lunes, 11 de octubre de 2010

mil cosas



después de un fin de semana lleno de sol y pasto, una cena multitudinaria en casa, reflexiones y amigos de verdad.


resulta que me plantée un desafío que no voy a poder cumplir. resulta que me siento bien y mal a la vez, que disfruto de las cosas muchísimo, pero entre ellas de la comida, y la autoindulgencia extrema sólo trae excesos en lo físico y en lo mental. así que no estoy cómoda dentro de mí misma. y en parte por eso es que necesito irme. tengo que encontrar un nuevo orden, otra forma de equilibrar los vacíos, una estructura de rutina que no me perjudique.

resulta que los amigos son los que te dicen las cosas que no querés oír de la forma que resulta más amable: con humor. son los que te acompañan hasta el infinito y más allá, por rutas inmundas, y hasta manejan tu auto parte del camino. son con los que encadenás un chiste tras otro y te das cuenta de que son el trotolueno de tu trini. son los que te oyen y te tienen una paciencia de monje, y tratan de aprender a hacer lo que a ti te gusta hacer sólo para compartir momentos contigo. y no se quejan.

resulta que el campo me hace mucho bien, me llena de vida, y me siento como un pez en el agua entre las cuchillas verdes del norte. tengo que volver más a menudo, porque me encuentro con lo que de verdad me importa. no necesito más que ropa vieja, un caballo y un bozal para sentirme la persona más bendecida del mundo. ahí sé quién soy, en lo más elemental de mí. me encuentro, me descubro, me ensimismo.

resulta que me queda una semana antes de irme. y no sé muy bien a dónde voy, pero si me quedo, tampoco sabría hacia dónde ir. por lo menos voy a empezar a caminar, ya veré a dónde se dirigen mis pasos.

resulta que el sol me quemó la cara, y el agotamiento me anuló el cuerpo. pero se siente un cansancio sano y una alegría pacífica. gracias por este fin de semana.

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