miércoles, 18 de abril de 2012

Autorretrato

Tenía un lunar en la panza. Ahora tengo más. Ahí los ves, naciendo chiquititos y otros ya instalados, manchándome la piel con muecas oscuras, extrañas, restos de lo que me va pasando, del sol que me quemó durante veinticinco veranos o más, de la cantidad de veces que inflo el pecho para respirar, de la ropa que me cubre, del estremecimiento de un abrazo, del río de sudor que a veces impregna mis poros. Me ves? Me ves toda, tal cual? Ésta soy yo, con mis setecientas cicatrices, sin apéndice, con los dedos reventados por el deporte y la cara de estrés de siempre. Mis brazos con sus pelitos erizados, mi metro setenta y tres y medio, mis piernas demasiado gruesas, mis labios demasiado secos, el salto articular de mi mandíbula cada vez que doy un beso con lengua. Me ves ahora? Con mi extrasístole y las rodillas que me suenan, con la espalda suave, el tatuaje coronándola, pequeño, sin entrometerse, y la irregularidad asimétrica de mi abdomen. Ves mis pies, toscos, grandes? Sentí mi pulso en el cuello, presioná fuerte. Estoy viva, lo ves? Ésta soy yo, con mi recuerdo de piercing en la lengua, mi pelo ahora largo, con las puntas horrendas, pidiendo que lo acaricien, que lo trencen, mi cana erguida, orgullosa como un vigilante, rebelde como una niña, y sin embargo denunciando el paso de las décadas, porque son décadas ya, sumas de años de juventud, suma de niñeces varias y de alguna que otra madurez adquirida casi de rebote. Mi cuerpo que se ha agrandado con los años, con pocas treguas, pide kilómetros todavía, pide olas para saltar, brazos en los que derretirse, pide cansancios, risas y destellos de luz. A través del atardecer parezco pelirroja. También puedo parecer triste o silenciosa, y sin embargo creo que aprendí a expresarme por las palabras dichas, no sólo éstas que se plasman sobre el blanco de la página. Aprendí a respirar mejor cuando leo, cuando corro, cuando quiero aflojar todos los dolores de espalda. Lo ves? Me ves inhalando este aire con olor a madera y a alfombra y a habitación? Estoy viva, estoy sintiendo, estoy necesitando cosas. Estoy siendo alguien o tratando de serlo, hoy con las uñas muy cortas y bañadas de rojo oscuro, como si fueran de sangre, como si hubiera arañado a alguien, lastimándolo. Estoy viva, haciéndome, deshaciéndome a veces, reventándome el dedo meñique del pie en las rocas del camino, arrancándome las cascaritas, sanándome con chocolate o perifar o flores, o algún paseo, alguna charla idónea, un olor recordado, un libro. Soy yo, me ves? Ves el moretón parduzco del bochazo en hockey en mi muslo derecho? Ves mis rodillas, marcadas para siempre por un raspón infinito? Ves mis curvas, mi pechos no muy grandes, más bien chicos y sin gracia, mis dedos sin forma femenina, mi perfil de nariz? Ves mis orejas, desigualmente agujereadas? Me ves? Me contemplás toda? Notás mi entusiasmo aún, mis ganas de empezarlo todo, mis palpitaciones? Me sentís hervir? Ves hasta lo más íntimo de mí, y no me refiero a lo genital, que también lo ves, semiescondido, semiexhibido, sino a lo que llevo adentro, a lo que me duele, a lo que me emociona, a lo que me hace llorar? Me ves con mis ojos que te ven? Con su marrón soso y sus venitas rojas? Con sus párpados caídos sobre las órbitas, las pestañas imperceptibles, la mirada viva todavía, como yo, como toda yo, viva y ardiendo y queriendo y enseñándome y buscando, sobre todo buscando, hurgando, ensayando teorías, desafiando paradigmas, esquemas, juicios, ideando tramas mágicas, escribiendo muertes, muriendo a veces con lo que escribo, con lo que vuelco, o muriendo por no poder desparramar una noción en tinta, olvidando lo que era encontrarme a solas con las letras, y volviendo de golpe a atravesármelas, a clavármelas, a descolgarlas de mí en un rugido de texto. Me ves? Esta soy yo con mis manos que aman caballos y perros y gatos y se pinchan con cactus y se ensucian de tierra y grasa de cadena de bicicleta y se cortan cada dos por tres. Soy yo, me estás viendo? Sabés verme ahora? Soy yo, con mi corazón lleno y mi profundidad, con mi risa deforme y mis manías, con ese don para pasarme de la raya, con esta curiosidad, mi devoción por el chisme y mi capacidad de conmoverme. Me ves entonces, ves mis lágrimas desorbitadas? Ves mis sueños de fama y de felicidad convertida en una ronda de afectos? Ves lo mucho que me hieren algunos pequeños gestos? Ves mi agonía cuando siento que no encajo? Me estás mirando, verdad? Me estás viendo crecer y tener miedo? Me ves dormir en cuarenta posiciones incómodas, me ves superarme, me ves rindiéndome cada tanto? Me ves cómo extraño Madrid y cómo me siento extraña en Montevideo, y viceversa? Me ves sonreír con mis padres por el sólo hecho de pasar un rato con ellos? Me ves discutir menos? Me ves, de verdad me ves? Me estás mirando cómo tecleo esto, cómo necesito que salga un chorro de literatura de mí, cómo lo anhelo con fuerza? Sentís mi fuerza, mi desgarro, mi sed? Lo ves, de verdad lo ves? Ves el ritmo que me imponen las frases? Ves a las personas que me hicieron ser quien soy, ahí, sentadas en la mesa de mi nostalgia? Ves todo eso? Me estás viendo toda, colmando tu vista con mi visión? En serio?

Si es así, quizás me conozcas.

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