jueves, 23 de enero de 2014

Huellas de duda

Por más que observo, que leo, que junto en puñados gruesos la data del entorno, del más allá, del acá inmediato, del núcleo y la órbita y el ruido, también interpreto -frecuentando el error, acariciando el prejuicio-, imagino, trazo, escucho dejándome las orejas en el trámite, rescato pistas, destellitos de personalidad, misterios ínfimos, y en un momento de ingenua confianza creo que voy amasando unas estructuras unos cimientos unas construcciones personales de lo que es la realidad, o de cómo es alguien, o de qué prefiere tal tipo de alma, hasta que surge en el diálogo una referencia que yo entendí que aludía a algo pero no, no era, entonces quedo sumida otra vez en mi incomprensión, mi deriva estúpida, sedienta como nadie de captar las formas de un concepto que se me escapa, que nunca va a venir a mí, que nadie va a querer explicarme, y me pierdo de un pedazo de cosmos tan grande como el silencio. Porque al final ando así, con hambre de comprensión del mundo y de la vida y de la gente y toda vacua, verde, viciada, vulnerable. Dejando huellas de duda en cada cosa que toco. 

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