domingo, 1 de enero de 2012

happy endings

Mi fin de año no fue ostentoso. Ni multitudinario. Y los fuegos artificiales más cercanos estaban a cinco kilómetros de distancia. Mi fin de año fue pequeño, íntimo, familiar. Con carne a la parrilla y copetín, y frutillas de postre. Con una caminata nocturna con papá para cerciorarnos de que nuestra soledad de soledades era real. Con las últimas páginas del libro de Steve Jobs ya en mi cama. Con gatitos asomándose a la ventana, y que salían corriendo cada vez que les queríamos tirar un quesito. Con ópera en la tele, y velas y hortensias que puso mamá en la mesa. Y vestido para emular a los Jeffreys que se ponían smoking para la cena, pero con alpargatas blancas agujereadas. Y las estrellas dominándolo todo.

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