sábado, 9 de junio de 2012

La hoja en blanco no existe

"Si la creación es proceso, la hoja en blanco no existe." 
Diego Lev, publicitario, en una charla de #PlayaValley

Iba a no escribir nada hoy, a dejar que ganara la hoja en blanco. Pero después vi un video de esa charla de ese publicitario y pensé que no, que es imposible que me gane porque no existe. Probablemente estaba escrita desde antes esta hoja, porque lo que pasa en mí viene desde el momento cero, el momento en que nací o el momento en que mis células de feto empezaron a multiplicarse adentro de mi madre, cuando mis papás me crearon en un rapto de -espero- amor. O sea que tengo temas para escribir desde siempre, tengo ideas desde siempre y mis ideas son únicas y distintas porque yo soy así, única y distinta de todos los demás seres humanos, que también son únicos y distintos entre sí.

Ponele.

Pero después encuentro que es sábado de noche, recién madrugada del domingo, y hace como tres horas que amanecí de la siesta, y la vida está transcurriendo ahí afuera aunque hagan cuatro grados celsius, y me quiero cortar las venas con la cucharita con la que engulli un bol gigante de helado porque no estoy pasando frío como le corresponde a cualquier uruguayo que se precie de joven. Porque mis amigos no parecen sentir los mismos impulsos aunque tengan la misma edad, y porque de verdad no sé qué les pasa o quiénes son o dónde están o qué pretenden de un sábado de noche, y todo se me acumula en tristezas y frustraciones. 

"Vivir con intensidad es una condicionante para la creatividad", dijo Diego Lev en el video. Y me muero de ganas de vivir con intensidad, como hoy de mañana corriendo atrás de una bocha y festejando el 5 a 1 con un combo en el mall de Arocena, o como frente a un calefactor el jueves de noche en intenso simposio de amigas. Pero fuera del hockey y de ciertas tardes de Rambla o de mesas familiares, la vida perdió intensidad y no puedo revivirla. Ahora en nada se viene un viaje y unos reencuentros, pero después de eso espero que aparezca un trabajo de muchas horas, porque sino sigo cayéndome en espiral hacia un tedio horroroso. 

Actitud, dicen. Sí, pero a veces no tengo tantas energías como para arrastrar a la gente a la noche. A veces me gustaría que me llamaran a mí y me arrastraran a mí. Que tuvieran ganas de que yo participara, y no viceversa. Que idearan cosas para sacarme de mi letargo, y no al revés. Que quisieran tener veinticinco años y no cien, que me motivaran a brindar, que me agitaran para salir a bailar, que me presentaran amigos divertidos. No sé. Algo así de utópico y espontáneo y divertido. 

Me voy a servir más helado y leer. Que la noche está en pañales, lamentablemente. 

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