sábado, 16 de agosto de 2014

Para leerme mejor

Tengo un pincel y pintura negra. Podés escribirme o describirme o lo que prefieras. Mojá el pincel y trazá unas letras. Que mi espalda diga espalda o escalera o axioma, con mayúsculas fuertes, nítidas. En mis brazos pueden ir engranaje, abrazo, cuerda o línea rota. Las palabras que quieras, en mis manos. Me gustaría que en una escribieras lápiz y en la otra cielo, como si cortaras mis palmas con la tinta. Damajuana, esplendor, recuerdo, camposanto, y otras tantas para mi cuello. Tatuajes en mi pecho que digan verdad, ruina, espantapájaros, ciénaga, flor, monumento. Cerca del ombligo anotá una frase célebre o un piropo sagaz. Que las palabras negras bajen por mis piernas como raíces de texto: anécdota, parálisis, recoveco, estepa. En una rodilla ruido, en la otra silencio. El principio de una canción en la pantorrilla izquierda. Muslos impresos con libros enteros. Imperativos de acción en cada pie, para dejar huellas sucias de verbo. Y que mi cara sea un espiral de nombres y me tape la boca una onomatopeya. 


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