sábado, 20 de agosto de 2011

paparruchadas


estoy viendo la transmisión de la vigilia. lo que me impacta es la enormidad absoluta del lugar (un aeródromo) y cómo está absolutamente colmado. son las 21.15 y el termómetro de mi casa marca 32 grados (adentro o afuera, da igual), y esta gente está ahí desde la mañana, en el que fue, casi sin duda, el día de más calor del verano. es como algo de tal masificación que asombra. mostraban cómo entraban al predio, eran filas eternas de gente que parecían hormigas de colores. tiene que haberse muerto alguien de un soponcio. dicen que atienden a 400 por evento más o menos, con lipotimias y esas cosas. todo me da mucha pereza. toda esa masa. todos esos símbolos. es como que no me lo creo mucho. ahora acaba de soplar un viento fuerte que levantó todo el polvo del aeropuerto y le voló los pelitos blancos a benedicto, y se pusieron a aplaudir desaforados. y cantan "beeeenedicto, beeeenedicto", igual que si fueran groupies de los guns and roses.

cae un aguacero. los sacerdotes sonríen. es que con tanta túnica y bata y sotana y volados blancos, creo que ya deben tener pegado el traje al cuerpo por una espesa capa de sudor seco. estos días en madrid había una proporción casi ridícula de curas y monjas por kilómetro cuadrado. dicen que vinieron un millón de "peregrinos". no sé qué tan peregrinos son si vinieron en un 737. pero bueno, ahora vuelan las banderas y se interrumpió la ceremonia. se están cagando de frío así que cantan "oeee viva el papa" y saltan y aplauden. los paraguas están dados vuelta (el fin de los paraguas era proteger del sol. estos días andaba mucha gente de paraguas blancos por madrid). al papa lo están tapando con tres paraguas. la cámara no lo puede enfocar porque está literalmente oculto.

no entiendo mucho tanta devoción hacia un hombre, que en realidad ni siquiera es un hombre, es un rol que cumple, un cargo dentro de una institución. porque casi que da igual quién es la persona detrás del rol, es el papa y punto. y lo veneran como si fuera metahumano. y lo quieren ver a toda costa, cuando pasa en su papamóvil, cuando camina, cuando come, cuando habla, cuando le ponen un sombrero. aunque ir al evento signifique verlo en una pantalla gigante, porque está demasiado lejos para verlo bien. se ve sólo un punto blanco y rojo en la distancia. por eso yo lo veo en la tele y no estoy mojándome ahí en cuatro vientos. tampoco estoy ahí porque no siento esa devoción y ese fanatismo. porque de verdad hay fanatismo. es como que se juntaron todos los freakies más freakies del catolicismo apostólico romano. envidio un poco esa alegría que sienten sólo por ver el punto rojo y blanco en la distancia. es como que se colman y euforizan. no entiendo por qué. a mí la figura del papa, más que idolatría, me genera desconfianza. en realidad, las figuras poderosas tienden a generarme desconfianza. y el papa es muy pero muy poderoso. y a veces, no sé qué tanto de emoción religiosa hay, y qué tanto de política.

ha parado de llover en cuatro vientos, y la gente sigue cantando. creo que los peregrinos estos toman drogas o algo, porque están cantando desde la semana pasada. a benedicto se le mojaron las hojas del discurso y no lo puede ver bien. o lo quieren resumir porque la cosa ya no da para mucho. me creo más que la gente está ahí porque es como una fiesta gigante de jóvenes, que para ver al viejito benedicto decir cinco cosas en contra de los ateos y previniendo que los seminaristas sean futuros pederastas. por un lado me molesta el hecho de que la ciudad esté tomada y nada sea normal. por otro, admiro la felicidad de los jóvenes, y el hecho de que todo los entusiasme tanto. y admiro que tengan fe en algo fuera de la tierra, y esa especie de ingenuidad que los ampara y los protege. yo no la siento, pero entiendo que verse reflejados en miles de miles de rostros más debe ser fuerte y removedor. sin importar qué figura blanca y roja presida el evento.

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