viernes, 5 de abril de 2013

Las palomas

Yo escuchaba pero ya estaba todo dicho. El armisticio, como medida diplomática más que como solución, requería esa escucha. Sin embargo, ya no quería escuchar. Quería irme a mi casa y acostarme en mi cama y mirar el techo y no pensar en nada más que en el color del techo y la textura del techo y la altura del techo. Quería que el silencio nunca dejara de protegerme y que pararan de girar las desilusiones alrededor de mis ojos, como si estuviera borracha de tanta frustración. Quería no sentir. Así que escuchaba y trataba de no sentir, de que nada me importara. Y miraba hacia afuera, donde las hormigas hacían viajes sin fin. Y veía a las palomas comiéndose algo, desgarrando algo, peleándose por los trozos de algo. Y ese algo era yo. 

4 comentarios:

  1. Después de leer tu texto, me parece que la salvación está mirando al techo y escribiendo en el teclado. Lindo y triste texto. Saludos, mm.

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  2. Demasiada pena en esas líneas para una sola persona.
    Me erizó la última parte, y no me gustó.
    No consuela en absoluto, pero abrazo de gol.-

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    1. Gracias detaq. Ya superaremos la pena. Me tengo fe.

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