Me preparé para un huracán. Me equipé para cosas terribles, me imaginé el pronóstico más desolador, me mentalicé para un destrozo. Con todo eso, salí a enfrentarlo. A la intemperie, donde más fuerte azotaba. Donde lo miré a la cara y lo saludé con cortesía. Y ni siquiera me despeinó. Mi ropa no quedó hecha trizas y mi corazón, menos.
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