lunes, 9 de julio de 2012

Lo que te hubiera dicho si hubiéramos hablado

Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no hubiéramos sido tú y yo.

Hola. ¿Cómo estás?

Yo estoy muy bien, por suerte. Creo que valoro muchas cosas que antes no apreciaba tanto. Ahora tengo trabajo en Montevideo. Y me encanta que mi familia esté físicamente presente en mi vida. Los necesitaba. También a mis amigos. No me siento sola. No me faltan los abrazos. Sin embargo, extraño un poco España.

Pero en diciembre dejé muchas cosas en Madrid. No me traje la añoranza, aunque cada tanto me visita y me pregunto en qué andarás. No me traje esa búsqueda permanente, de tu cara, de tu auto, de tu calle. Las dejé ahí, en algunos rincones de Madrid, y tampoco quise revisitarlas esta vez. Me dediqué a mi Madrid, no al tuyo.

Y viene la vida y nos cruza cada tanto, ¿no? Y resulta que te veo de lejos y acompañado y aparentemente bien y feliz. Me alegro en serio. También me da una cosa rara adentro, pero no sé qué es. Por ahí es una especie de tristeza. Y me provocás curiosidad. Pero no tanta como para acercarme a preguntarte. Tampoco se perfilaban así las circunstancias el viernes. Así que te reencontré de lejos, y apenas. Y probablemente haya sido lo mejor.

Hiciste bien. Elegiste bien. Se te adivina estable. Ella siempre me cayó simpática. Alguna vez pienso en el inconducente "¿qué hubiera pasado si?". En el fondo lo sé. Hubiera pasado lo mismo que pasó. Alguien hubiera salido lastimado. Probablemente tú. Otra vez. O quizás yo. Otra vez. Mejor así. Al final, estoy en paz con todo. Con lo que pasó y con lo que no. Con verte de lejos, contento. Con saber que estás bien.

Te quedaste en Madrid, con las dudas y las culpas. Sólo me traje los recuerdos. Te quiero mucho, siempre. Si es verdad que todavía me leés, ya debés saberlo.

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