lunes, 22 de agosto de 2011

quisiera


hay días en que quisiera lanzarme a ese pozo oscuro y tentador, hundirme y no saber ya qué ocurre dónde, dejarme atrapar por una nube oscura y que me envuelve en la nada. quisiera reventarme como una ola contra las rocas suaves de abajo, destrozarme en mil gritos y susurros, hacerme pedazos limpiamente, grotescamente, en una abstracción completa y mágica, loca, negra y palpitante.

hay mañanas en que quisiera quemarme cruda, inflamarme viva en soplos cálidos, que me hacen arder la piel, caer la piel, desvestir la piel toda, abalanzarme en unas llamas húmedas que lamen y lamen. quisiera enterrarme en un fuego nítido, cruel, casi alegre de tan doloroso, casi maligno de tan placentero.

hay noches en que quisiera hervir en una muerte lenta, sudorosa, de asfixia plena, de perder la lengua en un mar helado y caliente a la vez, sin respirar ni oír ni ver, sin recordar nada más que ese momento de evasión, ese rato culminante, donde todo se hace niebla y luz y ya nada importa, no hay futuro y el pasado dejó de ser. quisiera quedarme oculta en ese hueco sin aire, sentir que lo único que queda es ese ahogamiento atroz, tan sereno y dulce, que llega justo a tiempo, porque mis pulmones estaban demasiado llenos de todo, y tan vacíos.

hay tardes en que quisiera cavar mi propia fosa, y enroscarme en ella como una serpiente cansada, como una flor que se cierra, y que mis párpados se bajen para siempre, porque es todo muy profundo y muy intenso, y no puedo con ello. quisiera encerrarme en la tierra roja, hasta que me inunde por todos lados, me colme toda, me haga tierra también, pero tierra verde, fértil, donde crezca un árbol de cerezas.

hay veces en que quisiera que el agua me llene como una vasija redonda de arcilla, y ahogarme en una bañera que huela a atlántico, dejarme ir con la corriente, mecerme con suavidad en el oleaje que me arrastra hasta el fondo, y tocar la arena para descansar, como una ancla corpórea. quisiera sumergirme en fluidos azules, saborear la sal en mis labios y aún más allá, en mi garganta, en mi estómago, en todas mis entrañas, que se van desbordando de a poco, sumiéndose en un letargo inofensivo de tumba oceánica, de sueño acuático eterno, de reliquia hecha tesoro submarino.

hay momentos en que quisiera simplemente abandonarme y morir. pero morir en una boca.



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