miércoles, 24 de abril de 2013

Rollercoaster


Subimos lentamente hacia el cielo, casi que nos detenemos un segundo contra el techo de nubes, y podría estirar la mano y tocar el celeste, pero de golpe estamos en bajada, ya casi no veo y todo tiembla y surco el aire a una velocidad que no alcanzo a calibrar. De a ratos pienso que el vértigo me gusta. A veces me aturde el griterío y demoro en darme cuenta de que es mi propio grito el que me ensordece. Cuando creo que se va a detener, todavía hay una subida y otras mil bajadas, y por qué no, un túnel, un tirabuzón y dos vueltas con los pies hacia arriba. Tengo un mareo atroz, tengo euforia y miedo. Cruzo los dedos para que el carro no salga volando y para que termine llevándome hacia algún destino. Aunque sea de nuevo al comienzo y a un rincón tranquilo donde vomitar.

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