sábado, 4 de febrero de 2012

un pañuelo

Yo sé que mi ciudad es pequeña, no tanto en el sentido geográfico, sino en el sentido más social de la palabra, porque cada doscientos metros que camines (en ciertos barrios) te cruzás con alguien que conocés, o por lo menos ubicás de cara.

Para muestra basta un botón.

Hoy fui a cenar con un amigo a una parrillada. Llegamos ahí después de vagar un poco por la zona, y nos sentamos. Justo detrás de mí estaba sentada, el respaldo de su silla contra el mío, mi madre. Claro que no me di cuenta hasta que papá exclamó mi nombre, porque los amigos con los que estaban -que nos vieron llegar de frente- me reconocieron.

No sólo Montevideo es pequeño sino que estoy frecuentando el mismo tipo de lugares que frecuenta la generación de mis padres. Todo esto me resulta altamente inquietante.


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