sábado, 17 de marzo de 2012

seven a side

Once horas y media de hockey después (en realidad no tantas jugando, pero todas en la cancha, al sol, en equipo y viendo partidos) tengo una insolación interesante y me duelen muchas cosas. Entre ellas el orgullo porque me clavaron cinco goles en el partido que me tocó ser arquera. Lo positivo es que nunca más me van a pedir que lo sea. También hubo algunos sinsabores, algunas actitudes raras, algunas luchas y algunas cosas lindas.

No sé, en el fondo me encanta casi no poder moverme porque mis piernas aúllan. Estar a full con el ratisalil gel en las muñecas. Tener quemadura de camionero en los brazos. Irme ya a dormir porque estoy reventada, golpeada, rota, sacudida. Es como haber vuelto de una especie de batalla de honor, con las señales en el cuerpo. Se siente importante, casi glorioso. Se siente rotundamente bien, a pesar de todo.

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