miércoles, 10 de julio de 2013

Debris

La nostalgia se mantiene a raya, como la gripe, hasta que un día ya no tanto, y te rompe todos los constructos de ilusión como un tsunami de tristeza. Y hay que esperar que ceda el agua y reforzar los cimientos del hoy con un esfuerzo mayor. Apilar ladrillos hasta armar algo nuevo más alto y más firme, y cruzar los dedos para que con el próximo tsunami la casa aguante mejor y el agua no nos moje los pies si nos refugiamos en el techo. Tenemos que creer devotamente en ese techo y en esa casa porque ahí se guardan la vida y la risa y las oportunidades. 

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