domingo, 23 de febrero de 2014

Bajada

No me morí, no abandoné este cuaderno desprolijo de apuntes virtuales. Nada más se me acumularon un montón de cosas en la estantería de la rutina y en los pasillos de la mente. Se me tensó el cablecito de acero que sostiene las pesas que equilibran mi cordura y hasta creí que podía llegar a cortarse. Pero no, todavía no. En cinco días voy a estar de vacaciones. Es casi lo único que debería importarme. Pero no, porque no sé vivir sin absorber el estrés como una esponja con dolor de espalda. No aprendí a no preocuparme por lo que está más allá de mí. No sé callarme, tampoco. Sigo con el motor acelerado en zona de 45. Y bueno. Ya encontraré un ritmo o un camino o una forma de conducir distinta. O si no, explotaré como un buen espectáculo de fuego y humo. O me pondrá una multa la vida. Lo único que sé es que tengo la cabeza muy desordenada como para escribir con compromiso. Y que falta poco para estar al sol con un licuado de abacaxí en la mano. Lo demás es todo cajas mal apiladas llenas de misterio, y pocas ganas de abrir a ver qué tienen. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario