viernes, 13 de julio de 2012

Hola voyeur

Cuando te volcás en un espacio, y más si es virtual, libre y compartible, como éste, corrés riesgos. Cuanto más publicás, más peligroso se vuelve. Y más lindo. Es un cuaderno gordo lleno de vos y tus creaciones. Pero cualquiera puede agarrar ese cuaderno. Leerlo. Discutirlo. Escupirlo. Acariciarlo. Dejar su firma en él. 

Hasta ahora no me han maltratado cibernéticamente. Todo lo contrario. Nada más grato que un comentario o un mail aludiendo a algo que leyeron de mí. Aunque sea en forma de discordia. El debate es bello. El desacuerdo es sano. Todo construye este blog y me construye a mí. Una recomendación. Una sugerencia. Una opinión. Incluso a veces se vuelve más valiosa si es de un desconocido. Alguien que aterrizó por acá y se quedó leyendo. Me exploró. Me conoció. Y se animó a contármelo.

Lo que tiene esto es que yo pongo mis cartas sobre la mesa, pero no sé quién las ve. Puedo saber desde dónde las ven, cuántos las ven, y qué sistema operativo utilizan. Pero no quiénes son. Es como darle luz verde al stalkeo. Hay un montón de material, estoy acá, expuesta. Más desnuda que cuando estoy sin ropa. Y sin embargo me siento cómoda. 

No sería quien soy sin esta desnudez. Este blog no sería valioso para mí si no dijera las cosas que dice. Las cosas que digo. Si no revelara tantas cosas de mi personalidad, de mis ideas. Soy una loca que hace públicas sus tormentas internas y sus delirios. ¿Y qué? Por eso mismo me leés. La exhibición es parte del juego. La autocensura es tarea cotidiana. No soy SÓLO esto ni TODO esto. Soy más. Y también soy menos. 

El riesgo es cuando creen todo. Cuando la interpretación empieza a descarrilar. Cuando toman esto como una expresión de mí que no hace necesarias otras comunicaciones, las normales, las cotidianas. Como la charla y la pregunta. Cuando me quedo sin feedback, porque el mensaje se vuelve unilateral, mis balas mágicas salen pero no regresan, no hay respuesta, desaparece la conversación. Porque hay quienes me leen pero yo no los leo. Y si me conocen, y tenemos un grado de socialización importante entre nosotros, resulta que yo me quedo sin su historia. Ése es el peligro más triste. La soledad. 

Creo que hay que ser un poco valiente y un poco inconsciente para tener una vida posteada acá. También un poco estúpida. Y egocentrada. Y tenaz. No sé, vos ves. Pero cada tanto comentame algo, que me hace feliz. Y acordate de que existo fuera de este blog, y a veces hasta soy simpática.  

   


1 comentario:

  1. Hace tiempo, en la época en que yo cuidaba mi blog, lo regaba, lo abonaba, le cortaba las ramas secas y lo tenía precioso (no como ahora que lo dejé en estado silvestre y todo tipo de yuyos lo han invadido) sentía algo parecido a lo que vos decís acá: eso de estar completamente desnuda y a la vez sentirse abrigada y protegida.
    Creo que nunca fui más yo misma que cuando escribía.

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