domingo, 31 de julio de 2011

último mundo

hay personas que van todos los días a las once menos cuarto de la noche al corte inglés de princesa y se sientan en los bancos a esperar. esperan que los empleados del corte inglés saquen la basura, para revolver y llevarse lo que puedan rescatar. van equipados con bolsas y carritos. la mayoría son viejas, algún viejo también, pero hay de todo. no parecen vivir en la calle. tampoco parecen pasarlo bien. se sientan a esperar y conversan. cuando sacan los contenedores a la calle, se apresuran a hurgar en ellos. sacan verduras sin tocar, por ejemplo, de esas que vienen envasadas en bandejitas. la mayoría de las cosas que se llevan son comida. supongo que es comida que se venció pero apenas por un día. por lo menos alguien la aprovecha. pero es triste ver esa cara de la crisis.

también es triste ver la cantidad de gente que duerme en la calle. estoy segura de que madrid en eso le gana a montevideo. en los bancos tipo de plaza del parque del oeste siempre hay un par con sus bolsas, que no sabés si están drogados y durmiendo, o muertos. en gran vía hay decenas. algunos son parte del paisaje ya. tienen como tinglados y carpas y están acostados todo el día. otro, al lado de la casa del libro, está sentado en el suelo con un cuaderno y en un cartel escrito a mano pone que te escribe poesías al momento. nunca ví que nadie le comprara un poema.

después están los negros que te ofrecen revistas en las esquinas, los que te compran oro, los chinos que parecen multiplicarse en la noche y andan por la calle con sus mochilas cargadas vendiendo latas de cerveza, los que venden abanicos o carteras truchas, los que te roban el vuelto de la cuenta en las mesas de la vereda, los que tocan instrumentos en el metro, las mujeres raquíticas que bailan flamenco en las plazas, las viejas que se prostituyen, los latinos que se prostituyen, las ancianas decrépitas que no tienen brazos, o las que tienen carteles muy mal escritos pidiendo para alimentar a sus hijos. son las manifestaciones de la pobreza en el primer mundo, las de los inmigrantes, los enfermos, los analfabetos, los borrachos, los locos, los desesperados. está ahí afuera, apenas piso la calle. quizás acá me llame más la atención ese desamparo. o quizás me voy acostumbrando, como los demás madrileños, a no mirar cuando una mano sucia se me acerca rogándome que ponga en ella una moneda.

sábado, 30 de julio de 2011

los 14 puntos de wilson

miremos hacia adelante.
busquemos piso.
hagamos planes de viajes.
empecemos el trabajo final del máster.
valoremos un poco el ámbito laboral.
ahorremos en lo posible.
vayamos a la piscina.
esperemos visitas.
recorramos madrid.
comamos cerezas.
brindemos con tinto de verano.
riámonos de todo.
leamos más libros.
intentemos ser felices.

jueves, 28 de julio de 2011

crash



no sé si estoy vacía
o por estallar
de pena.

sigo sin entender.

pero mejor ya no me expliques.

miércoles, 27 de julio de 2011

war of sales

las rebajas me significan por lo menos dos problemas, además de la competencia febril por llegar antes que las demás. pero en esta avanzada etapa de descuentos, cuando ya las cosas como que dejaron de valer, y el polvo de los primeros cañonazos se asentó con la sangre derramada (con las cuentas corrientes desangradas), a mí todavía me quedan dos batallas por luchar.

la primera son las perchas. a mí, personalmente, me odian. se caen al mínimo contacto con mis dedillos torpes. además, tiempos de rebajas son tiempos de caos, de desorden, de cosas enganchadas entre sí, percheros desbordados, zapatos perdidos, rubros mezclados. no es fácil seleccionar una camiseta entre un cambalache de telas distintas enredadas, mal colgadas, dadas vuelta, especialmente cuando el tubo de metal en el que se apoyan las perchas no aguanta más y se empieza a caer todo en una cascada interminable.

la otra batalla es seleccionar cuatro o cinco cosas y llevárselas al probador, y en parte desear que te queden lindas y en parte no, porque los números están totalmente en rojo (a tal punto que ya le adjudiqué 30 euros de gastos al mes de agosto, y no se ha terminado julio). y mirarte y no convencerte, o sí, pero justo esa que te queda bien no está tan rebajada, y meditar, y pensar cuándo usarías una camiseta naranja o un vestido apretado rosa pálido, y resulta que al final le dejás la pila de ropa toda desordenada a la señorita del probador, que te mira con simpatía irónica y te putea internamente, y no llevás nada. no sabés si sentirte derrotada o si salir cual campeona de la tienda, agitando la tarjeta de crédito invicta sobre tu cabeza, pensando en los euros que ahora tenés para gastar en otra cosa.

igual perdés la guerra en seguida, cuando vas al supermercado y ves irse todos los billetes en tomates, pan bimbo, papel higiénico, queso y tallarines verdes.

martes, 26 de julio de 2011

ma ta me



te das cuenta de que sos el último orejón del tarro cuando vienen simpáticamente y te dan una listita de 200 personas y te dicen que tenés que llamar a cada uno y preguntarle si le llegó un paquete.

te das cuenta de que odiás tu trabajo cuando llamás al primero y balbuceás, y el tipo -que es nada menos que director de marketing del corte inglés- no te atiende porque salió a comer o tiene alguna cosa más importante que hacer que atender a una pelotuda que pregunta si le llegó un paquete.

te das cuenta de que te vas a ahogar en el aburrimiento cuando el curso al que te mandan es sobre manejo de bases de datos.

te das cuenta de que querés cortarte las venas con el resaltador amarillo flúo cuando lo más emocionante de tu día laboral es decidir con qué grado de azúcar querés el café. mentira, lo más emocionante es que el café es gratis.

te das cuenta de que estás en el máximo horno cuando pensás en robarte el papel higiénico de la empresa, o llevarte latas de cocacola a tu casa porque cuestan 0,15 euros, o alguna libretita extra de postits, lo que sea con tal de sentir que no te están explotando tanto, y que de alguna manera le estás ganando -o empatando- al sistema.

te das cuenta de que no te entusiasma ir a trabajar cuando estás más cómoda en el metro que en la silla de la oficina, y deseás que el viaje dure un poquito más para leerte alguna otra página del libro, a pesar de que el libro es flojote y tiene como 800 páginas.

te das cuenta de que no es lo tuyo cuando recién cumplís una semana de trabajo y ya estás pensando en que se cumplan los tres meses de contrato para escapar de alguna forma. te das cuenta de que no sabés si estás perdiendo el tiempo o aprendiendo o sufriendo o haciendo engordar el currículum. te das cuenta de que no lo disfrutás porque te das cuenta de que se dan cuenta de que no lo disfrutás, y hasta les da lástima pedirte que hagas cosas que apestan. o te tratan de boluda, y creo que prefiero eso, así no me piden que me arrastre entre la mierda que nadie quiere hacer.

lunes, 25 de julio de 2011

domingo con sabor a sábado

fui a la piscina con buenos amigos, y de noche me acompañaron junto con algunos más a cenar y ver el partido. un fin de semana chauchón y vacío de repente se colmó de sentido y de razones para estar contenta y agradecida. mi casa quedó sucia, mi cuerpo agotado, mi billetera vacía, pero dejé de sentirme triste. hoy se trata de juntar ganas para otra semana de trabajo y madrid. pero fue una linda dosis de olvido.

sábado, 23 de julio de 2011

otro madrid

salgo de casa pretendiendo hacer la ruta del parque del oeste y el templo de debod, que ya sé que son 6 km. pero la noche de sábado está agradable y quiero innovar y quiero no tener rumbo y quiero ver qué pasa afuera. así que salgo y paso por atrás de la universidad y por el camino de siempre hacia el máster, y huelo la colonia de la gente que sale a cenar, y me siento un poco pichi en mis shorts de correr y mis championes, pero sobre todo me siento pichi por no tener con quién ir a cenar un sábado de noche, ni para quién perfumarme.

y me sorprendo encontrándome bajo los tupidos árboles de plaza españa, atravesándolos, viendo a gente solitaria en los bancos, a parejas en los bancos, a turistas caminando por ahí, a una mujer que me pregunta, cuando hacía rato que dejé la protección de los árboles, dónde quedaba el metro de plaza españa, y medio que le indico, y allá va. mucha gente me pregunta cosas por la calle, no sé si es que parezco madrileña. creo que descubrir que hablo en rioplatense no es una sorpresa muy grata para alguien que anda perdido por madrid. pero les indico, como puedo. me gusta que la mayoría de las veces sé lo que me están preguntando.

llego al palacio real, donde todavía quedan familias y grupos tomando helados en el pastito de la plaza. es una de las plazas que más me gusta. la atravieso, mirando como cautivada la mole del palacio iluminada, ese bloque blanco enorme lleno de ventanas y de historias y de estatuas que gracias a mi abuelo ahora sé lo que tiene adentro. paso al costado de la ópera, donde la gente mira el palacio también, desde una terraza, engalanados todos, guapos todos, como si no tuvieran más preocupaciones en el mundo que ver el palacio iluminado y gastar euros en cenas y butacas de la ópera.

como contraste, en la plaza de ópera donde está, valga la redundancia, la boca de metro de ópera, esa que hace un año exactamente era un agujero en obras, hoy es una linda plataforma de cemento donde se exponían unas fotos en blanco y negro. fotos de vagabundos, de gente de la calle, de gente fea y con muletas, tullidos, viejos, borrachos, locas, gente que duerme en portales rodeados de bolsas y de perros. una exposición que es como un pequeño grito de mudos que la gente rica no oye, porque está mirando el palacio, justo del otro lado del edificio, de espaldas a la plaza y las fotos.

camino por la calle arenal, donde unos bailan ruso y otras zapatean flamenco y otros sólo tocan la guitarra con una rata blanca puesta arriba de una caja de cartón, y la gente se para a mirarlos y pocos les dejan monedas, sólo interrumpen el tránsito peatonal de esa calle de peatones y artistas callejeros. se presiente que hay algo adelante, y es la vibración de los indignados en sol, nuevos indignados, más indignados, que vienen de todas partes de españa, caminando supuestamente desde hace un mes.

sol tiene carteles sobre la dignidad, vuelve a ser la plaza solución, la de los movimientos sociales, la de las quejas y las asambleas. me escurro entre la gente para intentar atravesarla, pero es imposible casi, tardo mucho, atrapada entre peludos y turistas y curiosos. en sol no huele a colonia de salida pija de sábado, huele a camping y a rastas y a juventud radical, huele a manifestación y a desesperación; huele a patetismo, porque los líderes que hablan por megáfono no saben ni qué decir, y sus discursos pegan en una urss stalinista pero no en españa del 2011. hablan de revolución y de pueblos y de compañeros y de que mañana será la victoria. pero yo no sé qué van a ganar, ni siquiera entiendo bien su lucha, aunque la admiro, los admiro, y admiro las ganas de hacer cosas, a pesar de que después se les quedan enredadas en discusiones políticas infructíferas, en demagogia y en caos. en un momento se contactan con parís, con indignados en parís, supongo, y no se oye ni se entiende bien, pero sólo el hecho de que estén organizados lo suficiente como para transmitir la voz de un parisino me asombra.

no puedo atravesar la plaza, la gente me aplasta, el hacinamiento es enorme cerca del punto central de la asamblea, y tengo que escurrirme por la calle montera, donde las prostitutas siguen junto a sus árboles, las tiendas de tatuajes están abiertas y el movimiento es constante, ruidoso. llego a gran vía, la arteria mágica de madrid, y sigo rumbo a cibeles, alcalá (alcalá significa tanto), y ya cambia la ciudad al estar en esa esquina del barrio de salamanca, donde la gente guapa que va a la ópera toma un aperitivo en las mesitas de la vereda, con el perro atado a la silla, y hasta el perro tiene un platito con agua o comida. las vidrieras muestran mundos imposibles, la calle respira otra tranquilidad, otra dignidad, son calles de ricos, de niños pijos, chicas en taconazos y señoras con bolsos luis vuitton.

no recorro mucho ese barrio. evito mirar algunas calles, conocidas en algún tiempo, y algunas terrazas y algunos portales. me vuelvo por recoletos hasta colón, hasta el edificio más feo de madrid, que es marrón con un verde agua y parece que está suspendido en el aire. lo de colón es un fraude, no mira al colón de nueva york, lo he pensado y repensado. este colón mira en dirección sur, si no me equivoco, y el ángulo nunca le puede alcanzar para ver a ningún colón de norteamérica. pero bueno, sigo por génova, hasta alonso martínez, y ahi veo la fuente iluminada, y después más adelante la de bilbao, y más adelante la de san bernardo, y ya casi estoy en casa.

he recorrido casi siete kilómetros de madrid intenso, de madrid turístico, madrid céntrico, madrid puro y duro. y llego a casa con un nudo en la garganta y una tristeza enorme. madrid me entristece hoy, y hay muchas veces que me entristece últimamente, que se me muestra inhóspita y cruel, que me deja sola. sigo queriendo a esta ciudad, pero algunas cosas suyas me han decepcionado. no sé hasta cuando estaré acá, porque me he quedado sin proyectos.

no sé si me enamoré de tí, o de una idea de tí, o de una idea de mí contigo. but i'm heartbroken. sin tu compañía, o el recuerdo o la esperanza de tu compañía, madrid ha perdido mucho de su encanto.

viernes, 22 de julio de 2011

no robarás (bueno, depende)

hoy le robé a un señor mayor. y se sintió bastante bien.

en realidad, no fue que robé robé. digamos que me la hicieron fácil. yo lo único que hice fue no hacer nada. o sea, básicamente robaron por mí. casi que me obligaron a robar.

en realidad, tampoco es que se dio cuenta el señor. probablemente nunca se dé cuenta. lo debe de tener asumido, eso de que cada tanto alguien le roba en su comercio. es que el señor hace mucho que trabaja en esto.

en realidad, tampoco es que robé algo millonario. valía 9,99 euros. o sea, prácticamente ya me lo estaban regalando. 9,99 euros no van a afectar drásticamente al negocio de este señor. además, si cuento lo que le he dejado de dinero en mi vida a ese anciano, me parece que hasta me merezco este regalo.

en realidad, ni siquiera iba con la intención de robar. una señorita se convirtió en cómplice, sin saberlo, porque no estaba haciendo demasiado bien su trabajo. cometió el delito por mí. o sea que ni siquiera robé yo misma. lo único que hice fue quedarme calladita.

en realidad, sí me sentí un poquitín ruin. pero bueno, tampoco iba a ir a decirle a la señorita que le había robado a su patrón, el señor anciano, 9,99 euros por omitir darse cuenta de que me llevaba cuatro blusas y no tres.

en realidad no es que no pagué nada, tampoco. sólo que la señorita cajera se confundió, sacó cuatro alarmas y pasó tres códigos de barras por la máquina. yo no puedo explicarle cómo tiene que hacer su trabajo.

en realidad, ni siquiera lo va a tener que pagar la señorita. porque nadie nunca va a saber que fue ella la confundida (ni siquiera ella misma), ni que fui yo la que se llevó una prenda extra en la bolsa de zara.

en realidad, mi crimen quedará impune para siempre, y mi consciencia no sufrirá demasiado por ello. y el señor anciano amancio ortega, el séptimo millonario del mundo, tampoco va a sufrir mucho por el hecho de que yo tenga una blusa más, lindísma por cierto, de 9,99 euros que nunca pagué. además, cuanto más gratis son las cosas, más lindas y más se disfrutan.

jueves, 21 de julio de 2011

spleen

¡Hay uno más malvado, más lóbrego e inmundo!
Sin que haga feas muecas ni lance toscos gritos
Convertiría, con gusto, a la tierra en escombro
Y, en medio de un bostezo, devoraría al Orbe;

¡Es el Tedio! -Anegado de un llanto involuntario,
Imagina cadalsos, mientras fuma su pipa.
Lector, tu bien conoces al delicado monstruo,
-¡Hipócrita lector -mi prójimo-, mi hermano!
(C. Baudelaire)

No es que sea desagradecida. Pero bueno, a casi una semana completa de trabajo puedo decir que no es lo que quiero hacer el resto de mi vida. Más bien, no es lo que quiero hacer mucho más de los tres meses de prácticas. Me aburro. No me aburro por falta de cosas que hacer. Me aburren las bases de datos, las planillas de excel, la búsqueda de las cosas más insípidas en google. No es que sea difícil ni siquiera. Con decir que lo más divertido es traducir noticias a inglés, creo que muestra el alcance de mi poco entusiasmo. No quiero que me contraten en este trabajo. Claro que un sueldo estaría bien, y la empresa no deja de ser excelente. Pero no quiero trabajar en el departamento de comunicación.

Y mientras como cerezas de a decenas, por lo menos saco en limpio una cosa de todo esto. Sigo queriendo ser creativa. Y cada vez más. Y en estos tres meses voy a marcarme el camino para intentar conseguirlo.


miércoles, 20 de julio de 2011

feliz día

a los que se acercaron.
a los que se alejaron pero no quiero perder.
a los que están, siguieron estando y sé que van a estar siempre.
a los que aparecerán por el camino.
a esos pocos que lo llenan todo.
a esos con los que reír es fácil.
a esos con los que llorar es fácil.
a todos los que han sabido acompañarme.
y a todos los que no han sabido, pero de alguna manera lo han intentado.
a los que dejé en el camino, sin querer.
a los que perdonan.
a los que piden perdón.
a los que siempre escriben.
a los que nunca lo hacen pero buscan formas.
a aquellos a los que me gustaría acercarme más.
a aquellos que son incondicionales.
a aquellos con los que es más difícil contar.
a los que son tan viejos como mi historia.
a los que son nuevos, pero parecen de toda la vida.
a los que hacen que algo normal sea mágico.
a los que me divierten.
a los que se burlan de mí.
a los que me escuchan.
a los que me hablan.
a los que me entienden y a los que no.
a los que me cuestionan.
a los que me critican.
a los que me dicen que la cagué.
a los que me dicen que la cagaron.
a los que callan.
a todos los que a veces no valoro.
a todos los que moriría sin ellos.
a los que extraño.
a los que voy a extrañar.
a los que no extraño pero sé que nada va a cambiar.
a los que cuentan conmigo.
a los que quiero como hermanos.
a las hermanas que son más que eso.
a los que me hacen mejor.
a los que me hacen feliz.
a las y los mejores amigos del mundo.
feliz día.

martes, 19 de julio de 2011

uruguay - perú

parece tonto, pero estar despierta a las 2 y media de la mañana para ver un partido de fútbol me hace sentirme más cerca de mi paisito. es una vibración en común que tengo con los que están allá. me siento parte, aunque esté lejos de papá y mamá y mi hermana viéndolo en el estar de casa, o de mis amigos, los que se reúnen y los que no, y de la emoción general del pueblo por este evento deportivo. siento que estoy, de alguna manera, y mi corazón late a la par que el de todos los celestes. mañana iré a trabajar con sueño, pero sabiendo lo que vive la gente que extraño, lo que piensan, lo que opinan, lo que sienten o no en cada pase de forlán, cada atajada de muslera o cada desmarque de suárez. esta noche mis ojos ven lo mismo que los de todos los uruguayos. vamos la celeste, que tres millones y pico de locos nos vamos a emocionar con los próximos 90 minutos de acción como si en ello se nos fuera, si no la vida, por lo menos el orgullo. es algo más grande que yo en este salón mirando la televisión, y más grande que todos los ojos en todas las televisiones, y que esas banderas en la cancha, y que esos once pibes con camisetas azul cielo. el fútbol nos regala un sentimiento nacional, y eso me hace sentir un poco en casa.


(como excepción, pero creo que la ocasión lo merece, va una foto googleada)

lunes, 18 de julio de 2011

debut

cuando subía por la escalera mecánica del metro de avenida américa sentía que estaba emergiendo a una nueva etapa de mi vida. no lo digo por decir cursilerías. de verdad lo pensé. me gustó la empresa y la gente y la infraestructura. todo simpático y alegre y moderno. de hecho, me sentaron en un escritorio que al principio no entendí bien si era el mío porque la pantalla de la computadora era demasiado grande. pero era. y tengo lápices y lapiceras y resaltadores en una taza, y un mouse pad rojo con una frase "escribo mi propio guión", de tarantino, y una silla color mostaza, y un teléfono que dice mi nombre y es sólo para mí (tengo una línea propia). ahora mismo me estoy preguntando cómo debería atenderlo cuando suene... espero que no suene pronto.

en mi sector de la empresa son casi todas mujeres (aunque el jefe es hombre, claro), y es una oficina grande donde hay algunas separaciones pero está casi todo unido y escuchás lo que dicen y hacen los demás, lo cual me parece genial porque en algún momento quizás hasta pueda hacer sociales. hoy lo que escuchaba era a uno de los varones (son re pocos) intentando traducir frases de inglés a españon relacionadas con bebés y con autos y seguridad para las sillitas de niños para algún trabajo para ford. hablan horrible inglés.

después la otra parte de la agencia que conocí fue la de administración general, donde firmé mi contratito. es parecida a la mía, pero un piso más arriba. mi oficina está justo al lado de la entrada, en la planta baja, y tenemos las máquinas de café y bebidas (a 0,15 cada refresco!!! como para traerme a casa unas cuantas latas! eso es casi casi gratuito) y las salas de reuniones al lado, todo dando hacia una sala cuadrada modernosa con sillones extraños y la recepción, que tiene unos dibujitos graciosos y uno de los leit motivs de la empresa: big ideas are usually simple ideas.

y poco más, porque me mandaron a casa medio express hoy. pero mañana ya tengo cosas que hacer y entro en horario normal. empezó otra etapa, y estoy bastante satisfecha. por lo menos mi tiempo estará ocupado, y me gusta el lugar que me da cobijo profesional. estoy en la tercera empresa de publicidad más importante del mundo, y ya me puse la camiseta. ahora a sudarla.

domingo, 17 de julio de 2011

coyuntura

quisiera soltar muchas cosas, pero de algunas no puedo hablar. a veces paso del frenesí a la melancolía más atroz en minutos. una noche de fiesta se termina en un baño de lágrimas, en un desborde total a causa de unas palabras cariñosas con las que me cuesta lidiar. de repente me veo reflejada en alguien que me comprende, y se me cae toda la fortificación. quizás debería haber hablado mucho antes, porque me hacía falta esa comprensión. y por otra parte, duele. duele que sucedan cosas y descubrir que también les sucedieron a otros antes, y ellos también las barrieron para abajo de la alfombra. hay muchas circunstancias juntas. no es fácil no estar y a la vez también es lo más fácil. quiero sacudir a alguien que supuestamente está enferma. quiero sacudir a los que supuestamente quieren su bienestar. quisiera que tomaran otras decisiones, que tuvieran otras actitudes. por otra parte, cierta situación me obliga a tomar juramentos en los que no creo creer. me siento un poco hipócrita, aunque no creo que mi rol sea menos válido por eso. a mí manera estoy prometiendo otras cosas, que no tienen que ver con un dios o una iglesia, pero sí con querer lo mejor para alguien y ayudar en lo que se pueda. pero sigo los pasos del rito como lo aprendí, y me siento falsa. porque para mí esas frases están vacías. son grandilocuentes e incomprensibles. y también, surge ese momento de la celebración posterior en que el tema de la charla desemboca en alguien que me importa demasiado, y lo feliz que es habiendo encontrado a una persona encantadora, y siento cómo me va cortando el corazón en pedacitos un bisturí, y se me va esparciendo cada parte sobre el mantel, en una paella que me cayó pesada. no sé, son tiempos de melancolía y de algunas tristezas, y de asumir errores y tratar de evitar que mi vida siempre retorne a los mismos círculos. mañana empiezo a trabajar, ojalá que eso traiga vientos de cambio.

viernes, 15 de julio de 2011

viaje a la nostalgia

iba a escribir algo intrascendente sobre no sé qué tema. pero me embarqué en un recorrido mágico por las fotos que tengo desde el 2004 en adelante (desde que accedimos a las cámaras digitales) y son las seis de la mañana y todavía no lo terminé. de vez en cuando es sano mirar atrás. y es hermoso.

jueves, 14 de julio de 2011

esperanza de pobre

hoy soñé contigo y con que me metía en tu casa y me escondía en tu armario, y tu madre recorría la casa y no me veía, pero yo tenía que salir de alguna manera porque estaba sentada sobre tus zapatos y si me descubrían se iba a armar un pandemonium. pero era lindo igual, porque yo chateaba contigo -que estabas en tu trabajo- desde mi laptop dentro de tu armario, y te contaba dónde estaba, y toda la situación era a la vez ridícula y excitante y soñarla me dio esperanzas. no creo que te vea este domingo, ni de cerca, aunque una parte de mí sigue soñándolo. sueño que aparecés y te reís de mí y me alentás con los ojos, y en algún momento de la tarde me susurrás que viniste para quedarte. no va a suceder, pero por lo menos en mi sueño aparecías, y eso ya es mucho más que esta realidad en la que dejaste de existir forzosamente, porque tu existencia dolía, y más dolía darme cuenta de que sólo ibas a estar en paz si estabas lejos de mí. otro día soñé que me decías que era un alivio que yo no estuviera más, y supongo que debe ser cierto. no quiero ser la encarnación del mal y de los errores y de las dudas y el miedo. sé que lo soy, y que estás feliz ahora. intentaré no soñar más con esconderme de tu madre en tu ropero, ni pensar en que vas a aparecer, y por eso voy a dejar de buscar un vestido para tí y voy a buscar uno sólo para el evento.

miércoles, 13 de julio de 2011

touring

cansancio mortal, completo. día de recorrer madrid como turista. pies muertos, brazos que no responden, cerebro extinto. pero la grata sensación de haberlo visto desde los ojos de quien lo ve por primera vez. y un reencuentro feliz con la ducha y la cama.













borges dijo "siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así, celoso." a mí con madrid me pasa algo parecido. no me gusta que a otros les guste, pero menos me gusta cuando no saben descubrir su encanto.

martes, 12 de julio de 2011

el sueño de la casa propia

hemos estado hablando algunas y quizás nos vayamos a vivir juntas. y me gustaría mucho. así que estoy como adicta a idealista.com y a la búsqueda infatigable de apartamentos. por eso tengo los ojos cansados y pocas ganas de escribir hoy. además viene una amiga de visita, y juega uruguay a las tres de la mañana. la noche está en pañales. me voy a comer pipas y cerezas mientras espero.

lunes, 11 de julio de 2011

memorias I

me acuerdo de la sensación de aventura que nos provocaba. el hecho de que fuera de noche, y perderse en el campo, y la amenaza de feroces bestias como liebres y zorritos acechando ahí afuera... todo sumaba para que cuando papá, después de la cena y del informativo en la televisión en blanco y negro, propusiera ir a cazar, nosotras tres saltáramos de excitación y alegría.

entonces papá abría el armario prohibido que hay en el living, ese de puertas de vidrio esmerilado, como con rombos, que trasluce misteriosamente las formas y colores de lo que encierra tras sus puertas, y sacaba una caja donde guardaba un farol que -en aquellos tiempos para mí era magia- se conectaba al auto y emitía un haz muy potente que cortaba la noche. también seleccionaba, del estante que rodeaba la chimenea, unas cajitas pequeñas llenas de balas. y por último, descolgaba el rifle de la pared al lado del barómetro, apagaba el motor que generaba la luz para todo el casco de la estancia, y en silencio y penumbras, nos subíamos al auto.

el auto era, en ese entonces, la camioneta paratí celeste, o una gris, anterior, o el fiat uno blanco de mamá. papá enchufaba el farol, y yo generalmente iba en el asiento del copiloto, sosteniéndolo, y fascinada con la tarea de descubrir lo que nos escondía la noche gracias al poder iluminatorio del foco. tenía un cable negro que era enrulado, y a veces se me enganchaba en los pies, especialmente cuando papá quería agarrarlo rápido para poder dispararle a algo sin estar medio a ciegas. íbamos despacio, calladitas -o intentándolo-, hasta que en el círculo de luz aparecía una liebre, o, en raras ocasiones, un zorro. a los zorrinos y mulitas no los considerábamos presas. a las liebres había que matarlas porque se comían los arbustos del parque de mamá. a los zorros, porque se comían los corderos. jabalíes había pero nunca vimos, por lo menos no en esas noches de cacería.

cuando veíamos los ojitos brillantes y encandilados de una liebre, papá me decía que la iluminara bien, y probaba acertarle con alguna bala. la detonación siempre me sorprendía. creo que la mayoría se salvaban, por suerte, porque ni siquiera las comíamos, y hoy me parece cruel matar a esos bichitos. había una especie de morbo raro en mi interior. por un lado, quería que mi padre la alcanzara, y por otro, quería que se escapara ilesa. los zorros eran un poco más malignos en mi imaginario infantil, pero también, en esa lucha contra el cazador, inevitablemente me dan pena todos los animales, y quiero que se escabullan a la seguridad de sus madrigueras.

mis hermanas y yo la pasábamos bien de cualquier manera, hubiéramos cazado algo o no. lo emocionante era la oscuridad y sentirnos grandes, sentirnos incluidas por nuestro padre en un programa tan serio como era la caza, que involucraba una escopeta y balas y una luz todopoderosa. papá nunca fue un muy buen cazador, y eso me alegra, porque no va con su naturaleza, y le va mejor enseñándonos a respetar a los animales del campo que a matarlos. creo que se arrepiente de alguna que otra liebre asesinada, y hoy se esmera en proteger a los yacarés -en extinción- que andan por las cañadas de la estancia. de hecho sabe cuántos son y dónde toman sol y a veces hasta se desvía en la avioneta volando bajo para verlos.

la aventura de cazar con papá siempre tenía más sabor cuando volvíamos a pie hasta la casa. no por la diversión de caminar en plena noche, en zapatillitas, por el medio del campo lleno de espinas y cardos y bosta y charcos, con nuestras patitas cortas y de cansancio fácil. sino más bien porque a papá, con su amor por los recorridos complicados, se le había ocurrido incrustar el auto en un cenagal imposible, de donde, después de intentar empujar, escarbar, retroceder y forzar el motor de todas las formas, no había podido salir. y ahí terminábamos yendo los cuatro a través de la noche hacia la casa, pinchándonos, pero con una sensación feliz -por lo menos yo, no creo que papá, porque arrastraba a dos de la mano y cargaba a una demasiado chica para volver a pie, y nos iba hablando de cosas para que no nos asustáramos, o, justamente, para asustarnos más-. y en casa nos esperaba mamá, de camisón blanco, y con alguna luz encendida, y nos metíamos en las camas con esas frazadas pesadas de color bordó. y la noche quedaba afuera, y todo era refugio y paz y dormirse con una aventura más a cuestas.

domingo, 10 de julio de 2011

run forrest run



por cuatro euros me compré un reloj abominablemente llamativo en el opencor (una promo), y me alegro. así supe que tardé media hora para los cuatro kilómetros y medio que troté por el retiro. si algo me ha dado el ocio, es tiempo para hacer ejercicio. y me estoy empezando a sentir bien con los resultados. no veo la hora de volver a agarrar un palo de hockey, y este próximo año voy a hacer lo posible para encontrar dónde jugar. mientras tanto, sigo corriendo. el parque, y el tiempo, son míos.

sábado, 9 de julio de 2011

viernes, 8 de julio de 2011

aires frescos

parece que me voy a quedar un tiempo más en madrid. parece que voy a tener trabajo, finalmente. no exactamente lo que quería, pero algo que no está mal y en una empresa importante. me pagan poco (es una pasantía), pero es mejor que nada, y el horario está bien. parece que el verano va a dejar de ser ocioso, así que me compré un ventilador por 18 euros, lo ensamblé (siempre hay una primera vez para ensamblar un ventilador), y ahora espero a que haga calor de verdad para encenderlo. porque en realidad hoy la noche está agradablemente fresca. y yo no sé si estoy contenta o un poco resignada. así que voy a intentar mejorar mi ánimo viendo a uruguay jugar contra chile, y sino, me voy a tomar algo con amigas. probablemente la segunda opción sea más fiable a la hora de mejorar mi humor.

jueves, 7 de julio de 2011

7 de julio

no sé porqué pero es la tercera vez en mi vida (que yo recuerde), que esta fecha se convierte en importante. quizás el 7 de julio está destinado a ser un día clave cada tantos años.

un 7 de julio empezó mi primer noviazgo. ese que está marcado por la inocencia, el descubrimiento, y la tranquilidad de la inexperiencia mutua. ese que fue idílico, pacífico y me forjó de muchísimas maneras. nunca voy a estar tan en calma como en esas épocas en que era adolescente (ya no tanto) y despreocupada y me descubrí incondicionalmente acompañada. esos días en que sentía que podía gritar de ternura y enamoramiento. puede que nunca vuelva esa pureza.

un 7 de julio más reciente se desmoronó el mundo. mi mundo, en el que vivíamos cinco personas. mi casa se vio sacudida por una fuerza horrorosa que trajo muchas lágrimas y heridas. todo quedó devastado por un tiempo. algunas cosas nunca se curaron. ese día estalló una bomba que no nos sorprendió del todo, pero que dejó secuelas importantes, y hubo que empezar a reconstruir. quizás la casa nueva no es tan perfecta como la anterior, la rota, que tenía habitaciones adornadas y pasadizos secretos. pero ésta tiene muchas más ventanas. es frágil, sí, pero mucho más luminosa. no sé si me siento cómoda en esta casa nueva. pero es mejor que la otra. es más sincera por lo menos.

y hoy fue un día agridulce. agri porque se acabó finalmente el máster y las oportunidades de reunirnos todos todos. dulce, porque sé con quiénes voy a tener más oportunidades, y los siento cerca. y todos nos vestimos guapos (o lo intentamos) y salimos al frente a que nos colocaran la bufanda rara esa con el logo de la universidad y sonreímos para la foto. y sonreí de verdad, con alegría de haber estado hoy ahí, frente a un aula magna desbordada, y con orgullo de llevar colgada esa tira de tela amarilla y blanca, que para mí, más que la pomposidad de la ceremonia universitaria, significa la imagen de un salón de clase lleno de personas a las que les tengo un cariño enorme.

no sé lo que traerán otros sietes de julio. espero que menos casas rotas y más caras amigas. más primeros besos y menos desolaciones. y muchos más brindis con tintos de verano y croquetas y maní con chocolate. miro hacia atrás y pienso que estoy contenta de estar donde estoy ahora.


miércoles, 6 de julio de 2011

conjugación en futuro simple

iba caminando por gran vía, un poco papando moscas y otro poco atenta a captar vidrieras en donde aparecieran objetos interesantes a precios ridículos. de repente, en un reflejo vi algo que me llamó la atención. más bien era alguien. no me dí la vuelta porque me quedé petrificada. la observé según desaparecía del vidrio en el que se repetía su imagen. no me vio. siguió de largo, caminando por la vereda, con un ritmo algo apresurado, pero seguro, como si tuviera que llegar a alguna parte pero supiera que nada empezaba hasta que ella no estuviera ahí. no llevaba tacones, y yo sabía porqué. vestía vaqueros y unas sandalias planas discretas. una camiseta de algodón y la tira de un bolso marrón que le atravesaba el pecho (normalito, imitación cuero) terminaban de cerrar un atuendo quizás demasiado casual, pero en el que sabía cómoda. yo era perfectamente consciente de que algunas cosas no cambiarían nunca. el pelo lo llevaba largo, pero no demasiado, y de su color natural. o al menos lo parecía. y tenía unos lentes de sol negros que no le ocultaban del todo los ojos. pero igual la reconocí. era imposible no reconocer una cara tan familiar. lo raro era encontrarla ahí, mirarla pasar. estaba algo más vieja, pero los ojos achinados por el sol, la nariz redondeada y esa barbilla tan característica seguían igual. me reconocí con asombro en esa fugaz visión a través del reflejo en el escaparate. esa mujer era yo.

miré a mi alrededor, y lo primero que pensé fue en seguirla. la calle estaba rara. de repente el tráfico sólo circulaba en un sentido, y los autos eran de modelos extraños, desconocidos. pero era la gran vía y su fisonomía, aunque las tiendas tuvieran nombres raros, nuevos para mí, y hubiera más gente circulando, vestidos con ropas muy coloridas, muy soprendentes. se me perdía mi propia figura una cuadra más adelante, así que aceleré el paso. me vi cruzar una calle y meterme en una librería. sólo que en la vidriera no había muchos libros, más bien tabletas de esas para leer y posters. me volví a sorprender viendo mi foto en uno de ellos. photoshopeada, claro. hasta estaba atractiva. parecía cuatro o cinco años mayor que ahora. irradiaba una fuerza importante, como de mujer exitosa. me alegré de no descubrir estragos del botox ni implantes de ningún tipo en la imagen. sólo una figura curvilínea y tonificada, que no estaba muy segura de que fuera la mía. no sabía si entrar. pero la librería estaba llena de gente, y mi yo treintañera no salía, así que me animé. las personas llevaban libros en sus manos y hacían una fila. en una mesa estaba yo, firmando libros. parecía nerviosa. me vi mirar el reloj alguna vez, pero noté que intentaba ser amable. la fila se fue achicando a lo largo de una hora. mientras me espiaba a mí misma, leía algunos fragmentos del libro que todos querían tener firmado. no estaba mal. descubrí que tenía dos títulos más en una de las mesas de más vendidos. me alivió ver que en las portadas mi nombre no aparecía más grande que los nombres de las novelas.

después de un rato, me sobresalté al ver que se me acercaba un empleado y me pedía que comprara los libros por favor, porque hacía rato que los estaba hojeando. fui a la caja sin decir palabra y los compré. pero no me aceptaron los euros. los miraron raro. así que pagué con tarjeta, y por suerte no hubo inconvenientes. ví que yo salía, acompañada de una mujer que no había visto antes pero reconocí enseguida. también estaba más vieja pero parecía regia y juvenil. vestía mucho mejor que yo. que cualquiera de mis yo. era mi hermana. en un momento, las dos nos subimos en un autito redondeado y con look deportivo, pero que no llamaba mucho la atención, excepto por el hecho de que era anaranjado. sonreí cuando ví que yo conducía. no nos quise perder en el tráfico, así que me subí a lo que me pareció que era un taxi (era). nos seguí. el autito iba rápido, y era ágil, aún en el caos de princesa, pero no lo perdimos. los sentidos de las calles eran diferentes, así que dimos un rodeo curioso, pero llegamos a un edificio moderno en la calle fuencarral. blanco, de cinco o seis pisos, con cristales de colores y un cartel hecho de algo que parecía líquido contenido en acrílico. me bajé del taxi en un ataque de risa (otra vez tuve que pagar con tarjeta). LPMM. eran cuatro letras enormes transparentes que se incrustaban en la fachada, y adentro tenían burbujas y agua magenta, azul, amarilla y verde. ya sabía dónde estaba.

no entré a la agencia de publicidad porque no quería que me reconocieran. bueno, la otra yo sí entró, en una puerta de garage que se tragó el autito naranja. perdí de vista a mi hermana y a mí durante un rato. me senté en una cafetería a esperar que saliéramos otra vez. mientras tanto, seguí leyendo mis libros. algunas cosas me gustaron, otras no, como siempre. un mozo me saludó muy amistoso. me dijo que estaba especialmente guapa hoy. "parece que se hubiera hecho un lifting y todo", me dijo. me reí. me reí durante más rato del necesario. él también, pero con cara de no entender por qué me había tomado así el comentario. me preguntó por mi socia. le dije que creía que estaba muy bien, pero que hoy no la había visto.

en eso apareció otra vez el auto naranja. casi se me escabulle por una lateral. me subí al primer taxi que encontré y lo seguí. esta vez iba yo sola. conducía con música o algo así, porque iba como cantando o hablando sola. en un semáforo paramos justo al lado. tenía los vidrios abiertos y escuché el ritmo. no lo conocí. pero me di cuenta de que yo seguía cantando igual de mal que antes. y acelerando igual que siempre. en una esquina, como si estuviera coreografiado, frené, y una persona se sentó en el asiento del copiloto. me sobresalté, pero no sin cierto cosquilleo agradable posterior al impacto visual que me produjo verlo diez años mayor. la edad le sentaba bien. o era el paddle? no iba de traje, sino más informal. la barba la tenía igual que siempre, y creo que me pichó al besarme en la boca.

salimos de madrid por la autopista. el taxi iba a 140 como si fuera normal. quizás era normal, porque yo conducía más rápido todavía. con vértigo, le pedí al taxista que se apurara. tomamos un desvío y nos metimos en una zona más verde. ahí el deportivo naranja aflojó la marcha. en una callecita bordeada de robles torció a la derecha, y en seguida se metió en un portón de madera. la casa que se veía atrás del muro blanco me hizo acordar al casco de una estancia en la que había jugado a la escondida muchas vacaciones. no era grande, pero se adivinaba acogedora. ver las cinco cabras correteando en el jardín casi hace que le deje la tarjeta de crédito de regalo al taxista. estaba azorada. también había un golden retriever, que se me acercó amistoso, reconociéndome aún a través del muro sobre el que observaba la casa.

de repente se abrió la puerta de la casa otra vez, y salimos los dos arrastrando valijas azules. yo lo apuraba a él, con chistes y bromas. él sonreía, como si estuviera acostumbrado a ese tipo de emoción pre viaje. el taxi que yo acababa de abandonar seguía estacionado en la calle con el motor encendido, mientras el taxista hablaba por teléfono. qué suerte, justo hay uno acá, decía yo, y mientras me escondía un poco entre el muro y algunos árboles para que yo no me viera a mí misma acechando en mi propia casa, él y yo subimos al taxi, ante la extrañeza del hombre que lo conducía. alcancé a oír que decía algo así como "usted otra vez?", y volvía a arrancar, y se iba calle abajo, entre los robles. no dudé que iban al aeropuerto, a tomar un vuelo de doce horas (o tal vez menos, si la aeronáutica sigue avanzando). me senté ahí, en el muro blanco, mientras el perro me olisqueaba los pies (dante, le dije, y me miró atento). de golpe estaba feliz. probablemente muy de antemano.

martes, 5 de julio de 2011

algo de paz



no sé qué haría sin esta estructura indestructible que tengo atrás, que se llama familia y amigos. son los que dan pedal cuando yo ya no tengo fuerza, o me empujan en la cuesta, o simplemente están al costado del camino gritándome cosas, o susurrándolas -y por eso se me quedan más grabadas-, para hacerme seguir adelante. así que gracias a ellos respiro hondo, y sigo. y no tomo decisiones aceleradas. y busco paciencia. y los quiero. quizás mañana se resuelva todo. quizás no. pero hoy respiro hondo, y sigo.

lunes, 4 de julio de 2011

sin buzón

es curioso cómo una pedorrez me hace desmoronar totalmente. tuve una especie de deja vú de cuando discutía con los señores del ministerio de educación por mi título. resulta que me llamó un hombre del banco santander de acá para decirme que no me pueden dar la tarjeta de débito de una cuenta que abrí porque no tengo buzón a mi nombre. y en persona no me la pueden dar tampoco. así que pasé diez minutos discutiendo con el señor y le terminé diciendo que será una lástima pero que entonces no tendré la tarjeta porque nunca voy a tener buzón con mi nombre porque no soy ni española, y me hubiera gustado putearlo pero estaba intentando contener las lágrimas, con poco éxito. sé que no es culpa del señor pero tampoco estaba siendo muy agradable conmigo (medio que me acusaba de no tener buzón, como si fuera un delito), y ni siquiera es un problema mío no tener un buzón, y el banco debería ser capaz de darle la tarjeta a la gente que, como yo, no tiene su nombre en un buzón.
no fue el mejor momento para que me recordaran, una vez más, que acá no soy nadie, ni española, ni domiciliada, ni siquiera inmigrante porque carezco de cualquier documento uruguayo, ni persona con trabajo, ni con cuenta bancaria que sirva para algo, ni nada. así que mi moral vuelve a descender, y hasta me da vergüenza admitir que es por culpa de un agujero donde meter cartas.

sábado, 2 de julio de 2011

ya llegaron

durante la noche, furiosa actividad. las ventanas tapadas, ocultando lo que ocurre adentro. misterio y expectativa. como en la previa de una carrera, los competidores se alistan. esperan a que amanezca, y a que en las ventanas aparezcan esos carteles enormes, seductores. luego, el frenesí de la masa que se desparrama por todas partes apenas abren las puertas. se hicieron esperar, pero llegaron. ya están acá. y nadie quiere quedarse sin su tajada. ¡que viva el consumo, la caza de bicocas y la excitación de conseguir lo mejor antes que las demás! ¡que vivan las rebajas!