A veces todo se reduce a que alguien te acaricie la cabeza mientras vos decís incoherencias semidormida en el refugio discreto de la evasión y el encuentro. Esa mano revolviendo el pelo es como el átomo de la ternura. Es la base del mundo que al otro día nos va a ver irnos en autos distintos a rutas viejas, llevándonos un gramo de esa cosa intangible que nos hace sentirnos menos solos y más parte de una misma sustancia rara que se volcó en dos vacíos.
Ojalá algún día dos vacíos terminen llenando algo más que espacios intangibles. Ni yo mismo se bien lo que quise decir, usted perdone...
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