domingo, 3 de octubre de 2010

desarraigofobia

sábado 17 de setiembre de 2011. aterriza mi vuelo de iberia en el aeropuerto de carrasco (ese que ahora se llama general cesareo l. berisso). consigo mi equipaje rápido, milagrosamente, y paso la aduana. obviamente me paran, me hacen abrir la valija, el bolso y cuando ven que traigo otra más, enorme (unos 25 kilos que pasé de garrón en el pesaje en madrid), me miran con pereza y me dicen "dale, pasá". por lo menos, en eso, uruguay sigue igual de patético.

veo a mamá y papá y mis hermanas. no están tan diferentes. parecen alegres de verme. apenas entra todo el equipaje en el auto (el 307, un poquito más baqueteado que como lo dejé). nos vamos a casa.

ahora en la eterna casona de techo gris de al lado de mi edificio están terminando las obras de un cinco estrellas. milagrosamente, no nos trastornaron la maravillosa vista que tenemos del agua. el ascensor de servicio está distinto. subimos. entro por la puerta de la cocina, la de siempre. todo huele igual que antes. hay cambios chicos. un adorno distinto. un cuadro nuevo. unas plantas que crecieron. la cocina tiene una campana nueva. queda rara.

mi cuarto está casi igual. mamá le puso un marco al grabado que me regalaron mis tíos y lo colgó. hay unos objetos arriba del baúl, regalitos y cosas que me dejó gente en estos muchos meses. la biblioteca está desordenada. la cama no parece la misma, pero lo es. las fotos de grecia y turquía siguen dándole color a las paredes. de los cactuses, quedan 2, uno medio maltrecho, y el otro que siguió creciendo desaforadamente. el que fue saqueado fue mi placard. me lo imaginaba, pero igual no me gusta. está todo en distinto lugar del que le corresponde, y faltan cosas. me doy cuenta de que tengo que regalar ropa que no voy a usar más.

vamos a almorzar a lo de mis abuelos. mis primos chicos están grandes, y los demás están parecidos. los tíos siguen igual de simpáticos, idénticos. mis abuelos, una pizca más viejos. hay cambios ahí también. imperceptibles, pero hay. no sé bien qué. quizás todo lo que me perdí en este tramo del camino.

de tarde vienen amigos a casa. los que importan, los que no dejaron de estar. los demás, con el correr de los días me doy cuenta de que me olvidaron (y quizás yo un poco a ellos). decididamente no hay imprescindibles.

mis amigos me ponen al día de un montón de cosas que no sabía. nuevamente, cosas que me perdí. parece que sufrí amnesia, que vuelvo de otra vida. y es un poco así, pero no del todo. una vez más, afirmo mi idea de que me hubiera gustado estar. también me gustó no estar, o estar en donde estuve, pero hay una sensación de repatriación que me embarga. extrañaba. claro que sí.

mi ciudad está parecida a como la dejé. pero ella sí que no me extrañó. descubro más que nunca sus placeres y sus atrasos. los veo como recién llegada, con la cabeza cambiada. quizás sea eso. ella no cambió, pero yo sí. espero no haber cambiado tanto...

y el campo no sabe quien soy, pero me recibe igual que siempre. él siempre está cambiando. mi yegua acaba de parir un potrillo, y puedo galopar en mi padrillito árabe (que antes no sabía lo que era un bozal). mi otra yegua, que la dejé en manos de un domador, flaca y con el pelo opaco y enfermizo, está linda y más reforzada. y mansa. y la paz que me da el verde infinito, las mañanas llenas de balidos y las noches con estrellas, esa paz no me la da nada más.

así me imagino mi regreso. con esperanza, y con miedo. miedo de que me olviden, de dejar de ser yo, de sufrir la lejanía, de no estar presente en los momentos importantes de los que quiero. y esperanza de volver, de saber que me están aguardando a mí y guardando mis cosas (mis animales, mis libros, mi árbol, mis recuerdos), de encontrarme con todo como una sorpresa, de recuperar, restablecer, revivir mi vida acá, de volver mejor y más fuerte, de sentir que nunca dejé de estar, por lo menos en lo que vale.

ojalá que triunfe la esperanza.


(foto tomada por j.f.b. gracias, porque me encanta)

No hay comentarios:

Publicar un comentario