A veces soy débil y tonta y me desbarranco y arrastro gente en mi caída. Después, abajo, entre los pedazos y las piedras, encuentro esos sueños que maté y, desparramados, los vínculos que los vestían. Son como pajaritos desnudos, aplastados por la impaciencia y el desasosiego. Entonces entiendo que ellos no van a volar nunca más y que yo no puedo trepar de nuevo ese cerro.
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