martes, 26 de marzo de 2013

Gente normal

Andrés tiene los brazos llenos de tatuajes de colores, las orejas perforadas, un jopo largo en el pelo y usa ropa negra. También tiene un perro y una novia y una casita propia que se esmera en decorar. Conduce un auto antiguo azul y trabaja en publicidad. Se lleva bien con sus padres y veranea en La Floresta. Quiere empezar a tatuarse las piernas, en una un dragón y en la otra un águila. Es obsesivo del orden y fanático de las series de zombies.

Josefina, en cambio, tiene la piel de los brazos muy blanca y usa una pulsera de oro que era de su abuela. Es rubia de nacimiento. Toda su vida vivió en Pocitos, fue a un colegio privado y sus amigas eran niñas bien como ella. Hace dos años que trabaja de secretaria en un estudio de abogados. Le gusta viajar. Con ácido. Está embarazada pero no está muy segura de quién. Vive sola, y a sus padres los ve sólo los domingos. Con sus hermanos no se habla.

Juan Carlos es escribano hace 23 años. Se está quedando pelado pero le gusta remar, por lo que su físico sigue vigente. Sus amigos piensan que no tiene sentido del humor, pero es leal y confiable. Todos los jueves se junta con ellos a cenar en un bar del Centro. Está casado con Irene, pero no pudieron tener hijos. Ella quiere adoptar, él no está tan seguro. Juan Carlos colecciona objetos de la Segunda Guerra Mundial y se masturba mirando fotos de niños. 

Micaela cree que es feliz. Esa sensación es reciente, desde que conoció a Esteban. En realidad se conocían de antes, pero hace dos meses y medio que salen. No salen mucho, porque Esteban tiene novia. Micaela cree que la va a dejar antes de su cumpleaños, y que no van a tardar en vivir juntos en su apartamento de Gonzalo Ramírez. Le gusta la jardinería, y tiene un balcón precioso lleno de geranios de varios tonos de rosado. 

Agostina vive con sus papás en Carrasco. Tiene un conejo, dos canaritos y una pecera gigante, pero no le gustan mucho los animales. Es hija única, y durante el día la cuida Fabiola, una señora peruana que antes de venirse a Uruguay trabajaba en una fábrica de botellas. Agostina tiene once años pero noche por medio se hace pis en la cama. En el colegio le va muy bien. Le gusta jugar a las barbies y algunas veces invita a sus compañeras de clase a pasar la tarde. Cuando vienen, sólo les presta las barbies más feas.  

Marcos está por empezar facultad, y está seguro de que quiere ser médico. Sabe que son ocho años de carrera, pero no le importa, y los ve venir con entusiasmo. Sus padres lo apoyan totalmente y están muy orgullosos, aunque tienen miedo de que el hecho de mudarse a Montevideo lo cambie un poco y los aleje de él. Marcos vivió toda su vida en Paso de los Toros, pero se muere de ganas de irse de ahí. Está casi seguro de que es homosexual. Lleva un diario secreto desde los 15. 

Néstor es obrero de la construcción desde que tiene memoria. Tiene seis hijos y cuatro nietos. Su mujer, Estela, es la que está al pie del cañón en la casa para vestirlos y alimentarlos a todos. Él los ve cada quince días, porque volver a Pando le queda muy lejos por el día y medio que tiene libre en la semana. Aparta un poco del sueldo para él, y el resto se lo da a Estela. Con lo que se guarda, se compra tabaco, hojillas, y grapamiel. O un vinito barato. Es alcohólico y lo sabe. Nunca aprendió a leer.

Julia es actriz, pero sobre todo es madre. Tiene un buen pasar, pero no tiene tiempo libre. Se quedó viuda cuando su marido murió de cáncer. Los mellizos tenían cuatro años. Ahora ya son grandes y se están por ir de su casa. En el living cuelgan afiches de obras exitosas que protagonizó Julia. El papel amarillea. Está pensando en conseguir un gato porque le tiene miedo a la soledad. Sin embargo, lleva más de veinte años sin abrirle su vida a nadie. 

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