lunes, 4 de octubre de 2010

batallas sin fin

hoy lloré por teléfono. del otro lado, una señora empleada pública, implacable, me soltaba una parrafada de explicaciones de por qué el sistema es tan pedorro que no sabe cambiar dos palabras de un texto. el señor eduardo, que se dedica a tramitar los legajos en el departamento de educación superior (sí, ya que estoy, lo quemo), tampoco fue a trabajar hoy (no había ido el viernes), y no avisó, y nadie sabe qué le pasa. estoy entre pensar que se murió, lo cual salvaría su honor como trabajador, en cierta forma, o pensar que es un ñoqui inepto más de los miles que chupan la sangre de (nosotros) los contribuyentes.

y la señora jefa que fue la que me habló tan cordialmente, ofreciéndome soluciones maravillosas para mis problemas (o esperar 20 días o hacer lo que hacían los indios), de verdad me hizo sentir pisoteada, olvidada y pequeñísima, porque básicamente me dio a entender que nada es modificable en las rígidas burocracias, ni siquiera cuando impera el sentido común, la razón y hasta las lágrimas (y no de cocodrilo, sino de pelotuda de 23 años que se quiere cortar las venas con los 131 folios del legajo maldito).

así que me voy a madrid con semejante socotroco que dice al final, en una simpatiquísima nota agregada por el ministerio de educación, que la carrera descrita en los 130 folios previos"no fue culminada" por la estudiante en cuestión. menos mal que eligen bien las palabras en el órgano que nos enseña a usarlas.

debo destacar que hay almas piadosas entre la barahúnda de villanos que ocupan los cargos públicos. no muchas, pero hay. gracias silvina y maría luisa por su preocupación y por hacerme sentir que por lo menos tengo testigos solidarios mientras me ahogo en el océano de los trámites.

hoy perdí la batalla. estrepitosamente, pero no sin luchar. debo ser de las pocas personas que tienen ganas de tener un cargo en el estado para TRABAJAR. la indignación es mucha. la impotencia y la frustración, también. lo que me desmorona es pensar que nada cambia. que atienden de 11 a 15 pero llegan a trabajar 12:30, si llegan. que cada cual sólo sabe hacer una función, y a medias. que están contentos con su desempeño. que el tiempo, a ellos, les sobra. que los papeles no tienen cara. que las cosas se hacen como el culo, si se hacen, y que el justificativo para todo es que la culpa la tiene el pobre gil que no sabe cuántos millones de papeles (y pesos) precisa para que le pongan un sellito inverosímil al dorso de una hoja.

hoy perdí la batalla. y no me quedan ni ganas de seguir la guerra. bandera blanca señores burócratas, por lo menos hasta la próxima legalización, solicitud, certificado o formulario, cuando descubra otra vez que la mediocridad, la ineficiencia y la ridiculez siguen reinando en el océano de los trámites. sálvese quien pueda.


( si nos dejamos llevar por la corriente, nos ahogamos. si nadamos en contra, nos ahogamos cansados.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario