Una vez, hace bastantes años ya, le escribí este poema a alguien.
Hoy lo leo y se me mezclan lo cursi y la sonrisa. Me hizo gracia encontrarlo.
Cumpleaños
Gracias por estar ahí
donde ni siquiera te busco,
por tus brazos que abrigan, que consuelan, que protegen,
por tu sonrisa tierna y tus carcajadas, aunque yo sea la causa,
por la consideración al afeitarte,
por las flores.
Gracias por ser mi pausa
en el caos cotidiano, mi refugio,
por ponerme tus buzos y camisas y camperas,
por pensar en mí,
por volver a subirte a un caballo, a pesar de los golpes,
por apagar la luz de arriba.
Gracias por tus besos
que curan, que avivan, que alegran,
por llevarme a las hamacas y no soltarme la mano,
por tu amor a los gatos
por las dudas que me supiste responder y las que no,
por toda esa historia previa.
Gracias por dejarme
invadir tu vida, y por llenar tan completamente la mía,
por los cuellos para abajo,
por las paletas, gomitas y otras cosas dulces,
por la búsqueda frustrada de camisas,
por lo simple que es quererte.
Gracias por soportar
mis caprichos doce meses sin descanso,
por spanglish y plan de vuelo,
por hacerme temblar de felicidad entre otras sensaciones
por tus cartas,
por el zapatito negro.
Gracias por hacerme
sentir tan bien, feliz, acompañada y hasta linda,
por moverme los frasquitos,
por el sillón rojo que los dos queremos,
por raptarme,
por tu perfume en mi ropa.
Gracias por dejarme
descubrir que el mundo es alegre cuando te tengo cerca,
por extrañarme a la distancia,
por los osos mágicos de unicef,
por las escapadas fogosas y las malas sorpresas,
por dejarme guardarte en fotos.
Gracias por no haber
huido hace meses, con mis primeras amarguras,
por la excusa perfecta,
por abrirme mucho los ojos,
por la alfombra inaugurada,
por la suerte que tengo.
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