miércoles, 18 de junio de 2014

Jugaban

Tenía los dedos manchados de tinta y la camisa no le quedaba bien. Las uñas se aferraban a restos de esmalte anaranjado mientras tecleaban furiosas frente a la pantalla. Su cara se retorcía cada tanto en una mueca desprolija pero concentrada. Respiraba con silbidos extraños. No era linda ni tenía un cuerpo memorable. Tenía un alma libre pero no necesariamente pura y ojos que relucían de mentiras. Se creía más de lo que era y sin embargo.

Él la veía así y no veía nada más y no creía en nada más y no pensaba en nada más y moría a cada rato cuando descubría, tras el mismo ejercicio de razonamiento de siempre, que ella nunca lo iba a querer y que pronto iba a cansarse y sin embargo.

Jugaban. Como juegan los cachorros, mordiéndose. Haciéndose un poco de daño. Los dos sabían que los cachorros no juegan para siempre. Un día él le ofreció todo y ella se rió, como si fuera un chiste. Lo dejaron por esa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario