jueves, 31 de enero de 2013

Un jueves no tan random

Hay días muy esperados que pasan como si nada y no dejan rastros. Y después hay jueves aleatorios como el de hoy, que terminan siendo mojones porque a partir de ellos se instalan cosas y se forjan posibilidades. Una calidez vino a habitarme. Y aunque la paciencia siempre está por ahí, recomendando mesura, empezó a solidificarse una perspectiva. 

De golpe no estoy tan sola.
Y me siento arropada por dentro. 

A los jueves como el de hoy dan ganas de abrazarlos mucho. 

martes, 29 de enero de 2013

lunes, 28 de enero de 2013

caNsamiento


Con esto de que se casa una amiga y fue la despedida de soltera me descubrí pensando mucho en todo eso del matrimonio. El vestido blanco, el tocado, la canción para después del vals, las flores de la iglesia y un montón de parafernalias adornan la cuestión y terminan siéndola cuando, al final, lo que importa no lleva accesorios ni combina con los manteles. 

En el momento en que empieza a pesar más si invitar o no al amigo número 23 del hermano, algo se trastoca y la esencia se pierde un poco en elecciones como la marca del whisky y la cantidad de cotillón, a quién sentar en qué mesa y si agregar o no un living afuera, quién hace los mejores zapatos de novia o cuánto oro llevan los anillos.  

Lo que menos me gusta de los casamientos es todo eso. O sea, casi todo. Resulta más un rito social en el que cumplir con los compañeros de tu ex trabajo y la prima segunda de tus padres. Pero más vale que te hagan un buen regalo, porque cada cubierto cuesta y cada invitado significa como 70 dólares más.  

Entiendo que sea un día feliz. Pero veo los estreses previos y me da como alergia. Y la forma de banalizar algunas cosas. No sé. Como que el casamiento, al fin y al cabo, es la formalización de un pacto invisible que ya existía. No debería cambiar muchas cosas. La esencia, que es el vínculo, llamémosle amor, se diluye en todos esos detalles superfluos que al final hacen a la cosa, y por ende, la cosa termina siendo un evento magnífico, claro, donde todos se maman, los globos se pinchan y el vestido se ensucia, pero efímero como todo evento, y al día siguiente, lo que queda, aparte de la resaca y algunos recuerdos, es el vínculo de siempre, ahora desprovisto de adornos y, quizás por eso, vulnerable. 

Por eso creo que no me voy a casar. Porque me daría mucho miedo que el amor dependa de ese circo. Porque no sé si las cosas duran para siempre, y quizás, aunque el álbum de fotos se conserve perfecto, el vínculo se diluya o cambie. Y quizás también crea que el compromiso y el respeto no necesitan vestirse de blanco, y que el amor, si está vivo, no requiere el aval de un papel, o de un señor religioso, y mucho menos, de una parentela borracha. 

Pero quién sabe, y quizás mañana alguien me demuestre que sí vale la pena hacer una fiesta multitudinaria para celebrar un enlace. Aunque para mí sólo sería una forma de hacer público el vínculo, no de afianzarlo. Mientras tanto, me quedo del lado de acá, mirando con cierta reserva las cosas. Soltera, por supuesto.   

domingo, 27 de enero de 2013

Romper



El muro es la vida. La ola soy yo, que me doy contra todo para alcanzarte y fundirme contigo. Vos, obviamente, sos las nubes.

viernes, 25 de enero de 2013

El elefante en la rambla


Ésta es mi foto favorita de todas las que hay en la muestra del Parque Rodó. Porque tiene algo de circo y algo de juguete. Por los gestos, los detalles, las nubes. Porque respira pasado pero está flotando en el tiempo. Pero, sobre todo, porque tiene mucho de magia. Como hoy. 

miércoles, 23 de enero de 2013

¿Qué decir?

Últimamente no sé qué decir. Quiero decirte tantas cosas. Quiero que me cuentes todo. Y no se puede. Siento que invado y molesto y no te dejo ser. Siento que tengo que darte mucho más aire, y cuanto más siento eso, más me aferro porque no quiero perder lo poco que tengo de vos. Insisto y arruino todo. Hago preguntas que aparentemente no tienen respuesta, aunque sea una respuesta que yo necesito, que mi equilibrio demanda. Me duele estar de esta forma pero más me duele la idea de no estar. O no sé. Pero no quiero quedarme sin los flecos de tu vida. Me das un abrazo y quiero mil. Me mirás y quiero ahogarme. Te reís y quiero ser la causa. Quiero ser todas las causas. Y es al revés. Te siento triste y me convierto en tristeza. Me desboco. Me gustaría entender. Necesito un tour por tus pensamientos y no son míos para recorrerlos. Tengo que calmarme, y en cambio se me aplasta el corazón de miedo. Porque tengo un terror gigante alojado entre las costillas. Porque siento todo tan claro y veo todo tan turbio que me araño por dentro. Me canso de mí misma. Me harta mi hartazgo. Me sereno y de golpe exploto y me sereno y de golpe exploto y me sereno y soy una demolición hecha de esperanza en pedazos. Tengo ráfagas de ansiedad vapuleándome el alma. Agonizo y me salva apenas un dedo tuyo envolviendo uno mío. Hago un mundo de esa milésima de vida. Sueño. Todo el tiempo sueño. Pero me canso. Porque soñar es ilimitado pero a mi me gusta el límite violento de un beso. Lo innegablemente real de un pequeño beso mudo en el cachete izquierdo. Son sólo labios que se apoyan pero generan el sacudón inmóvil de cada uno de mis núcleos celulares. Entonces muero porque es apenas eso y muero porque es tanto. Y sigo sin saber qué decir, ni qué pensar, pero con el pálpito inequívoco, quirúrgicamente preciso y con la fuerza épica de un terremoto, de que sos exactamente lo que me hace feliz. 

lunes, 21 de enero de 2013

Es éste

No sé
si parará
en mi estación.


Pero yo estoy
en el andén.

Esperándolo.

domingo, 20 de enero de 2013

De raíz

Mary, Mary, quite contrary,
How does your garden grow?
With silver bells, and cockle shells,
And pretty maids all in a row.



Debe de haber habido un momento en que no existías. Pero después exististe y ahora no sé cómo volver a ese lugar en el que no te apropiabas de todas mis paredes como una enredadera gigante y densa. En una ridícula primavera plantaste un jardín en mí. Florecieron cosas. Hasta anidaron gorriones. 

Ahora tengo miedo de volver a ser patio. 

sábado, 19 de enero de 2013

Desde el suelo

Estoy de buen humor. Sí. Es curioso, porque me acabo de caer tres veces en veinte metros. Me dí contra un cartel. Al menos cinco personas se rieron de mí. Y gasté mucha plata en algo que capaz que nunca termino de dominar. Me refiero a patines. Pero sí. Me reí muchísimo. 

Algún día puede que los controle. Hoy no. Hoy me caí apenas agarré mínima velocidad en la bajadita del garage. Frené colisionando. Y además hice muchos aspavientos. Deben haber sido tres minutos de patinaje y quedé como si hubieran sido veinte kilómetros. 

¿Fracasé? Obvio que no. Es muy temprano para abandonar. Y la vida te tira al piso, a veces literalmente, porque te hace falta. Tenés que esforzarte más. Tenés que rasparte los nudillos. Tenés que estrellarte en la bajada. Sobre todo, tenés que ponerte los rollers en un terreno plano, imbécil. 

Caerse es parte del proceso. Reírse es parte del éxito. Mañana pruebo otra vez. Y así con todo. 

miércoles, 16 de enero de 2013

Sequía

Las cosas con gusto a nunca más me revuelven la panza.
Voy a quedarme sin saber y con un hueco adentro.
Tragar tanta agua para al final llorarla y morir de sed.

En fin, la vida.

lunes, 14 de enero de 2013

Blanco

Veo blanco. Blanca la hoja y los espacios que van quedando entre las letras. Blanco el futuro. En blanco la mente, las ideas, la creatividad. Blanco todo lo que toco y me toca. Blanco el cielo, blanco el monitor. Blanca de sueño y de cosas apretadas adentro. Blanco de algo carente de sangre, que muere lentamente. Blanco mi teléfono, blanca la pasta de dientes, blanca la salsa de los crepes. Blanco todo, pero de ojos entrecerrados, que no enfocan bien, porque la realidad es que todo está lleno de mugre. Blanco que esconde manchas, que tapa, que ofende. Blanco ingenuo y blanco cansado, dolorido, trémulo. Blanco el corazón que me galopa, y la piel, que se empalidece con el transcurso del día. Blanca la soledad, el silencio. Sobre todo el silencio. Blancas las paredes blancas. Y el techo. Toda una sala blanca. El color sólo en mis uñas, curiosamente. Creo que hasta el aire es blanco, y frío, y acondicionado. De repente también es mortalmente blanca la ilusión. Estoy teniendo un presentimiento blanco. Tan blanco que agoniza. Una blancura sórdida cubre la tarde. La vida se difumina, se vuelve borrosa, ignota, ruin. Blanquecina. 

domingo, 13 de enero de 2013

Oh monday monday


Hola lunes. ¿Cómo estás? Vení, pasá, ponete cómodo que te hago un lugar en el sofá, entre la desolación y el almohadón a rayas. Te veo un poco abatido. ¿Querés tomar algo? Tengo vodka, que nunca falte. Tomá, tomá un traguito que te vas a sentir mejor. Contame. Tengo todo el tiempo del mundo. Ya sé que vos no, pero yo sí. Hablá tranquilo hasta que te quedes sin voz, y después sigo yo, y después vemos. Si hace falta nos damos un abrazo y seguimos llorando juntos. Tomá un poquito más. Ya sé que venís cargado de expectativas tontas. Mejor tiralas en un contenedor a la salida. A mí también me parece que son medio inútiles. Pero bueno, todos somos medio boludos a veces, y vos tenés que despabilarte bastante. Te agarran de gil. A mí también, ojo. Es normal creo. No te sientas mal por eso. Sos un lunes y bueno, la gente no te quiere. Además sos un lunes de muchos comienzos. Yo te tengo un poco de miedo, a vos y a esas cosas que traés, pero estoy tratando de hablarte sin prejuicios. Estuve pensando mucho en vos. Sí, todos los días. Se me enredaron ochocientos pensamientos. Creo que rescaté algunos y los tengo casi convertidos en decisiones, pero todo es muy inestable. Como un puente colgante. Yo qué sé. Sos un lunes bastante grande vos, tenelo presente. Hoy te veo como un principio o un fin, tirando más a un fin. Pero al menos espero que traigas algo concreto. No te achiques, eh. Poné las cartas sobre la mesa. A mí me gustan las cosas francas. Y vos tenés pinta de querer pasarle la pelota al martes o a cualquier otro día de la semana que la agarre, o hasta a otro mes. Y no es así. Sos vos, lunes, porque cuento contigo. Mirame cuando te hablo. Sos vos, y no hay otro día, porque yo necesito que seas vos. Necesito que seas vos hoy y te la juegues y definas la cancha. Porque sino la voy a tener que marcar yo. Y capaz que tendría que haberlo hecho hace muchos lunes y no dejarte esta responsabilidad ahora, así, inesquivable, pero bueno, si no sos vos hoy, voy a ser yo mañana. Viste que estuve pensando pila de cosas, ¿no? Ya sé que vos también. Es difícil. Pero no podemos hacernos los pelotudos. Yo no puedo sentirme más una imbécil cuadriculada. Así que ayudame. No te estoy pidiendo que me lo hagas fácil. Pero tenés que hacerlo. Si duele, bueno, ya veremos cómo me curo. Fuerte soy, creo. No quiero molestar al martes con esto, porque supongo que él va a venir directamente a consolarme. Así que por favor no dudes más, y convertite en un día significativo y concreto. Otra cosa no quiero. Otra cosa no me sirve. Otra cosa no me hace bien. Perdoná que te cargue con esto. No sé a quién más pedírselo. ¿Te sirvo un poco más? Y si querés brindamos. Dale. Por lo que sea. Para que sea lo mejor.

sábado, 12 de enero de 2013

Bajofondo

No fue el violín, aunque es un instrumento que me conmueve. Tampoco fue la noche espectacular que hacía. Fue el hallazgo espontáneo de un recuerdo, de cosas ligeramente intactas, y una circunstancia que si hubiera sido planeada nunca hubiera tenido el mismo gusto. Fue eso lo que más me emocionó. De golpe casi era un día cualquiera de junio del año pasado, con ese afecto conocido, esa ternura, ese tímido consuelo. Casi, porque es enero y las cosas son otras, y fue sólo un encuentro fortuito, limitado, único, pero me hacía falta un abrazo y una noche así de sorpresiva y compartir la música en silencio, entre la gente que cubría todo el pasto y suspiraba cuando escuchaba el violín, o cuando alguien le agarraba la mano. 

jueves, 10 de enero de 2013

88 horas

¿Para qué?
¿Para que empiece algo?
¿Para seguir con la misma confusión?
¿Para terminar de empeorarla?
¿Para dejar en paz a las circunstancias?

Si al menos supiera bien para qué.

miércoles, 9 de enero de 2013

Negociemos

Tengo un ramo de preguntas, una trenza de besos, una adrenalina en los dedos.
Quiero una secuencia de miradas, un silencio interrumpido y un concierto de latidos en mi oreja.
Ofrezco un abrazo largo y un corazón dispuesto.
Reclamo una certeza.


martes, 8 de enero de 2013

No hay casi nada

No hay brisa.
No hay carruseles.
No hay perfume.
No hay nitidez.
No hay refugios.

Sólo hay cansancio.

lunes, 7 de enero de 2013

Jpgs

La memoria es una suma de paisajes a los que viajar cada tanto.
Las fotos son la forma de compartir el recuerdo.
De decir que un día este pedazo del mundo se me mostró así.
Y yo lo miré con reverencia y lo conservé.







domingo, 6 de enero de 2013

Rabiosa

Estoy muy enojada con mi cerebro. También con el pesimismo que me invade cada tanto. Estoy enojada conmigo y con mi propia impotencia, con mi espera inútil, con mi dependencia, con mi íntima soledad, que al final es lo único que tengo asegurado. Estoy enojada con la desolación de hoy. Con la distancia. Con las dudas. Con los sentimientos enormes que son tan torpes que irritan, tan ingenuos que molestan. Con las ideas de que no y también con las ideas de que sí, porque son tercas y no tienen los pies sobre la tierra. Estoy enojada con mi impaciencia y mi ansiedad. Pero sobre todo, estoy enojada con esta tristeza redonda que me aplasta. Con esta pena que doy. 

viernes, 4 de enero de 2013

jueves, 3 de enero de 2013

13 deudas con el 2013

Quiero correr 6 km en 36 minutos.
Quiero ver alguna de las películas de La Guerra de las Galaxias.
Quiero que mi teléfono aguante sin terminar de romperse.
Quiero escribir algún copy que se te caigan las medias.
Quiero agrandar mi biblioteca.
Quiero que me empiece a gustar el vino o la cerveza o el whisky. Mejor la cerveza.
Quiero ir a algún lado en avión.
Quiero poder usar tacos sin sentirme una jirafa.
Quiero leer cincuenta libros.
Quiero no engordar.
Quiero sacar fotos que sean retratos de personas.
Quiero escribir por lo menos dos cuentos.
Quiero tener ahorros.


miércoles, 2 de enero de 2013

Tan de verdad


Mi día es todo follaje verde hasta que durante una hora y algo irrumpe un pajarito rojo que aún después de escapar volando sigue dejando su impronta de pajarito rojo en todas las ramas y en todas las hojas y en todos los árboles de la jornada hasta que el día entero de golpe es todo pajarito rojo y lo verde es un difuso escenario de fondo para su canto y sus plumas y sus caricias y su fragilidad efímera de pajarito rojo. 

martes, 1 de enero de 2013

El gajo del ciprés


Analizamos las posibles formas de arrancarlo. Serrucharlo. Reventarlo. Hasta a papá se le ocurrió dispararle muchas veces para ver si podía quebrar la rama. Pero no llevamos ninguna a cabo. El gajo desparejo del ciprés, ese que se sale para afuera como si fuera una manito, está muy alto. El techo es inestable. No hay escalera que alcance tan arriba. A mí me molesta mucho, pero mi tío tiene razón. Está ahí para enseñarnos que no todo puede ser perfecto. Y que la belleza es extraña, asimétrica, inconstante. El ciprés es emblemático aun con su rama salida. Al fin y al cabo, es una rama valiente. Es la oveja negra de las ramas de ciprés, y debemos respetarla así. Algún día, el tiempo la va a arrancar de un soplido. O se caerá el árbol entero. Quién sabe. Mientras tanto, está ahí, agitándose burlona, para que aprendamos a convivir con su imperfección. Y con la nuestra.