jueves, 5 de diciembre de 2013

Sola

Música. Música intimista y extraña y ronca y suave y desolada, música que apague lo que pasa afuera, que ensordezca los auriculares y haga de la mañana un éter indefinido, una razón para aguantar la pena adentro, un escondite a la vista de todos. Acá estoy, pero no estoy acá, estoy ahí adentro y allá afuera. No sé bien dónde. Hace rato que estoy perdida. No hay contención ni muro, no hay tierra mullida en la que caer. No hay nada y tengo que fabricar pasión y afecto y buena educación y conversaciones. Tengo que armar con palabras deshilachadas un lugar coherente en la hilera de acontecimientos que significa existir. Y la canción dice que aunque no estés aquí, se escuchan los gorriones pero yo no escucho ni eso. Ruido. Desgano. Cosas rotas. Ausencias. Una veleta girando como loca sobre un eje que no existe. Y viento que llega de todas partes. Un verano árido que transforma en vacío cada cosa que toca. Un cielo enfermo. Y música para llenarlo de truenos.   

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