A veces tengo miedo de que demasiadas cosas dependan de lo que escribo acá. Por eso son tiempos de calma y telón cerrado. Algo parecido a un entreacto en el que los protagonistas se retocan el maquillaje y se cambian el vestuario, antes de salir, pletóricos de nuevo, a seducir audiencias y ganarse esa ovación que hace que la función tenga sentido. El show debe continuar, sí, pero dame unos minutos para mirarme al espejo.
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