lunes, 25 de marzo de 2013

Engañar a la (auto)censura

Hoy caminé por el parque. Dí una vuelta, aprovechando para estirar las piernas. Había más gente que la que hay siempre a la hora de comer, porque son vacaciones. Había muchas más risas. En el parque generalmente hay personas solitarias, o hippies. O hippies solitarios. Hoy había familias, quinceañeras sacándose fotos, parejas. Todo un simulacro de felicidad bajo los árboles.

En mi recorrido pasé cerca de un perro. Estaba echado en el pasto, descansando al sol. Tenía los ojos cerrados. Era un perro grande, de esos con cara de buenos, tipo un gran danés. Me le paré en frente y como hice sombra sobre su cabeza, se asustó. Pero no se fue. Así que yo tampoco. Me senté a su lado. Apenas lo acaricié. No tenía collar. Un perro así tiene que tener dueño, pero no había nadie cerca. Me quedé ahí un ratito, al sol, aunque el sol estaba caluroso ya, y el sudor me empezaba a impregnar la camisa. Prefería estar ahí. Aunque hubiera silencio, era compañía. Y el calor era justamente lo que yo estaba buscando.

Cuando se me acabó la hora de almorzar, me levanté y él se levantó conmigo. Trotaba manso a mi lado. En un momento frené y lo abracé. En ese pedazo de parque, al lado de la fuente que salpicaba sus chorritos alegres, lo abracé como si lo conociera de siempre y como si él supiera cosas de mí. Y hundí mi cara en su cuello y sentí que ese perro era mi perro y que yo era suya. Su olor era parte de mi vida.

Lo solté, porque no daba estar diez minutos abrazando a un perro, y seguí caminando. Cruzó la calle conmigo pero se separó de mí cuando pasamos por al lado del casino. Lo extrañé, pero entendí su partida. Espero que donde sea que viva sea feliz, porque me encantaría adoptar un perro así. 

1 comentario:

  1. Descansaba echado en el pasto del parque al calor del sol del
    mediodía, con los ojos cerrados no me percate de tu llegada hasta que
    una sombra me tapo el sol y me asuste, generalmente saldría corriendo,
    pero al abrir los ojos te vi, te brillaban los ojos y desde mi
    perspectiva te veías grande. Espere un segundo y luego dos y me di
    cuenta que no me ibas a lastimar. Me acostumbre a tu presencia, te
    sentí buena, firme pero tierna, severa pero dulce. Te sentí así de
    cerca como se siente a esas personas de alma transparente, te sentí
    amiga, hermana, hija, compañera.
    Te sentaste a mi lado casi sin hablarme, me mirabas y te mire, yo no
    te podía hablar, los perros no hablamos, trate de decirte todo con mi
    mirada.Te levantaste y te seguí.Trote a tu lado casi sin darme cuenta.
    El tiempo se paro, las risas se callaron, la gente ya no estaba. Te
    detuviste y me detuve, me abrazaste y me salvaste, tocaste mi cuello,
    pase mi hocico por tu cara. Caminamos un poco más, vos seguiste tu
    camino y yo el mío.
    Hoy se que existís, que en algún lugar estás y que siempre habrá un
    parque donde encontrarte.

    ResponderEliminar