sábado, 18 de agosto de 2012

Mirá vos



Cuántas sorpresas. Más de las que puedo mantener girando en el aire a la vez. Pero es bueno. Es como la parte de la película en que empiezan a pasar un montón de cosas juntas, y no sabés como va a terminar. Me gusta no poder adivinar los desenlaces, los giros narrativos. Las vueltas de tuerca inesperadas, pero bienvenidas.  

Resulta que me dijeron que soy sincera y franca y que esa actitud es lo que invita a la confianza. Ayer, en un rincón negro de una discoteca, un amigo me hizo ese regalo enorme. No me dijo que soy linda ni buena. Me dijo que atraigo por esa actitud de decir lo que pienso de verdad. Y no me quería conquistar ni nada. Me lo decía desde un lugar muy puro. Me hizo feliz. 

Es curioso todas las revelaciones que uno puede invocar en un sillón de discoteca, mientras la música atruena todo lo demás y la gente baila y grita a tu alrededor como si nada. Se formó una pequeña burbuja de intimidad en la que decir cualquier cosa estaba bien. Así me gusta que sea con mis amigos. Real, cierto. Sin prejuicios. Un intercambio genuino.  

Y después, o antes en realidad, otra actitud bella. Otra persona, con una pureza distinta, más oscura pero digna. Valiente. Una propuesta calculada con ir y venir previo. Un desafío. Nunca puedo rechazar un desafío, menos uno así de grato. Le seguí la corriente hasta un árbol donde apenas llovía. Cerré los ojos y vi. Alimenté la intriga. Aprecié, y sigo apreciando, esa honestidad perversa y seductora. El yo banco si vos bancás, el reto, el hasta dónde vamos. 

Tuve que pisar el freno. No sin recelo, no sin dudas. Sabiendo todo lo que todo implica. No es un lugar fácil, no era un momento fácil. Lo único fácil era ese arrojo y esa espontaneidad de decir las cosas como nos provocó decirlas. Jugar a ese juego extraño en el que no hay dados ni tableros, sólo un silencio y un murmullo de incomprensión de fondo y un tal vez todavía estamos a tiempo y un pero sería mejor que no.

Me encanta que pasen cosas, aunque no siempre sean convenientes ni correctas ni cómodas. Amo que me digan la verdad y que me cuenten cosas. Me gusta que atraiga mi forma de ser, aunque mi belleza no me lleve a ninguna parte. Me emociona que me confiesen cosas y provocar cosas, aunque sea intriga. Me divierte asustar un poco, shockear. Empujar un poquito más el límite. No me hace feliz ser la que al rato tiene que recordar que el límite está ahí en alguna parte. Anoche era mejor que estuviera ahí. Mañana veremos.


3 comentarios:

  1. IMPONENTE, me encantó

    Mariana

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  2. un tal vez todavía estamos a tiempo y un pero sería mejor que no - buena forma de describir la realidad de algunos o de casi todos yo que se, o quiza es que fuimos a la misma discoteca en algun mundo paralelo...who know. Buen laburo!

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