y la gente es la que me proporciona temas sobre los que escribir.

Necesito gente. Yo, autoproclamada bicho antisocial en mis años de juventud, ahora necesito gente. Necesito a mis amigos en lo cotidiano, a mis padres en los almuerzos y las cenas, a los vecinos comprando leche en el almacén, a mi abuelo invitándome al tenis, a mis compañeras de equipo burlándose porque erré un gol que no podía no ser gol. Necesito los festejos de cumpleaños y las idas a bailar reggaetón de antaño. Y necesito también, por qué no, las escapadas a ver las luces de la rambla desde un auto compartiendo un abrazo.

Pero sobre todo, ahora lo que necesito es un trabajo. Quiero tener que salir de mi casa todos los días, para quererla al regreso. Quiero un grupo de gente diversa pero organizada con la que compartir tareas. Quiero pares que me alimenten la cabeza con ideas buenas y no tanto. Quiero jefes que me desafíen y me rezonguen y me reconozcan los pequeños triunfos. Quiero distintas visiones del mundo metidas en una oficina de colores. Quiero formar parte de una tripulación cuanto antes.

Hey, quiero un trabajo. Necesito un trabajo. Me harías un bien. Y no creo que salgas perdiendo.

Pensalo.

lunes, 4 de junio de 2012

Qué pensás?

No estoy pensando. Es lo lindo del tema. Estoy cerrando los ojos y abrazándote porque tengo ganas. No estoy pensando porque cuando pienso demasiado me altero, y ahora quiero estar así de bien como vengo hace unas cuantas horas. Bien y sin pensar. Bien y acariciándote la espalda. Bien y riéndome de mi estupidez. Bien y despeinándote. Bien y con esa modorra inmensa que provoca el sentirse bien. Bien y sólo eso, sintiéndome bien y sintiéndote y sintiendo lo que se me canta sentir, que no quiero ni saber qué es porque implicaría pensar. Y no estoy pensando. Estoy sintiéndome bien.

viernes, 1 de junio de 2012

Bye bye beddie



Tras algo así como ocho años de convivencia, mi cama uniplaza se va. No la voy a extrañar. Es angostita y demasiado blanda. Mañana se la entrego al pibe que la compró por mercadolibre. Espero que a partir de ahora acoja las pesadillas de otro. Hay que hacer lugar para los sueños nuevos.