martes, 6 de mayo de 2014

Nos miraba

Nos miraba agazapada en una caja de cartón a la que le hicimos agujeros para que pudiera respirar. Estaba asustada pero había desembocado ahí, en un rincón de nuestra azotea, chiquita y débil pero viva todavía, así que la atrapamos y la guardamos y le dimos de comer. Al principio no quería nada pero después, poco a poco, fue aceptando minúsculos bocados, no sé si por el hambre o el terror, y su cuerpo empezó a querer crecer y desplegarse. La sacábamos de la caja para que viera la luz y se llenara del viento ese que sopla desde la orilla, hasta que un día se animó a revolotear torpemente de mi mano hasta un banco, luego a una mesa, luego a un rincón y terminamos encerrándola otra vez con el miedito ese de quien no se atreve todavía a cortar ciertas amarras. Al final, una tarde de mayo, la consideramos lo suficientemente grande y fuerte como para escaparse al mundo. Abrimos con decisión las tapas de la caja y la empujamos suavecito sobre las baldosas grises, para que se familiarizara con la libertad antes de llenarse de aire y extenderse y desprenderse y alejarse. Lo último que vimos fue el surco que dejaba sobre los techos plateados el vuelo radiante de nuestra idea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario