lunes, 22 de julio de 2013

A veces estoy hecha de metáforas

Yo no sé si me enamoré de una persona o de la idea de una persona o de la idea de mí con una persona o de la idea de un futuro lleno de risa. La cuestión es que desenamorarse de lo que sea que fue es difícil y la distancia ayuda pero no es infalible, sobre todo si la idealización llegó a extremos en que me acostumbré a sobrevivir en un desierto con el líquido que chupaba del gajo de un cactus. Porque de alguna manera para esa esperanza idiota sacaba agua de la arena igual, gotas mínimas que sin embargo la mantenían a flote. Y loca, y rota, y desesperada. Porque no podés estar de otra manera si te entregaste de esa forma a una especie de utopía tan íntima. Porque la idea era todo y cuando dejó de verse el oasis, me quedé apenas con las dunas y el calor y la noche y las tormentas.

Y antes de darme cuenta, vagando entre el polvo y el sol, quemándome la piel y los ojos, llegué al mar, arrastrándome y deshidratada. O el mar llegó a mí. No sé si el desierto termina acá o se mete entre las olas, creo que sí, que se adentra en la profundidad. Creo que el desierto se encuentra con la espuma y sigue hacia adelante hasta que en un momento dejo de verme los pies, porque la arena ya está muy lejos, muy abajo, muy oculta. Está, y seguirá estando, y me sirvió para llegar hasta acá, pero ya no me sostiene ni me atrapa. En algún nivel profundo el agua convive con ella, pero en los demás niveles, sólo me importa el agua, que me baña y me calma y me cura, y me da otro tipo de sed. 

Porque el desierto me gustaba cuando creía en el espejismo. Después sólo me dolía.  

Y porque el mar es real. 


1 comentario:

  1. Me pasa. A veces creo que atravieso un desierto. Otras, que surco los mares a bordo de un navío desvencijado. En algún lugar se encuentra nuestro destino. No importa cuánto tardemos, lo reconoceremos nada más llegar.(Hace muchos años, el desierto de Atacama fue arena bajo el mar,¿?)Ah! Me llamo gerardo. Un placer, srta.com :) -g-

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