viernes, 1 de febrero de 2013

Relato antagónico

Se puso a pensar en el desgarro. Un páramo gris nada más, sin casas. Un vertedero de sangre. Un unicornio pudriéndose y tres buitres arrancándole los ojos. Una montaña de arena roja. Vio el ataúd y pensó todo eso, y además pensó en el árbol que había dado el alma para construir esa caja horrenda. Se le ocurrió que una muerte causa otras o las prepara o las anticipa o las reclama. 

Vio cómo lo metieron en el nicho y las náuseas se le atragantaron con el olor a corona de flores. Las coronas de flores siempre tienen algo de lúgubre y siniestro, de más cosas vivas arrancadas para celebrar una muerte. 

Cubrieron el hueco con un cuadrado de mármol. Vio la tapa tan pesada que sintió que la encerraban a ella ahí también, con el cuerpo y la pérdida toda que la aplastaba. Los buitres le iban a morder las vísceras. Qué le importaba nada, si ya estaba muerta. Como sus ilusiones y los recuerdos y las manos de Juan acariciando la seda blanca y brillante que tapizaba el ataúd . Manos de muerto, ahora. 

Dio seis pasos y se sentó en el escalón de un mausoleo. Una gárgola la miraba fijo. Vomitó claveles y soledad. No se sintió mejor, ni peor. Sentirse peor era imposible. Se derramó toda en un silencio macabro. Se derrumbó por adentro; quedó sin paredes, sin barandas. No lloró porque la pena no la tenía en los ojos. Se imaginó que la habían enterrado y se quedó quieta. No habló. Vio cómo aterrizaba el anochecer sobre las tumbas.

No se inmutó cuando se oyó respirar cada vez más lento. Seguía inmóvil, olvidada. No pensaba ya. Tampoco se movió cuando el primer buitre se posó sobre un ángel de piedra. Ni cuando el segundo le picoteó desafiante una mano. Ignoró cuando el tercero la mordió fuerte. Cuando fueron por sus ojos, ya sangraba. Dejó de ver y de doler. Dejó de todo. 

No supo bien cuándo exhaló por última vez, pero fue bastante pronto. El festín de su cuerpo roto fue pudriéndose en la noche. Al día siguiente, los trabajadores del cementerio descubrieron que tenían que cavar un pozo nuevo para otro cadáver de unicornio. 






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El ejercicio era escribir sobre lo opuesto a lo que siento. El resultado es dudoso. El intento es válido. 

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