domingo, 6 de enero de 2013

Rabiosa

Estoy muy enojada con mi cerebro. También con el pesimismo que me invade cada tanto. Estoy enojada conmigo y con mi propia impotencia, con mi espera inútil, con mi dependencia, con mi íntima soledad, que al final es lo único que tengo asegurado. Estoy enojada con la desolación de hoy. Con la distancia. Con las dudas. Con los sentimientos enormes que son tan torpes que irritan, tan ingenuos que molestan. Con las ideas de que no y también con las ideas de que sí, porque son tercas y no tienen los pies sobre la tierra. Estoy enojada con mi impaciencia y mi ansiedad. Pero sobre todo, estoy enojada con esta tristeza redonda que me aplasta. Con esta pena que doy. 

4 comentarios:

  1. Resulta que en el más allá nos acaban de poner wi-fi, y desde aquí sigo leyéndote, claro. Lo cierto es que no pensaba escribirte -escapara así de peor ventura- si no fuera porque los demás espectros insisten en que lo haga. Sucede como describes -muy bien, por cierto- porque, a lo que a mi se me figura, el amor, mordaz, es también recíproca interdependencia. Nos debilita, sí, porque el amor, terco, disuelve el yo -en este caso el tu-, para generar un nosotros -en este caso un vosotros- lo suficientemente cálido y espacioso como para instalarse y prosperar. Suerte!!

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  2. Es más fácil vivir sólo con el yo, pero es más lindo vivir con el nosotros, de ser posible. Muchas gracias :)

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