domingo, 29 de abril de 2012

Es mañana

Turururururururururururururururú

(Magda tiene tanta estupidez hoy que no puede postear nada por el bien y la salud de sus lectores. Sepan disculpar.)

sábado, 28 de abril de 2012

praha

Allá por diciembre, Praga se me mostraba así. 
Y en estos días la recordé mucho.














viernes, 27 de abril de 2012

Magical Mystery Tour

Escribir. Borrar. Escribir. Borrar. Hoja en blanco y la presión de saber que alguien va a leer estas palabras. No sólo que las va a leer, sino que las espera. Y me gusta que haya alguien esperándolas, aunque sé que no van a estar a la altura literaria con la que pretende que recompense su paciencia. Pero ahí va el escupitajo, y que aproveche.

Con un párrafo escrito es más fácil largarse, igual que es más fácil soltar cosas después de ochocientas horas de terapia o confianza o compañía, igual que ya empieza a nublarse todo y a confundirse en algo, no, a confundirse no, creo que justamente lo fácil es que es apenas confuso. No sé dónde estoy parada, o sí, o no, pero no me importa mucho porque todo sale limpio y crudo y tierno y natural, por lo menos desde este lado del mostrador de la CIA. Los interrogatorios se disuelven en charla eterna, que ojalá fuera eterna, pero no, porque alguna vez hay que dormir, aunque sea complicado dormir con el cerebro quemado y flojo y lleno de bichitos de luz, y se instala en mí una cosa rara y estúpida, pero que no le da tregua a mi sonrisa. No sé qué diantres pasa, o lo sé demasiado bien, o no quiero saberlo, o lo presiento, o lo adivino, o lo vivo nomás y punto.

No sé qué pasa del otro lado, o lo asumo, o trato de leerlo, o cruzo los dedos para que la magia sea la misma y el misterio exacto, y trato de no perder el hilo del recorrido mientras serpentea por todas partes, de acá para allá y pasando por medio mundo, por cincuenta años de historia sumados, por psicosis y traumas y revelaciones que no parecen de un primer día, ni de dos personas que apenas habrán cruzado algún diálogo hace más de cinco años, y después se cruzaron con forma de avatar en un bar de internet. Corazones abiertos, sangre a chorros, retórica y explicaciones van tendiendo un puente de verdad en ese precipicio de vivencias. No sé para qué, quizá para nada más que veinticuatro horas de construcción de autoestima y risas tontas a solas en frente a una pantalla que parpadea a las cuatro de la mañana.

No sé para qué. No sé si quiero saberlo. Yo también siento el viento en la cara, mientras el tren va por ahí, a darse contra una roca o quién sabe, y el vértigo me gusta y también la sopa caliente y los bichos de luz en el cerebro y lo que cornos sea que me está haciendo un nido en la panza.


miércoles, 25 de abril de 2012

Mis bodas

Por ahora llevo programadas tres, si es que no se me retira alguna de las partes.

La primera va a ser en Madrid, con un amigo del alma que me quiere para pasarle la nacionalidad española y poder salir por ahí a comprarnos golosinas y frecuentar parques frondosos donde meditar sobre la existencia. Pienso algo sencillo, en una glorieta del Retiro. Yo de rojo con championes converse y él de frac con moñita roja a juego. Bien groncho todo. Con testigos españoles que firmen ese disparate. Y después saldríamos todos a correr y chapotear por los alrededores, tomando tinto de verano como locos. La torta estaría toda hecha de yummies y en vez de arroz, nos tirarían pop rosado.

La segunda va a ser en Las Vegas, con otro amigo del alma que no me quiere para casarme con él, pero yo lo voy a lograr convencer porque es divertido torturarlo. Y además va a ser un cirujano plástico famoso, y yo para ese entonces voy ser una escritora arruinada por mis jóvenes amantes, y me va a venir bien la posterior división de bienes, y el implante de mamas y liposucción total al que accederé bajo su bisturí. Nos va a casar un imitador de Elvis, naturalmente. Y después tenemos planeada una dionisíaca noche de bodas, pero algo que me dice que me tengo que conformar sólo con la legalización del hecho. Consumar cosas raras podría arruinar nuestra amistad.

La tercera, aparentemente concertada hoy, va a ser en Rusia. Me reservo nombrar al partenaire. Estamos entre Vladivostok, por lo recóndito y trasmano, o San Petersburgo. No se descarta Moscú o algún otro punto emblemático de la ex URSS. Pero aparentemente habría balalaikas, y niñas disfrazadas de mamushkas. El brindis será perpetuo, no va a dejar de correr el vodka. Probablemente el vodka hunda después nuestro matrimonio. No importa, ese día vamos a celebrar por todo lo alto y partir a luna de miel en un custom-made Sputnik.

No cerré los cupos todavía, se aceptan candidatos para las siguientes. Dejar nombre y preferencia de lugar del evento en el comment porfa. Ah, y acepto regalos en todas ellas.

Por lo menos mis casamientos no van a ser aburridos.


martes, 24 de abril de 2012

highway to hell

Siempre digo que me voy a ir al infierno. Porque bueno, digamos que a veces me pongo un poco diabólica. No perdono una y despotrico y hago todo lo contrario a lo que se espera que haga una niña buena. He ahí lo interesante del asunto: ser buena es aburridísimo. Por lo menos ser buena según los estándares adoctrinados por nuestras ancianas maestras de prep y nuestras bellas familias de gente bien. No creo que yo sea mala malísima. Creo que soy buena en un sentido puramente instintivo. Pero es divertido decir que me voy a ir al infierno. Es lindo ver las caras de los otros. Porque para muchos, el infierno se parece más a lujurioso sauna lleno de sensuales inescrupulosos tomando daiquiris (como si eso fuera antiético y feo). Claro que quiero ir ahí si eso es el infierno! Pero bueno, si el infierno es esa cosa de Dante, capaz que está más heavy. Aunque si tuviera que imaginarme algo horrible, el infierno no sería eso. Sería otra cosa, algo tan asquerosamente mundano que sólo pensar en una eternidad de ello es un castigo satánico de por sí. 

Mi infierno es un lugar sucio y mal decorado. Los cuadros de las paredes están todos chuecos, y por más que los condenados intentan enderezarlos, no hay manera. No tenés ropa ni zapatos, sólo medias, y vas pisando charcos extraños todo el tiempo. De nueve a dieciocho te toca sacar pelos de los desagües. Muchos pelos, de todos los colores y largos, enroscados en sustancias inmundas y grumosas. Tenés que sacarlos a dedo, sin guantes. Después es la hora de matar cucarachas. El sonido crocante lo invade todo en ese rato infernal antes de la cena. Claro que, cuando llega la hora de comer, todo el mundo está asqueado. Apenas podés digerir el higado de bacalao, mucho menos los rabanitos. El menú no varía. Sólo en ocasiones especiales, tipo el viernes santo, que se celebra por todo lo alto, hay banquete en el infierno. Ahí mejora sustancialmente la comida: polenta fría, y de postre, alfajores vencidos. 

Después de la cena viene la depilación de bikini con cera hirviendo. Todos los putos días hasta el fin de los tiempos. Cuando terminan con vos, te llevan a un cuartito diminuto donde tenés que procurar dormir. Ahí no sólo hace un frío perpetuo sino que además te morfan sin descanso todo tipo de pulgas y bichos, y hay una gorda gigante que ronca como si fuera un tren. Y a la tres de la mañana te levantan con un trompetazo en la oreja y un chorro de vómito sobre la cabeza. Atravesás un corredor lleno de cachorritos de labrador muertos pudriéndose, te dan un rancio bombón de coco de desayuno, y te empujan a un salón donde se proyecta una película de cine mudo iraquí en blanco y negro. Duración: cuatro horas cuarenta. Si te dormís te hacen cosquillas hasta quedar en coma. Después a resolver fórmulas de química hasta que termines ciento seis ejercicios, y a las nueve te esperan otra vez los pelos en los desagües. 

Espero no merecer todo eso. Tendría que ser vilmente cretina para ir a un lugar así. Supongo que todavía no estoy para tanto castigo. Digo, no sé.

lunes, 23 de abril de 2012

rueda rodó rueda





Me gusta cuando los juegos se mueven aunque no haya nadie en ellos, porque demuestran una cierta tozudez. Una terquedad valiente ante el frío y el feriado vacuo. Un hálito de no-muerte. Un deseo de humanidad.

domingo, 22 de abril de 2012

La bayadera

Soy la serpiente escondida en el cesto de flores. También la pierna elevada de las veinticuatro bailarinas de blanco que acaban de bajar esa rampa de sueños. Soy el traje rojo de la muerta. El buda de bronce aéreo, que cae siempre de rodillas. El humo del opio en esa cama de pavos reales. Soy las piedras cuando se derrumba todo. Soy el lazo de tul que une a los enamorados. Y por supuesto, soy la música que obedecen todos esos pies.

sábado, 21 de abril de 2012

Una mujer llamada Carlitos

Me siento un poco bien y un poco mal.

Un poco bien porque ayer salí con dos varones y me divertí como si fuera uno más. Me gusta la forma que tienen de hablar de las cosas sin tanto problema. No sé si entre ellos hablan así, pero conmigo sacan sinceridades geniales que me hacen sentirlos cercanos y comprenderlos. No le buscan la vuelta cuarenta y seis a cada situación. No se cuestionan todo. Van, actúan, les sirve, no les sirve, sufren, se les pasa, están bien casi siempre. O algo así.

Un poco mal porque hoy salí con dos mujeres y me costó entender un montón de cosas. No me gusta la forma que tienen de tenerle miedo a todo. De complicarse, cuidarse exhaustivamente, de no vivir, de quedarse en un molde que está, para mí, bastante caduco. No sé si soy yo la errada. Supongo que sí. Por lo menos no cumplo con la noción de mujer que ellas tienen. Y eso que no me siento menos mujer. Me siento igual de mujer. Con algún ingrediente tomboy, evidentemente.

La forma de pensar de mis amigas les ha sido socialmente inculcada. No creo que sea su culpa. Pero me da rabia que no se cuestionen un montón de cosas. Que no luchen contra cien mil prejuicios. Y me da rabia quedar como una loca cuando yo sí trato de hacerlo. No me siento loca. No me siento poseedora de la máxima verdad, tampoco. Sólo un ser humano que sigue sus ideas y sentimientos. Más o menos lo que les han enseñado a los hombres a hacer. Y a las mujeres a reprimir.

Estoy muy cansada y llegando a un punto en el que no sé si cuestionarlo todo o dejar pasar las cosas, y guardarme para mí el secreto de lo que es importante para ser feliz.

viernes, 20 de abril de 2012

las cosas que veo

La tarde quería posar, y yo no quería estar más encerrada en casa, así que respondí a su llamado y me fui por el barrio cámara al hombro.

Hoy no tengo tanto veneno, hoy sólo tengo unas fotos.



 











jueves, 19 de abril de 2012

Carta abierta a Anette

Esta es una carta abierta para Anette de Galarza Castañeda, la responsable de las respuestas sobre coaching amoroso en la revista Galería (página 92 en los ejemplares que tengo en frente), que sale los jueves con el semanario Búsqueda. 

Hola Anette.

Hoy estuve viendo la revista. Iba todo sobre ruedas, con la entrevista a Ignacio Álvarez, la linda producción de moda en el Frigorífico Anglo, las ganas que me dieron de leer el Manual Ilustrado de la Gente Bien, entre otras cosas, hasta que me topé con tu columna, allá por el final. Hoy respondías a esta patética pregunta: "¿Conviene casarse con un estanciero?", que te hacía una tal Clara M.E. Espero que esta Clara sea un ser de ficción, porque su imbecilidad de planteo no me parece ni lógica ni realista, por lo menos para el año 2012. Igual, más allá de que pueda haber gente crónicamente estúpida que les escriba a las revistas para que le contesten dudas, lo preocupante de verdad es que en las revistas haya gente crónicamente estúpida que las responda, o una directora que le haya dado el visto bueno a la publicación de estos siete párrafos de disparates.

Lo que te estoy diciendo, Anette, o quién seas, capaz una pobre pasante de la redacción a la que le encargaron esta bobada, es que si esta página de mal llamado "coaching amoroso" es un intento de humor, la cosa te está saliendo desnorteada. Por no decir como el reverendo traste. Y conste que no quiero caer tan bajo como tu columna, pero el listón lo venís dejando subterráneo. Después de leerla, me quedo con la sensación de que es un chiste interno. Encima malo. De poco gusto. Y no me pasa sólo a mí, porque la idea de que te escriba una carta me la dio mi madre. Ella, justamente, está casada con un estanciero. Y yo misma, si querés, soy miembro de una especie de Dinastía Ming de estancieros uruguayos y mujeres de estancieros, algunas estancieras ellas, aunque te cueste entender que tengan otras "labores" aparte de zurcir medias, y te puedo decir que por suerte nadie se plantea esas sandeces.

Si todo esto es una burla hacia la clase alta uruguaya, tendrías que poder hacerlo infinitamente mejor. Menos ambiguo si querés, más agudo y menos divagado. Porque da justamente la casualidad de que la gente que te lee ES la clase alta uruguaya. Y si querés me incluís ahí, aunque a veces me incomode serlo. En lo que a mí respecta, soy la primera en reírme de las fantasmadas de mi entorno. Pero tu columna no me hace gracia. Me da pena. Para decírtelo en el más high class de los léxicos, estás meando fuera del tarro.

Me preocuparía mucho más si de verdad estuvieras intentando hacer una columna de ayuda a las pobres mujeres que no saben cómo resolver sus dudas o dilemas de pareja. Y algunos son serios. El del 29 de marzo, de la señora Josefina A. de Proteo, no es un planteo bobo como el de hoy, aunque sea ficticio (lo cual asumo por el bien de Josefina A.). Dieciocho años de matrimonio que se vienen barranca abajo. Tu respuesta es incomprensible. Me reiría si no entreviera en ella facetas de un machismo idiota y un lenguaje que parece mesurado y formal, y por lo tanto, hace dudar de que sea un chiste. No me considero una lectora ignorante, aunque no haya leído a Onetti y sus teorías sobre la fidelidad, y me preocupa realmente no poder entender un texto, o el objetivo de un texto, que a veces importa más que el conjunto de palabras que lo forman.

La cuestión acá, Anette, es que no soy la única lectora de Galería que piensa todo esto. He discutido tu columna con otros lectores confundidos, incluso hombres. Ninguno entiende el fin de tu espacio. Quizás no somos el target de tus incomprendidas reflexiones, pero entonces cambiate de revista, porque somos el target de la mayoría de las restantes 97 páginas. Me parecen patéticas tus respuestas si son ciertas, y más patéticas todavía si resulta que son una incursión en el género satírico. Los lectores no somos bobos. Por lo menos no todos. Y no estamos captando el chiste.

Todo esto te lo digo de onda, Anette. No sé si te servirá de algo o si seguirás recomendándole a las mujeres ser más delgadas que sus maridos y darles equis besos con lengua por semana como si fuera lógico y normal y sano y virtuoso. O si seguirás pensando que las divorciadas se juntan a tomar grapa con esa cabecita horrorizada y prejuiciosa tuya tan del 1900. Yo sentía que te lo tenía que decir, porque me estás arruinando el final de la revista.

Te mando un saludito, y espero no leerte más en una publicación. Aunque si me querés responder, siempre sos bienvenida.


Magdalena Miller
magdamill@hotmail.com



miércoles, 18 de abril de 2012

Autorretrato

Tenía un lunar en la panza. Ahora tengo más. Ahí los ves, naciendo chiquititos y otros ya instalados, manchándome la piel con muecas oscuras, extrañas, restos de lo que me va pasando, del sol que me quemó durante veinticinco veranos o más, de la cantidad de veces que inflo el pecho para respirar, de la ropa que me cubre, del estremecimiento de un abrazo, del río de sudor que a veces impregna mis poros. Me ves? Me ves toda, tal cual? Ésta soy yo, con mis setecientas cicatrices, sin apéndice, con los dedos reventados por el deporte y la cara de estrés de siempre. Mis brazos con sus pelitos erizados, mi metro setenta y tres y medio, mis piernas demasiado gruesas, mis labios demasiado secos, el salto articular de mi mandíbula cada vez que doy un beso con lengua. Me ves ahora? Con mi extrasístole y las rodillas que me suenan, con la espalda suave, el tatuaje coronándola, pequeño, sin entrometerse, y la irregularidad asimétrica de mi abdomen. Ves mis pies, toscos, grandes? Sentí mi pulso en el cuello, presioná fuerte. Estoy viva, lo ves? Ésta soy yo, con mi recuerdo de piercing en la lengua, mi pelo ahora largo, con las puntas horrendas, pidiendo que lo acaricien, que lo trencen, mi cana erguida, orgullosa como un vigilante, rebelde como una niña, y sin embargo denunciando el paso de las décadas, porque son décadas ya, sumas de años de juventud, suma de niñeces varias y de alguna que otra madurez adquirida casi de rebote. Mi cuerpo que se ha agrandado con los años, con pocas treguas, pide kilómetros todavía, pide olas para saltar, brazos en los que derretirse, pide cansancios, risas y destellos de luz. A través del atardecer parezco pelirroja. También puedo parecer triste o silenciosa, y sin embargo creo que aprendí a expresarme por las palabras dichas, no sólo éstas que se plasman sobre el blanco de la página. Aprendí a respirar mejor cuando leo, cuando corro, cuando quiero aflojar todos los dolores de espalda. Lo ves? Me ves inhalando este aire con olor a madera y a alfombra y a habitación? Estoy viva, estoy sintiendo, estoy necesitando cosas. Estoy siendo alguien o tratando de serlo, hoy con las uñas muy cortas y bañadas de rojo oscuro, como si fueran de sangre, como si hubiera arañado a alguien, lastimándolo. Estoy viva, haciéndome, deshaciéndome a veces, reventándome el dedo meñique del pie en las rocas del camino, arrancándome las cascaritas, sanándome con chocolate o perifar o flores, o algún paseo, alguna charla idónea, un olor recordado, un libro. Soy yo, me ves? Ves el moretón parduzco del bochazo en hockey en mi muslo derecho? Ves mis rodillas, marcadas para siempre por un raspón infinito? Ves mis curvas, mi pechos no muy grandes, más bien chicos y sin gracia, mis dedos sin forma femenina, mi perfil de nariz? Ves mis orejas, desigualmente agujereadas? Me ves? Me contemplás toda? Notás mi entusiasmo aún, mis ganas de empezarlo todo, mis palpitaciones? Me sentís hervir? Ves hasta lo más íntimo de mí, y no me refiero a lo genital, que también lo ves, semiescondido, semiexhibido, sino a lo que llevo adentro, a lo que me duele, a lo que me emociona, a lo que me hace llorar? Me ves con mis ojos que te ven? Con su marrón soso y sus venitas rojas? Con sus párpados caídos sobre las órbitas, las pestañas imperceptibles, la mirada viva todavía, como yo, como toda yo, viva y ardiendo y queriendo y enseñándome y buscando, sobre todo buscando, hurgando, ensayando teorías, desafiando paradigmas, esquemas, juicios, ideando tramas mágicas, escribiendo muertes, muriendo a veces con lo que escribo, con lo que vuelco, o muriendo por no poder desparramar una noción en tinta, olvidando lo que era encontrarme a solas con las letras, y volviendo de golpe a atravesármelas, a clavármelas, a descolgarlas de mí en un rugido de texto. Me ves? Esta soy yo con mis manos que aman caballos y perros y gatos y se pinchan con cactus y se ensucian de tierra y grasa de cadena de bicicleta y se cortan cada dos por tres. Soy yo, me estás viendo? Sabés verme ahora? Soy yo, con mi corazón lleno y mi profundidad, con mi risa deforme y mis manías, con ese don para pasarme de la raya, con esta curiosidad, mi devoción por el chisme y mi capacidad de conmoverme. Me ves entonces, ves mis lágrimas desorbitadas? Ves mis sueños de fama y de felicidad convertida en una ronda de afectos? Ves lo mucho que me hieren algunos pequeños gestos? Ves mi agonía cuando siento que no encajo? Me estás mirando, verdad? Me estás viendo crecer y tener miedo? Me ves dormir en cuarenta posiciones incómodas, me ves superarme, me ves rindiéndome cada tanto? Me ves cómo extraño Madrid y cómo me siento extraña en Montevideo, y viceversa? Me ves sonreír con mis padres por el sólo hecho de pasar un rato con ellos? Me ves discutir menos? Me ves, de verdad me ves? Me estás mirando cómo tecleo esto, cómo necesito que salga un chorro de literatura de mí, cómo lo anhelo con fuerza? Sentís mi fuerza, mi desgarro, mi sed? Lo ves, de verdad lo ves? Ves el ritmo que me imponen las frases? Ves a las personas que me hicieron ser quien soy, ahí, sentadas en la mesa de mi nostalgia? Ves todo eso? Me estás viendo toda, colmando tu vista con mi visión? En serio?

Si es así, quizás me conozcas.

lunes, 16 de abril de 2012

Jeroglíficos


Todavía estoy descrifrando cómo fue todo.

Yo no tenía training para esa situación. Él no sé. De ahí parten algunas de las incógnitas. Me falta data. Digamos que ése es el defecto más grande de todo este nuevo enigma.Y tampoco me animo a preguntar.

Pensé que no iba a necesitar la información. Pensé que todo iba a salir mucho peor. Que él iba a ser bastante más perejil. También pensé que iba a ser más feo. Vaya sorpresa. No me lo esperaba, de verdad. Pensé mal, en varios ámbitos.

Hay síntomas. No sé si alegrarme o no. Por un lado es un cambio. Algo refrescante y nuevo que no creía cercano o posible. Por otro lado, sólo me puedo guiar por mínimas señales, y por lo que veo en mí. No me gusta tanto lo que veo. Debería ser más fría. Aunque capaz que por fuera supe dar esa impresión. No di muchas pistas del nerviosismo, del querer gustar, de la necesidad. De todas formas, en algunas cosas fui mucho más libro abierto que él. Como preguntándole si yo le sirvo, si le gusto, si le interesaría volver a verme. Y todavía no capté cuál fue su respuesta.

No sé si estoy para esta incomprensión. Lo peor de todo es que no es incomprensión. Es ganas de saber más. Ganas de hablar. Fue eso lo que faltó. O lo que me quedó atragantado. Pero creo que no era el momento para la sinceridad brutal. Era el momento de los hechos. No de las confesiones. Ellas no sé si van a tener momento.


Me callé. Pregunté poco. Hablé de cosas normales que no atañen raíces profundas. Gustos comunes. Micropolémicas. Besos. Estupideces varias. Me hice la que me importa muy poco todo excepto las cosas que me importan. Le dije que no lo iba a ir a visitar. Me mostré reacia a abrazarlo. Me hice rogar un poquito. Nunca mucho. Y su chaleco de polar estaba re calentito. Y sus manos también. Jugaba con mis anillos.

Lo que no sé es cuánto de todo es verdad. Qué parte de él es real. Si las palabras son ciertas. Qué hay atrás. Si es que hay algo. Cuál es la próxima jugada. Qué tengo que esperar.

Por las dudas, no voy a esperar nada.

Soplar y hacer botella

Hay días fáciles, buenos, lindos.
Hoy fue uno.

viernes, 13 de abril de 2012

sobrenaturalmente lindo


Me gusta mucho escribir, pero también me gusta cuando me quedo sin palabras.

miércoles, 11 de abril de 2012

Señora de Vargas Llosa

El otro día soñé una cosa extraña que no deja de ser interesante.

Yo estaba en un lugar parecido a un aeropuerto, esperando que me vinieran a buscar. Aparece un auto, yo me subo atrás, y en el auto, además de un par de familiares que no recuerdo quienes eran, iba un hombre mayor (pero sexy) que manejaba.

El señor, para mi estupor, era Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, más conocido por su segundo nombre y su premio Nóbel. O sea, uno de mis ídolos máximos del universo. Y resulta que los familiares míos estos se bajaban del auto, y mientras Mario me paseaba por calles del centro de Montevideo, yo le decía que lo amaba y que me quería casar con él.

En la siguiente escena estábamos en un restorán con mantel blanco, yo insistiéndole con esto del matrimonio, diciéndole que iba a estar bueno, y él me decía muy cordialmente que no, que amaba a su actual mujer y que yo tenía edad para ser su nieta. Pero para mi amor no había obstáculos, y yo seguía pidiéndole que por favor se casara conmigo o me iba a morir.

Ahí medio me desperté con la hermosa sensación de haber tenido una relación breve y no correspondida con tan glorioso señor. No sé, fue lindo.

martes, 10 de abril de 2012

Ella no siempre es mala

Lo que tienen los que te dicen siempre la verdad es que a veces los odiás un poco. Porque bueno, cada tanto las personas prefieren que les mientan antes de que los hieran.

Yo me considero una de las radicales de la sinceridad, pero no es fácil. Hay casos en que no es necesaria tanta verdad, porque con un poquito basta para desarmar a una persona.

Hoy valoré todas las ocasiones en que ella no me mintió y me dolió esa franqueza. Porque sé que lo que me dijo hoy es cierto. Y lo de hoy fue bueno.

Gracias balanza, por ser como sos.

lunes, 9 de abril de 2012

Qué te pasa?

Nada.

No me pasa nada.

No, no me pasa nada, sólo que ta, pensé que estaba todo bien.

En realidad no estoy enojada, me frustró un poco eso, y bueno, igual no quiero armar lío, por mí todo bien, en serio.

No, es que vos pensás eso pero yo no lo viví así, y bueno, me dolió. No creí que las cosas fueran de esa manera de tu parte. Pero mirá que todo bien, yo no estoy enojada.

Te juro que no me pasa nada. Me calentó tu actitud en el momento, pero ya se me pasó, no tengo ningún problema contigo. La próxima vez decime las cosas más claras y en el momento, porque no da esa mala onda, y tampoco creo que la merecía.

No te odio, pero me enojó eso. Es que saliste con cualquiera. No entendí nada. Y ta, quedé un poco dolida, qué le voy a hacer. Mañána seguro que se me pasa, pero hoy ta, no tengo muchas ganas de estar acá. Es que fuiste un imbécil, y me cayó como el orto. Qué te voy a decir? Que tenés razón? No.

Bo, ta, no insistas con eso. La cagaste con tu forma de actuar. Tenés una personalidad bastante de mierda, sabías? Sí, seguro que es todo culpa mía. No me vengas con pelotudeces, querés? El único desubique acá fue el tuyo. Yo sólo te dije lo que pensaba y en una buena. Si te tomás todo a la tremenda es tu problema, no me cargues a mí con la culpa de haber arruinado todo.

Es que ahora mismo no te soporto. Me voy a ir de acá porque si te escucho hablar más exploto. Te estás oyendo lo que decís? Cómo te puede parecer que tenés razón??? Sos un pelotudo tan pero tan grande. Te juro que no me explico cómo se me ocurrió llamarte. Obvio que no está todo bien. Qué pretendías? Que te aplaudiera y te diera una medalla? Si armaste flor de escándalo por una boludez. Andá a cagar, te juro.

Portazo.

Silencio.

Llantos ahogados del otro lado de la puerta.

Tímidos golpeteos.

Llantos desaforados.

Abrazo.

Reconciliación.