viernes, 31 de agosto de 2012

Boluda

Sí, tremenda boluda. Porque insisto con cosas que no debo. Y pierdo. 

Yo juego con pasión. Y él con inteligencia y desapego. Es una derrota cantada. Así que voy a dar por terminado el partido, y ver si remonto el campeonato jugando contra otros cuadros. De los que no pegan patadas. Al orgullo. 

Es viernes. Empieza una nueva fecha. A concentrar, muchachos.  

jueves, 30 de agosto de 2012

Soleada

Aunque no lo parezca y a veces lo disimule bien, están pasando cosas muy emocionantes, y estoy muy contenta. Tengo como una energía infantil mezclada con una actitud desaforada y unas ganas de parar un rato y oler las flores y sentarme al sol que está reapareciendo. Todo junto y hecho un revoltijo. Y encima pasan cosas no tan buenas que ponen en perspectiva el panorama, y valoro más una coca cola con amigos a la salida de práctica, unas risas en la agencia o un mimo de mi gato, de un perro ajeno o de un desconocido. Supongo que eso es ser feliz.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Quiero ser un viral

A falta de proyectos, y como me sobra el tiempo (nótese la ironía), decidí hacer de un problema una diversión y una causa para los uruguayos. En realidad no es tan así, pero más o menos.

Situación: Lunes, 22.30 horas. Yo conducía tranquilamente por Avenida Italia, volviendo de un partido de hockey en el que jugué 10 minutos y perdimos como 5 a 2, así que todo precioso. Venía vestida del partido aun, o sea que mis piernecillas de gacela estaban seductoramente a la vista (nótese la ironía). Doblé en Luis Alberto de Herrera, luego de esperar en el semáforo tras un ómnibus de Cutcsa. Tomamos Luis Alberto, y como no venía nadie lo sobrepasé. Apenas terminé de pasarlo, surgen unas lucecillas a una cuadra, que se movían. Eran señores de la IMM que querían que yo me detuviera para proceder a multarme. Un señor medio joven dio vueltas a mi vehículo. No me saludó ni me explicó nada. "Me tiene que dar la libreta del vehículo y la suya". 

Le pregunté cuál era mi pecado. Resulta que ir a 73 en zona de 45. Le dije que había pasado al ómnibus y por eso había acelerado, que no venía nadie y que había circulado lento atrás del ómnibus desde Avenida Italia. Me dijo un verso del radar y de que si yo estaba pasando al ómnibus el radar no me podría haber captado. Le pregunté por la foto. Me dijo que ahora después me explicaba, y no me explicó nada, todo con la simpatía de un orco. Cuestión que mi uniforme de hockey no me sirvió para fomentarle ninguna posible fantasía erótica y por ende quizás un perdón, y me dio una multa garabateada. Apareció un viejo más simpático que me explicó lo de la foto. Me dijo que hay dos, una panorámica del entorno y una de mi vehículo en infracción. Pero que las tengo que pedir en la Intendencia.

Y me fui. Y a la cuadra estaba llorando, porque las multas por exceso de velocidad son muy caras. Y estas cosas me producen impotencia, porque si bien no manejo lento, tampoco manejo mal, y de verdad no había nadie en la calle. Y nadie circula a 45 en esa parte de Luis Alberto de Herrera. En casa corroboré el precio de mi multa. Son 4700 pesos más o menos (casi un mes de uno de mis trabajos), y si lo pago antes de 15 días, me descuentan el 20%. Así que capaz que en setiembre tengo menos para comer. Lo único positivo que le veía es que al menos gano un sueldo y lo puedo pagar yo. Me gradué de que mi padre tenga que bancar este tipo de incidencias. 

Después me inspiré, y decidí convertir toda esta situación en algo provechoso. Bueno, en realidad provechoso no, pero un proyecto divertido. ¿Vieron ese rumor aparentemente falso de que Samsung le pagó a Apple nosecuántos millones en monedas de 1 cent? Bueno. Yo lo voy a hacer. Voy a pagar mis cerca de 3800 pesos (porque lo voy a hacer antes de 15 días) en monedas de $1 y de $2. Voy a ir a la Intendencia Municipal de Montevideo a pagar mi multa con alrededor de 11 kilos de dinero en el más puro metálico. 

Y me movilicé, y la gente se me sumó, y recibí un montón de entusiasmo y apoyo. El pueblo está conmigo, o con "La Tía Julia" (@magdamiller en twitter), y muchas personas ya me ofrecieron cambiarme el dinero por montones de monedas. Así que ahora soy una mujer con un proyecto. Un día de la semana que viene voy a acercarme a pagar mi multa. Pero lo voy a hacer con todo el desparpajo que pueda. Si me van a complicar la vida, voy a hacer mi mejor esfuerzo por devolver el golpe. Puede que la multa haya sido legal, aunque no me parezca demasiado justa. Lo mismo pasa con pagar con monedas. Suerte en pila contándolas. 

martes, 28 de agosto de 2012

sola. ola. ola. ola.

No sé qué extraño, pero necesito no extrañar más.
Al fin y al cabo siempre estuve sola. ¿No?


lunes, 27 de agosto de 2012

Lunes

Hola, Lunes. ¿Cómo estás? Se te ve lindo. Soleado. Capaz que nos engañás a todos y en el fondo escondés una depresión apocalíptica, como dos tercios de los seres humanos que conozco. Pero sonreís, que no es poco. Yo no tengo una depresión apocalíptica por suerte. Tengo vacíos, como todos. Pero también tengo montañitas de felicidad apiladas en la alacena de mi cotidianidad. Que no es poco. Así que yo sonrío, como vos. Y también me queda lindo. 

domingo, 26 de agosto de 2012

Hide, but mostly, seek



Anoche a eso de las cuatro y media de la mañana en el Parque Rodó cantaban gallos. Marcaban el final de una noche que marcó un antes y un después en la vida de alguien. Y yo estaba ahí, feliz por ese cambio, ese despertar.

Todos jugamos a la escondida. En el juego, lo más divertido es esconderse. En la vida, lo que más hacemos es buscar. 


sábado, 25 de agosto de 2012

viernes, 24 de agosto de 2012

Al escribidor

Ya no sé si leés. En una época me leías. Absorbías cada palabra como una esponja con sed. Me entendías creo. Era mutuo el interés, el hambre de conocerte. Después pasaron cosas. Cambiaron cosas. Desaparecieron cosas. No sé bien a dónde se fueron. Cada tanto había un atisbo de magia pero se perdía después de desayunar. No se va lo que nunca estuvo, dijiste alguna vez. Es cierto. Pero yo creo que sí estuviste y dejaste algo, no sé si una huella, o un poco del olor de tu cuello y tus rulos y tu abrazo. No creo que lo que quede sea algo permanente porque no dejé que se marcara muy hondo, tú no dejaste o no demostraste o no me diste razones que justificaran dejar que se marcara más hondo, a pesar de que las busqué. Fueron cuatro meses, o casi. Un poco más que un otoño. No me puedo quejar. Tampoco debería dolerme. Lo que yo había pedido era eso. Un otoño. Fue un poco más. Y fue darme cuenta de que no quiero un otoño. Un otoño no es ni frío ni caliente. Es un intermedio tibio, inestable, inseguro. Es un verano cansado y un invierno con pereza, o sea ninguno de los dos. Y yo quiero frío y calor y sensaciones. Quiero un precipicio sin red abajo. Y vos sos todo red. Sé que yo te hice red. Tejí muchas de tus dudas. No sé para qué o para quién escribo hoy. Supongo que para mí, como casi siempre. Excepto el autorretrato, que una vez sentí que lo había escrito para vos. Parece que eso fue hace mil millones de años. Decías que yo era predecible. Y yo casi que adiviné todo lo que iba a pasar ayer. Todo lo que ibas a ser ayer. No sé lo que pasa en tu cabeza, pero algunas cosas las puedo percibir. Se murió el encanto o algo por el estilo. Y está bien, yo que sé. Yo le asesté unas cuantas puñaladas. En algún momento se rompió algo, no dudo que haya sido a causa de mis ultimátums. Se rompió algo intangible. Pero se rompió. Y todo se me volvió más difícil, y más deseable. Porque aprendí a necesitarte. Y después quisiste que no te necesitara más, pero yo ya me había acostumbrado a necesitarte. No sos la persona ideal, no comparto cien millones de cosas contigo, pero me hacías falta. Incluso hoy me hacés falta. Por ahí es porque eras lo único que tenía tan cerca. Hubo un proceso, un camino. Te dediqué tiempo. Ganas, muchas. Y pensamientos, probablemente demasiados. Yo quería aferrarme a alguien. Sigo queriendo. No sé si te ahogué. Creo que vivís ahogado por ti mismo. Te desbordé, te embolaste. Quién sabe. No creo que lo sepa nunca. Después de un tiempo dejaste de contarme lo que te pasaba. O dejaron de pasarte cosas. Las dos, creo. Y todo aquello. Había demasiado silencio, y empecé a quedarme sorda. Y a sentirme más sola que ahora, cuando de verdad lo estoy. En fin. Lo mismo que ya te dije. Me alegro por todo lo que pasó. Creo que no hubiera hecho las cosas distinto, en términos generales. Me hubiera gustado asustarme menos al principio. Me hubiera gustado asustarte menos al final. Eso, nomás. Te sigo queriendo mucho. Te hubiera podido querer más. Creo que así estamos a salvo, tú de mi felicidad prepotente y mis ganas. Yo de tu pesadumbre y tu apatía. Te extraño, pero no sé muy bien quién sos. Así que te extraño como recuerdo. Te nostalgio. Y no imagino un qué hubiera sido si. Porque según vos, nunca lo hubo. Y duele ser tan poco. 

jueves, 23 de agosto de 2012

miércoles, 22 de agosto de 2012

Work in progress

Exprime. Cansa. No te deja dormir. En el fondo no termina nunca. Estresa. Desmoraliza. Aplasta. Preocupa.
Pero el trabajo también puede ser de colores.






 


lunes, 20 de agosto de 2012

Joder


Lo que nace un viernes no llega vivo al domingo.
Lo que florece en abril no resiste el invierno.
Lo que ocurrió en Europa no cruza el océano.
Lo que se nutre del pasado no acaba con la soledad. 

sábado, 18 de agosto de 2012

Mirá vos



Cuántas sorpresas. Más de las que puedo mantener girando en el aire a la vez. Pero es bueno. Es como la parte de la película en que empiezan a pasar un montón de cosas juntas, y no sabés como va a terminar. Me gusta no poder adivinar los desenlaces, los giros narrativos. Las vueltas de tuerca inesperadas, pero bienvenidas.  

Resulta que me dijeron que soy sincera y franca y que esa actitud es lo que invita a la confianza. Ayer, en un rincón negro de una discoteca, un amigo me hizo ese regalo enorme. No me dijo que soy linda ni buena. Me dijo que atraigo por esa actitud de decir lo que pienso de verdad. Y no me quería conquistar ni nada. Me lo decía desde un lugar muy puro. Me hizo feliz. 

Es curioso todas las revelaciones que uno puede invocar en un sillón de discoteca, mientras la música atruena todo lo demás y la gente baila y grita a tu alrededor como si nada. Se formó una pequeña burbuja de intimidad en la que decir cualquier cosa estaba bien. Así me gusta que sea con mis amigos. Real, cierto. Sin prejuicios. Un intercambio genuino.  

Y después, o antes en realidad, otra actitud bella. Otra persona, con una pureza distinta, más oscura pero digna. Valiente. Una propuesta calculada con ir y venir previo. Un desafío. Nunca puedo rechazar un desafío, menos uno así de grato. Le seguí la corriente hasta un árbol donde apenas llovía. Cerré los ojos y vi. Alimenté la intriga. Aprecié, y sigo apreciando, esa honestidad perversa y seductora. El yo banco si vos bancás, el reto, el hasta dónde vamos. 

Tuve que pisar el freno. No sin recelo, no sin dudas. Sabiendo todo lo que todo implica. No es un lugar fácil, no era un momento fácil. Lo único fácil era ese arrojo y esa espontaneidad de decir las cosas como nos provocó decirlas. Jugar a ese juego extraño en el que no hay dados ni tableros, sólo un silencio y un murmullo de incomprensión de fondo y un tal vez todavía estamos a tiempo y un pero sería mejor que no.

Me encanta que pasen cosas, aunque no siempre sean convenientes ni correctas ni cómodas. Amo que me digan la verdad y que me cuenten cosas. Me gusta que atraiga mi forma de ser, aunque mi belleza no me lleve a ninguna parte. Me emociona que me confiesen cosas y provocar cosas, aunque sea intriga. Me divierte asustar un poco, shockear. Empujar un poquito más el límite. No me hace feliz ser la que al rato tiene que recordar que el límite está ahí en alguna parte. Anoche era mejor que estuviera ahí. Mañana veremos.


viernes, 17 de agosto de 2012

Lutos

Ayer lloré por alguien que no murió. Lloré porque sé que algún día sí se va a ir, y me duele desde ya. Es un poco extraño y un poco inútil, pero así de grande es la pena.

jueves, 16 de agosto de 2012

Bajá conmigo

Hay textos elevados que están buenos. 
Pero en general, los textos que se arrastran, que se entierran en la mugre, que sangran, que vomitan, que fornican, que apuñalan, que lamen y que putean son mejores. Es una opinión nomás, pero lo mismo pasa con la gente. Sacá un poquito de mierda para afuera cada tanto, rendite, sé humano, sé lo más básicamente terrenal que puedas, gritá, tocate los huevos, rompé vasos, reí cuando no debas, enloquecé, llorá, mordeme. Me gustás así. 

(Esta es una foto de un cuadro de Alicia García Jiménez de Aréchaga) 

miércoles, 15 de agosto de 2012

Incorrecto

Comer ese chocolate fue un error. Mentir es un error. No atender la llamada fue un error. Decir que sí fue un error. Negarse también hubiera sido un error. Gastar plata en comida habiendo empanadas feas en casa es un error, pero las empanadas feas con poco relleno son un error en sí mismas. Tuitear generalmente es un error grave. Dormir de menos es un error. Dormir de más también. No dormir siempre es un error. No ponerle tilde a los pronombres interrogativos es un error. Vivir donde vivo es un error, en cualquier lado lo sería. Llevar hombres a casa es un error. Participar es un error, querer participar lo es aún más y no participar es un error eterno. Dudar es un error, preguntar es un horror, saber es una catástrofe. Coger es un error. Pagar un telo es un error. Irse sin pagar es de terror. Pegarle a tu mujer es un error. Ir preso es un error. Comer es un error repetitivo. Los crocs son un error y ni hablar de las nenas fashion de creepers. Ser moderno es un error y ser vintage es un error. Hablar con gerundios es un error. Ver Tinelli es un error digno de silla eléctrica. La lluvia es un error celestial. Suspender partidos de hockey es un error. Fumar porro es un error. Prender inciensos es un error. Tener caballos es un error hermoso. Hablar de sexo es un error. Cuestionarse es una tragedia. Vivir es un error constante. Perdonar es un error. Decir te quiero es un error. Decir te quiero mucho cuando amás es un error. Amar es un error por el que pagás en incómodas cuotas. Pagar cosas en cuotas es un error. Escuchar Petinatti es un error. Andar en ómnibus es un error. Mirar porno es un error. Usar sandalias en agosto es un error. Vernos tiene gusto a error. Tener el pelo largo es un error, tener el pelo corto es un error, no tener pelo es un error. Viajar es un error brillante. Masturbarse es un error. Equivocarse es un error, pero no equivocarse nunca es un error por ausencia de errores. Salir con alguien más viejo es un error. Salir con alguien casado es un error. Casarse es un error. Las citas a ciegas son un error. Los besos son muchos errores. La culpa es la consecuencia de un error. Mis ideas son errores vacíos. Romper las reglas es un error, incluso cuando las reglas son erróneas. Los hombres no aprenden del error. Las mujeres no aprenden de los hombres. Los sueños son errores tercos. Cumplir los sueños es de tercos errados. La respuesta acertada siempre está mal. Las leyes son errores normalizados. La tecnología es un error que avanza, la cultura es un error mitificado, la religión es un error misterioso. El orgasmo es una forma de errar espasmódicamente. Es un error también la belleza. La fealdad es un craso error. La verdad suele ser un error y el miedo es el máximo traspié de la corrección. Las banderas son errores de colores. Pedir un préstamo es un error. El dinero es un error que codiciamos. Chuponear es un error, sobre todo frente a señoras mayores que miran con gesto censor. La censura es un error. La autocensura es un error calculado. El deseo es un error reprimible.  Mis amigos me consideran errada. Yo los considero cerrados. Todo es un perpetuo error. Los mensajes de texto son un malentendido. El sol es un error galáctico. Las fotografías son errores plasmados en píxeles que son cuadraditos erróneos. El jamón en la ensalada es un error. Los gatos no son perros por error. Las uñas azules son un error. El tiempo es un error. La existencia entera es un error maravilloso.          

martes, 14 de agosto de 2012

Un martes cualquiera

Me hablaba mientras me calentaba las manos. Empezamos mirando por la ventana, claro, porque así lo ameritaba la tormenta que se desprendía del cielo, como un pesado tapiz de agua. Hablamos de los taxis que pasaban, de lo difícil que es conseguir un taxi un día de lluvia. Yo le dije que por suerte no había tenido que tomarme un taxi hoy porque mi madre, en otro acto cotidiano de bondad, me trajo a trabajar. Después comentamos algunas noticias del día, pero muy por arriba, porque las noticias siempre son las mismas y hoy estaban todas mojadas por el alerta naranja. Le conté de mis dilemas existenciales, como que me cuesta tener ideas, como que no tengo mucho tiempo para nada, como que pienso en alguien que no piensa en mí. Me reconfortó un poco, tan dulce él. Le di un par de besos porque lo merecía, y porque yo lo necesitaba. Su calor se me coló por dentro, tan necesario. Le seguí contando de mis cosas mientras mirábamos llover. Él me consolaba en silencio, expectante, ofreciendo cucharaditas de aliento cada tanto. Irradiando. Se vaciaba en mí, se volcaba en mí, se derramaba todo en mí y yo lo agradecía, sincera, ávida, vulnerable. Menos congelada yo, él ya tibio, fui acabando con él lentamente, a la vez que seguía soltando mis pensamientos, los liberaba de a poco, los hacía escapar, los largaba en carreras de angustia. Los escribía, en puñados de frases, en este blog, mientras la taza se quedaba sin cappuccino y yo me llenaba de paz. Mi interlocutor fue un café, un martes cualquiera, en un recreo laboral. 



domingo, 12 de agosto de 2012

Soulful

En el almuerzo hablamos de si los animales tienen alma. Según mi tía abuela, las tres potencias del alma son el entendimiento, la memoria y la voluntad. Yo creo que entienden, se acuerdan y deciden hacer cosas por nosotros. O por lo menos, eso es lo que a lo largo de mi vida voy descubriendo de ellos.  

Según mi padre se puede saber el momento exacto en el que un animal se muere si estás mirándole los ojos. En el preciso instante en que deja de existir, algo se le va de la mirada. El brillo. La vida. El alma.

Si tienen o no, a nivel filosófico o científico, la verdad es que me tiene sin cuidado. A mí me dan amor, y felicidad, y una ternura muy honda. Me hacen mejor y me engrandecen. Me acompañan, y lo único que piden es una galleta o que les tires un palo. Invaden la rutina con sus ruiditos. Se acurrucan, se escapan, lamen, huelen, o simplemente están en el paisaje. 

Los animales son lo que más me hace dudar de la afirmación de que dios no existe. 







 





 

sábado, 11 de agosto de 2012

Rayos

Escucho llover. Me voy a dormir pensando demasiado. Se me hace un puré mental, que voy revolviendo de a poco. Al final es una pasta, espesa, densa. Todo se concentra ahí. Lo pongo en un tupper y lo guardo en la heladera, para mañana. 

No entender cosas no significa que no me hagan sonreír. O dudar. O tener miedo. 

Escucho llover, y duermo. 

jueves, 9 de agosto de 2012

La tía Julia

Las circunstancias de la vida me han transmitido una imperante necesidad de elegir un álter ego con el que identificarme. Un nombre, un personaje, una concepción de ser humano. Fue fácil. La tía Julia. Las primeras tres palabras del título de uno de los mejores libros del mundo. Un personaje de ese libro mágico, un ser que fue real y de verdad se casó con Vargas Llosa. Una tía segunda 14 años mayor pero que estaba buena y era tierna y se enamoró de él, que en ese entonces tenía 18. No duró mucho tiempo ese matrimonio, pero bastó para empezar a parir una novela. Y acá estoy, yo, la tía Julia, descendiente de ese idilio, un poco tía y un poco escribidor, no estoy buena pero soy tierna a veces, y no me quiero enamorar de alguien catorce años menor porque iría presa. 

Hoy me puse a remolonear un poco entre todas esas historias. Me acordé de que me identifico con Olga Arellano, la prosti de Pantaleón, pero también con su mujer, y con Pantaleón mismo, y que aunque quiero ser la madrastra Lucrecia, en el fondo siempre me parezco mucho más a Urania Cabral, la víctima no tan débil del idiota de Trujillo. Me acordé de que me identifico con Varguitas, con Pedro Camacho y sus entreveros grotescos de prime time radial, con la debacle del fin del mundo, con la niña mala y el pobre que vuelve a enamorarse de ella cada vez, con los que conversan en La Catedral, que no es una iglesia sino un bar, y cuya conversación me leí en dos tomos antiguos que me prestó mi abuelo. 

También anduve paseando por otros lados literarios. Me fui a África, donde Allan Quatermain me  fascinó cortándole una mano a un negro que estaba por clavarle una daga mientras dormía en una canoa. Me acordé de la amistad de Umslopogaas, después de tantos años y tantas cacerías, después de descubrir las minas de Salomón y de que Sir Henry Curtis se casara con una semidiosa en una civilización dorada donde abundaban los hipopótamos. 

Me acordé de los pibes de Enid Blyton; casi que viví más aventuras con ellos que con mis hermanas. Los cinco, los siete, los de aventura, los de misterio, las mellizas, Torres de Mallory y cuanta cosa caía en mis manos era leída con devoción y hambre. Por supuesto, no faltó Salgari y los Tigres de la Malasia, ni las historias de mohicanos, de mosqueteros, de niños que se quedan atrapados en una isla, de faros del fin del mundo, de príncipes y mendigos, de mujercitas, de caballos negros que ganan carreras, y caballos negros que viven en el Londres de la revolución industrial. Lo que más recuerdo de esos libros es la sensación constante de estar descubriendo cosas. La emoción. Pura, simple, conmovedora emoción por entender el mundo en un montón de páginas. Y admiración perpetua. Hasta hoy.

No me alcanza un blog para hablar de los libros que leí en mi vida. No tanto por la cantidad, sino por hacerles justicia. Sólo sé que algunos me marcaron más que otros, hasta el punto de encontrarme a mí misma descrita en ellos como un personaje fabricado de palabras. Fueron momentos reveladores. Íntimos. Lo más cerca de la magia que nos puede llevar un objeto.

Soy lo que leí, y eso me enorgullece.  

miércoles, 8 de agosto de 2012

The pronouncement

Y fue que no. Decisión propia de que no, porque no, a veces no, porque hay que pisar unos sueños para alcanzar otros. Y estoy conforme. Así que no. Pero un no con buen sabor, con la seguridad de haber hecho bien las cosas, un no dialogado, un no que quizás traiga algún sí, aunque hoy sólo sea la posibilidad de un sí aplazado y un no presente. Un no que fue un camino hasta este no, que implicó un recorrido, una amistad, una serie interminable de carcajadas. Un no que contiene bastantes más cosas que las que esconden dos letras. Un no que va a hacerse cada vez más chico en el tiempo, y que voy a recordar como un sí a todo lo demás. Yo ya gané un millón de pesos.    


martes, 7 de agosto de 2012

Sensatez y sentimientos

Paremos la pelota. Todo se puede arruinar ahora, a una semana del día D. Mi único consuelo es que hice las cosas lo mejor posible. Pero capaz que me quedo sin la torta. Espero que el pan, al menos, siga estando ahí.

I shall wait for the veredict in anxious silence.


lunes, 6 de agosto de 2012

El hogar

Una huella embarrada de perro en un pantalón claro. Es lo único que evidencia que estuve ahí.

Una bienvenida extraña, pero a su manera cálida. Una invitación a pasar que no esperaba, y esa sala de estar luminosa y tibia. El sofá cómodo, la tele de compañía, el fuego ardiendo en silencio. El hogar.

No me sentí intrusa, y eso que lo era. Me sentí reconfortada. Las distancias del principio hicieron brotar las palabras, pero fueron pocas. Tanto las distancias como las palabras. Yo miraba y absorbía todo, el entorno, mi propia presencia ahí, la decoración de la cocina y los llaveros que colgaban al lado de la puerta. El sofá y su manta amarilla arrugada por el abrazo. El olor a cariño. La comodidad.

Después me invitaste a ver la niebla, que humedecía el mundo entero desde hace días. No la vi, porque mis ojos ya habían dejado de verla. Estaban haciendo foco en otras cosas, como en ese momento que le pertenece a tu espalda, y el que le pertenece a mi cabeza en tu hombro.

Y otra vez mirar las llamas, el calor, y la dificultad de la despedida. Seguir observando los detalles que hacen de una casa el hogar de una persona, como el elefantito de arriba de la estufa, o el girasol de al lado de la tele. La mesada de la cocina como ancla, la solidez de los brazos amarrados. Los dedos, el perímetro de los dedos, la suavidad de los dedos, la chocante humanidad de los dedos.

Los dedos eran lo más real de todo. Los dedos y el fuego y el elefantito. Y también, la huella embarrada de perro en mi pantalón claro.

Cuando me fui, la niebla me acompañó hasta casa, pero me dejó en paz en la puerta de entrada.    
 

sábado, 4 de agosto de 2012

Símil

Estoy pensando en una casa que tiene canteros de flores en el jardín del frente, pero en el patio del fondo enterraron un cuerpo.
Eso es sonreír cuando te duele algo.

viernes, 3 de agosto de 2012

Burberry weekend

Otro viernes. Otra soledad. Otro fin de semana con planes pero sin promesas. Trabajar, dormir, comer. Lo de siempre. No creo ni que el hockey venga a salvarme, con estos días lavados de previa. En algunas cosas siento que estallo. En otras, que imploto. No hay quien venga a recoger los pedazos. La misma rutina de querer que se termine rápido y no duela, la misma añoranza del lunes, porque lunes es horarios llenos y cansancio y pensamientos alejados. Lunes es seguridad y monotonía y el diario trajín de la agencia. Lunes es estar a salvo. Pero primero, hay que surcar el bosque del fin de semana y enfrentar sus peligros y sus maravillas.

jueves, 2 de agosto de 2012

El estrellato

Es un decir. Salir un ratito en la tele no es el estrellato. Pero capaz que gano dinero y demuestro mi monumental saber. O no.
Me invitaron a jugar, y estoy emocionada.

miércoles, 1 de agosto de 2012

El tupper y lo que él nos cuenta (introducción)

Tu tupper dice mucho de vos. Sí. En serio. Por la vianda que uno trae al  trabajo se pueden deducir mil cosas. Más bien, por el comportamiento a la hora del almuerzo, porque si no traés tupper y te vas a comprar comida también se pueden deducir mil cosas. Tipo que tenés plata, o que no te gusta cocinar.

Si traés un tupper que en su momento de gloria fue un envase de helado crufi, quiere decir que sos natural, práctico y no te importan mucho las apariencias. Además, denota una preocupación green, y un inicio al reciclaje. También quiere decir que comés helado (la cantidad se deduce por cuántos colores de crufi tengas) y no gastás dinero en tuppers de verdad. Vos evalualo.

Si tenés tuppers marca tupperware, sos un cheto. Más si tenés tuppers específicos, como el de forma de banana o manzana, o botellitas, tazas térmicas y otros derivados. Si los combinás por color, necesitás un psicólogo.

Si tus tuppers son transparentes, quiere decir que no te da vergüenza tu comida. Los míos son ziploc transparentes, muy minimalistas ellos. Alguna vez me da vergüenza mi comida (sobre todo cuando destiñe un poco, tipo curry o remolacha). Pero trato de combinarlos (o sea, si traigo dos, que sean todos tuppers ziploc de tapa azul, y no mezclar razas de tuppers, y no voy al psicólogo pero tengo un blog).

Si no traés tupper pero envolvés la comida en aluminio o film, no te sabría interpretar. Me parece un poco asquerosito porque la comida se aplasta o gotea. También hay que tener en cuenta la frecuencia de las acciones. Pedir comida de vez en cuando está bien, no te hace un derrochador.

Después tenemos que establecer una división entre el tupper plástico y el tupper de vidrio, que es un poco friki y exquisito. Es como el ferrari de los tuppers. Da creído y soberbio, y además, se puede romper. Y pesa.

Si no traés ningún tupper y sólo traés un sobrecito de sopa quick, una manzana o un yogur, consultá a un médico.

Otro punto de análisis es el tipo de bolsa en el que traemos los tuppers con la comida. Bolsa de cartón Magma con tupper crufi lleno de tirabuzones con queso es de quiero pero no puedo, por ejemplo. Tupper con postre es de gordi o de persona inflexible, que no puede saltearse un paso de la ceremonia. Ni hablar de la comida en sí, que requiere toda una disciplina metodológica distinta para evaluarla. Lo abordaré en el volumen 4 y 5 de esta serie. De momento, estas reflexiones ya alcanzan para que medites bien a la hora de preparar la vianda.