miércoles, 6 de febrero de 2013

La sombra


Media rueda gigante clavada en el horizonte y vos y yo viéndonos los ojos de cerca. Olerte. Que el abrazo se me impregne en la ropa. Escucharte latir sereno y profundo y acariciar tus manos con mi pelo. Las palabras que las risas ahogan, la murga de fondo como banda sonora del verano maduro, y tu mirada que iluminaba a un farol, y no viceversa. En ese espacio físico que ocupábamos había más magia que en Disney. Incluso el silencio estaba bien, porque encierra una paciencia sensata. Todavía no es su hora, y sin embargo ya se instaló, y a pesar de todo crece. Se jura certeza. Vive en pequeños intervalos de ternura explosiva y en una presencia permanente tejida en secreto. Un día se va a acabar la sombra, pero mientras tanto seguimos caminando bajo los árboles. No me importa mientras cada algunos pasos me des la mano.  

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