sábado, 12 de enero de 2013

Bajofondo

No fue el violín, aunque es un instrumento que me conmueve. Tampoco fue la noche espectacular que hacía. Fue el hallazgo espontáneo de un recuerdo, de cosas ligeramente intactas, y una circunstancia que si hubiera sido planeada nunca hubiera tenido el mismo gusto. Fue eso lo que más me emocionó. De golpe casi era un día cualquiera de junio del año pasado, con ese afecto conocido, esa ternura, ese tímido consuelo. Casi, porque es enero y las cosas son otras, y fue sólo un encuentro fortuito, limitado, único, pero me hacía falta un abrazo y una noche así de sorpresiva y compartir la música en silencio, entre la gente que cubría todo el pasto y suspiraba cuando escuchaba el violín, o cuando alguien le agarraba la mano. 

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