sábado, 19 de julio de 2014

Una cinta roja por favor

Me puse a vagar por la web así, como quien se pierde por una ciudad nueva siguiendo recomendaciones de amigos, y de un blog pasé a otro y a otro y a otro más, descubriendo a gente que escribe como los dioses, o mejor todavía, como los demonios, y los odio y los amo y quiero conocerlos y chuponearlos y compartir cafés, pero sobre todo quiero ser como ellos, y también tengo pánico de nunca generar algo así, una identificación tan visceral con las palabras que escribo, una verdad revelada en cuatro o cinco frases, un análisis del mundo desde un ángulo tan afilado como genial, que recorta con profundo acierto las aristas de la gente. 

Porque hablan de la vida sin miedo y sus textos son como golpes sobre la mesa, subrayados con la fuerza del lenguaje coloquial bien usado o la arquitectura de un vocabulario experto. Hay tantos ejemplos. Y hablan de sexo como quien sabe coger, aman a gritos en sus posteos y desarman prejuicios con una erudición tajante que me deja muda y sintiendo celos, puros celos de esa gente que no sé quién es pero me encantaría saber cómo hacen para escribir así. Igual sé que eso no se aprende ni se copia ni se nada. Eso es estilo y uno no puede tener todos los estilos, al menos no en algo que no se aleja tanto de uno mismo, como un blog. Pero qué lindo sería tomarlos prestados para sentir que puedo tejer cualquier cosa, que puedo ser otra, que puedo escribir con otro disfraz y un teclado menos ingenuo, más mordaz, menos autocensurado, más ágil, menos algodonoso y más ávido. 

Pero en el fondo creo que soy más así, melodramática, y por eso mi estilo es este. Y aunque me asome a mundos más bohemios o más oscuros o más desenfrenados o más rancios, voy a terminar acá escribiendo sobre cómo extraño a alguien más que sobre cómo apretamos en un baño, sobre cómo quiero crecer más que sobre cómo decido hundirme y sobre cómo les envidio los textos a otros que describen tan bien eso que a mí, capaz por ser este el medio, capaz por ser vos mi lector, me cuesta publicar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario