martes, 5 de marzo de 2013

Escribir algo bueno

Todos los días me siento frente a vos y trato de escribir algo bueno. Te veo así, toda blanca y virgen, y te trato de llenar de palabras. Casi nunca logro sentir que sí, que lo hice, que escribí algo bueno. Cuando escribo para salir del paso, para no dejar el día vacío, el espacio ausente, cuando las frases sólo me salen de los dedos y no de adentro, se nota. Porque es obvio. Es apenas un acto físico, una obligación mental. Un ejercicio hecho a desgano. 

Y a veces ocurre que tengo tanto para decir que no puedo escribir algo bueno. Últimamente me pasa eso, y te lleno de excusas y de cursilerías. Lamento las épocas de infame literatura, pero en realidad, son las épocas menos infames en la no ficción. Son los momentos en que estoy tan llena de cosas y tan falta de tiempo que no alcanzo a sentarme a solas con mi cerebro y conseguir un producto decente. Perdoname. Aunque mejor no, no me perdones. Teneme paciencia.

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