lunes, 12 de marzo de 2012

cuando la felicidad tiene forma de pelota






Otra de las piezas del puzzle encajó. Hay que pulir los bordes un poco, claro, pero encajó. Volví a agarrar un palo de hockey y a ser parte del equipo. A transpirar la camiseta, y a disfrutar cada paso que dí en la cancha. Lo mejor de todo, fue sentir que retomé casi donde lo había dejado. Que todavía puedo hacer algunas cosas con la bocha, aunque tenga bastante trabajo por delante. Descubrí que el hockey es un poco como andar en bicicleta. Mi cuerpo no se olvidó. Y todavía tengo pedal para rato.

Sigo profundamente enamorada de este deporte.

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